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Bye Bye Islandia

  • Foto: Eduardo Marcos

Nunca había hecho un viaje tan monotemático y especializado. Cuando viajo a un país me gusta ver un poco de todo. Previamente me doy un repaso a su historia y a la situación social que viven en la actualidad. Así es más fácil comprender un poco lo que me voy a encontrar. Luego me intereso por las piedras, por la naturaleza, por la música, por la cocina y por otros mil detlles que dan lustre a la vida de cada país. En Islandia nos hemos sumergido en el monotema de la fotografía. Parecemos unos paranoicos de las luces y sombras, del reflejo, de las texturas y de los matices de la suave luz nórdica. Parece que van creciendo cada vez más este tipo de viajes tan especializados. Son parecidos los locos del surf, del golf …los paranoicos del submarinismo, del vino …o de la pulserita en la muñeca.

Viendo los paisajes de Islandia pensaba cuántas miradas pueden provocar en los distintos viajeros. Nosotros vemos rincones fotográficos. Un geólogo ve un paraíso de rocas volcánicas. Un amante del running verá lugares increíbles para correr. Un montañero solo se fijará en las montañas que le están desafiando. Un informático estará boquiabierto por un país donde prácticamente ha desaparecido el dinero contante y sonante. Un naturalista verá paisajes que le descubren la historia de la tierra. Un economista admirará la forma en que los islandeses han salido de la crisis. Un historiador quedará sorprendido por los modos de colonizar una tierra muy dura hasta transformarla en una de las zonas más avanzadas del planeta. Un golfista …dirá ¿qué coño pinto yo aquí?… En fin, hay tantas formas de viajar como tribus modernas que van poblando el planeta.

Yo no soy entendido ni especialista en nada, pero me interesa casi todo. Por eso, a veces me siento un poco desplazado por estos nuevos tiempos que corren. En el anterior viaje a Islandia vimos naturaleza, disfrutamos de caminatas, hicimos fotos (regulares), nos bañamos en diferentes pozas termales, cogimos boletus, vimos iglesias, asistimos a un concierto de una coral moderna de Reikyavik… Ese tipo de viajes ya parecen propios de turistas antiguos, del siglo XX.

Hoy ha sido el día del cansado viaje de regreso a Reikyavik. A lo largo de los 500 kilómetros, que han puesto a prueba a nuestros conductores, Eduardo y Yon, hemos sufrido ventiscas, aguas, nieves, carreteras heladas, granizo…Esto es Islandia camino del crudo invierno. Los lugares que nos interesaban estaban casi al final del recorrido y los hemos visto entre dos luces, en grises y sombras que daban un encanto particular a las cascadas Bruarfoss y Gullfoss.

La primera hace brotar un agua azul turquesa de una larga grieta hasta inundar un gran semicírculo que deja boquiabiertos a los pocos japoneses y españoles que nos perdemos por allí, en medio de senderos de nieve y ventisca. Gullfoss peca de megalomanía, son tres cascadas contínuas en medio de un estruendo sin medida, sin matices y sin detalles. Es demasiado bestial para ser bonita. Ninguna foto puede reflejar su grandiosidad. La hemos visto toda nevada, bajo un cielo de un anochecer gris plomizo. No tenía una foto de postal pero consiguía que temblaran las piernas al contemplarla desde los vertiginosos miradores. Ha sido una despedida salvaje de las aguas de Islandia.

Hace dos noches, cuando la responsable de la casita rural donde nos alojábamos, nos vio salir de noche, bien abrigados en busca de la aurora, nos lanzó una mirada simpática mientras nos comentaba “ las auroras boreales no existen. Son un invento del gobierno para que vengan turistas a Islandia en invierno”. No nos vio regresar. Sin aurora, pero felices y contentos por disfrutar del lugar donde estamos. Sabemos que existen, pero ¿dónde?, ¿a qué hora?

Cuando estamos terminando nuestro viaje sin conseguir una noche de luces verdes me viene a la mente el poema de Kavafis “Viaje a Ítaca”, en el momento en que el viajero llega a la ansiada isla. Podemos sustituir ítaca por Islandia: “Ítaca te brindó el hermoso viaje / Sin ella no habrías emprendido el camino / Aunque la encuentres pobre, Ítaca no te ha engañado / Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia / entenderás lo que significan las Ítacas/

Así terminamos, enriquecidos por un viaje tan loco, tan variado, sorprendente y seductor. Islandia no deja frío a nadie. Todos sabemos que vamos a volver. Mil gracias a Islandia por dejarnos disfrutar de un rincón único, donde parece que aún estamos en el quinto día de la Creación.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

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