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Armenia (8): Una mirada al genocidio armenio

He visitado el Campo de Auschwitz, El Centro de exterminio en Camboya, los cementerios de Gallipoli en Turquía…No es completo el viaje por Armenia si no se hace una visita al Museo y al Monumento del Genocidio. No es un lugar bonito, ni agradable de visitar. No es para turistas de selfies y likes en Facebook. Pero es necesario visitarlo para conocer un poco mas el país y sus desgracias históricas, que se extienden hasta la actualidad.

Hoy hemos llegado a la explanada donde se encuentra el Monumento a las doce de la mañana con 41 grados en el termómetro. El obelisco y las grandes losas grises, con estos calores, nos han parecido aún más feos de lo normal en este tipo de monumentos conmemorativos. ¿Qué significan?, ¿Qué sugieren?, ¿A quien van dirigidos? La gente los lanza una mirada cansina … y se dirigen hacia el único punto significativo del recinto: una llama viva rodeada de claveles rojos y blancos. Enseguida nos vamos al Museo, que está bajo tierra y nos abraza con una brisa acogedora.

Cada día seguimos encontrándonos con armenios que viven en diferentes países. Hoy nos ha sorprendido Thomas, turco-armenio, que reside en Suecia y pasa varios meses al año en Torrevieja. Habla español y a sus 76 años es uno más de los que recorren Armenia para recuperar una parte del pasado de sus abuelos. Todos recorren las salas con un nudo en la garganta.

En 1915, había comenzado la I Guerra Mundial. La Turquía otomana estaba enfrentada a Rusia. Los armenios que residían desde tiempos medievales en la zona oriental de Turquía fueron expulsados y deportados hacia los desiertos de Siria e Irán, acusados de colaborar con los rusos. Tuvieron que dejar sus casas, sus pertenencias y en largas filas de miserables fueron obligados a cruzar las estepas, sin agua, sin víveres y con la persecución de la población y los soldados turcos. Fue un plan diseñado previamente y ejecutado con frialdad asesina, como los testimonios posteriores han aclarado a lo largo del tiempo, a pesar de la losa de olvido con que lo taparon las naciones de Europa. Incluso Hitler llegó a decir “ ¿Quién se acuerda hoy de la aniquilación de los armenios?”.

Se calcula que perecieron en torno a un millón y medio de personas, la tercera parte de la población de Armenia. En el Museo del Genocidio están perfectamente documentadas las barbaridades cometidas contra la población armenia. Violaciones constantes de mujeres y niñas, subastas de las jóvenes para trabajar en burdeles de Estambul, quemaron a embarazadas, enterraron niños vivos, golpearon con mazas, hierros…hasta la muerte. Muchas mujeres se arrojaban por puentes y barrancos por evitar tanto sufrimiento… La mayor parte de las víctimas, murieron a causa del hambre y de las epidemias derivadas de la penosa situación.

Ya a finales del S. XIX el Sultán había provocado matanzas de armenios en las ciudades en torno al lago Van. Más de 200.000 personas perecieron entonces. Previamente al Genocidio de 1915, el gobierno turco detuvo en Estambul y otras ciudades a cientos de intelectuales armenios, escritores, músicos, profesores…los encarceló y fue eliminando a la mayoría.

Las naciones europeas conocían las actuaciones pero permanecieron calladas, aunque la prensa europea reflejó cada momento de las masacres sobre el pueblo armenio. Incluso en 1919 se estrenó una película “Subasta de almas”, sobre la masacre armenia. En el Museo hay un cartel de su estreno en el Cine Callao de Madrid. La dura película se retiró un año después porque los gobiernos no querían problemas con las autoridades turcas. Ya antes de su retirada, las naciones vencedoras de la Gran Guerra habían permitido que los barrios armenios de Esmirna fueran abrasados bajo las llamas, ante la mirada pasiva de tropas internacionales que estaban en los buques del puerto.

Es la misma historia que hemos vuelto a contemplar en Svrenika, Bosnia, en julio de 1995. 7000 bosnios asesinados ante la mirada de las tropas de paz holandesas. La no intervención siempre ha supuesto la aceptación de las masacres. Lo continuamos viendo en Siria…en el Mediterráneo…. y un día no lejano nos escandalizaremos de la pasividad de nuestros gobiernos, a los que nosotros hemos elegido democráticamente.

A lo largo del siglo XX siempre se habló y se apartó de los tratados y Conferencias la llamada “cuestión armenia”. El problema sigue vivo porque Turquía se niega a reconocerlo. Tampoco España lo ha reconocido, como han hecho otras naciones. Solo ha sido condenado en los parlamentos vasco y catalán. Seguiremos arrastrando en el siglo XXI estos problemas heredados, junto al problema kurdo, el palestino, ahora el sirio… ¿Pero qué gobernantes elegimos?

Autor: Jesús Eloy García Polo

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