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Amando García Nuño recibió el premio de poesía Jaime Gil de Biedma

El poeta Amando García Nuño.

Este fin de semana tenía lugar en Nava de la Asunción, el acto de entrega del Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma al poeta madrileño, Amando García Nuño, que ha sido el ganador de este certamen internacional al que se han presentado mas de 200 obras en esta XVI edición.

García Nuño recibió el premio de manos del alcalde navero Juan José Maroto, y se mostró muy satisfecho de la concesión del premio por sus raíces segovianas, y por sentirse identificado a nivel personal con la vida Jaime Gil de Biedma. Este premio se añade a los mas de 200 que acumulas en distintos certámenes repartidos por toda la geografía del país.

Acto de entrega del Premio.

POETA FRENTE AL GRIFO

Preguntan al poeta,

después del recital, por esa hoja

inconcreta donde soñar se escribe

en diecinueve versos,

alguien quiere saber cómo es posible

transmutar la pasión en un soneto,

en qué punto convergen

los haikus con su estela de las cosas,

y sobre todo, que es para él

la poesía, si escribe

en verso blanco o sigue una corriente,

(incluso un erudito

le descubre influencias de Ezra Pound),

publicaré sin falta

toda esta sinfonía de belleza,

-propone el editor- echando cuentas

de si un alejandrino

se mide en euros por ser sílaba par,

ajeno a sí, y a tantas imposturas,

fija el poeta su rostro en esa huella

que han dejado otros labios

en el círculo exacto de una copa,

mira también la silla

donde se asienta aún la vanidad

con sus piernas en ele,

rememora la muerte de su padre,

el roce de otra piel

en un portal, alboradas y ocasos

que fingen ser ocasos y alboradas,

todas esas certezas

humeando entre brasas de una hoguera,

emociones sin feedback , el albur

oculto en la mirada

al otro lado de un andén vacío,

la soledad batiendo una ventana

con su cristal herido,

memorias en los posos del café…

Revestido de abrazos y mentiras,

archiva los aplausos que ha dejado

-al despeñarse- un verso

ahora arrugado y mustio entre las sillas,

busca entonces la huída de sí mismo,

entra al cuarto de baño

(como quien entra, acaso, al desconsuelo)

y sumerge la ausencia en el jabón,

ese tacto de espumas

bajo un grifo, su giro hacia el abismo,

toda esa liviandad del agua en fuga,

luego, solo por fin, seca en silencio

gafas, memoria y manos, mientras pone

punto final a otro poema,

como si nada más hubiese,

Como

si nada mas hubiese

un día de estos, piensa, mientras

empapa en toallitas

esa humedad que escarcha su tristeza

salpicando los rodapiés de angustia,

un día de estos (piensa)

va a descubrir al fin la poesía

huyendo a toda prisa hacia el desagüe.

Autor: Redacción Cuéllar

Muévelo

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