Nuestros políticos de cabeza.
Estamos en agosto y la situación de nuestras alternativas políticas sigue anclada en el paisaje de diciembre 2015. Seis meses perdidos en declaraciones vacías. ¿Qué hicieron los políticos con nuestros votos del mes de diciembre? ¿Qué están haciendo con los votos del pasado 26 de junio? Parece que los equivocados somos nosotros y que ellos tienen un esquema mental previo en la cabeza y nuestros votos deben adaptarse a sus ideas preconcebidas.
Lo que estamos viendo estos meses es que son incapaces de conformar un gobierno que refleje la realidad del país. Somos variopintos, diversos, multiformes, plurinacionales…¿es eso malo? Al contrario, es una riqueza que no saben aprovechar. Solo nuestros políticos son monolíticos, unívocos, monocordes y sobre todo… aburridos. Son incapaces de saltar por encima de sus programas y de sus discursos monotemáticos para encauzar unas propuestas que reflejen la variedad que hoy se vive y se vota en las calles de España. Si un profesional cualquiera, un arquitecto, electricista o fontanero, fuera incapaz de hacer el trabajo que se le ha encargado y que se le ha pagado, está claro que sería despedido y dejaría paso a otro. Nuestros políticos no han sabido hacer la tarea que se les ha encomendado y con todo el morro del mundo comienzan a hablar de “terceras elecciones”. ¿Para qué?. Demos un repaso a los cuatro inútiles.
Mariano Rajoy ha gobernado durante cuatro años sin hablar con nadie, ni siquiera con sus parlamentarios, que los ha utilizado simplemente para aprobar leyes, muchas de ellas sin la más mínima discusión. Es incapaz de dialogar con nadie, incapaz de negociar cualquier propuesta porque nunca lo ha hecho. Su consigna es que debe ser investido porque es el más votado, sin negociar programa, ni plazos, ni condiciones, ni nombres, ni carteras…simplemente porque es un gallego que se lo merece. Acusa a Pedro Sánchez de que si hay terceras elecciones será por su voto en contra. Parece olvidar que si hubo segundas elecciones fue por el voto en contra (perfectamente legítimo) del PP a la investidura del número uno del PSOE. Nunca ha habido un hombre tan gris en el gobierno. Un hombre sin ideas y sin proyectos, que está ahí porque siempre ha sabido estar callado.
Albert Rivera era la gran esperanza de una nueva derecha, limpia y moderna, ni heredera del franquismo ni mojada en las pilas eclesiásticas. Ahora no sabemos lo que quiere, aunque no cesa de declararse abierto y dialogante, pero sin oír hablar de Podemos. No quiere apoyar abiertamente a Rajoy pero tampoco lo contrario. Habló de programas con el PSOE, pero con los populares no ha exigido nada, ni parece que vaya a poner sobre la mesa unas medidas concretas. Planteó, con acierto, que el mayor bloqueo para la formación de un gobierno era la persona de Rajoy. Hoy ya no insiste en ello, cuando todos vemos que ésa es la mayor evidencia que nos han dejado las segundas elecciones. Mariano Rajoy ha hecho todo el trabajo sucio de la derecha, en educación, sanidad, relaciones laborales, medidas sociales…Ha cumplido. Pero él no entiende que está amortizado y que arrastra una “negra sombra” a cuyo lado nadie quiere cobijarse. ¿No hay alguien que le diga que él es el gran tapón de este momento democrático? Ya sabíamos que Albert Rivera era un diseño de puro marketing, pero, como todo buen diseño, esperábamos que sirviera para algo.
Pedro Sánchez ha heredado un PSOE en tierra de nadie. Como toda la socialdemocracia europea, ni ha sabido qué hacer ante la crisis, ni ofrece propuestas que encandilen a un electorado progresista. Hoy es un partido de cincuentones…y más. Parece que ha adoptado el eslogan “contra Rajoy vivimos mejor”. No tiene ninguna intención de elaborar o facilitar alternativas. Lo hizo y fracasó. Cada barón socialista solo mira su feudo y calcula fríamente su propia estrategia. Todos asumen que siendo oposición tendrán menos problemas. Es cierto.
Ahora hay que preguntarse si el PSOE solo espera volver al gobierno cuando obtenga mayoría absoluta. PODEMOS seguirá existiendo, por encima o por debajo. La izquierda será bipolar. Si quieren tener algún futuro como alternativa política deberán entenderse los dos partidos. Si continúan así, la derecha, los bancos y la iglesia se lo agradecerán.
Pablo Iglesias ha llegado para revolver la política y lo ha conseguido. No sabemos si irá más allá. De momento está bastante silencioso, después de las salidas de tono, prepotentes e inútiles de las primeras elecciones. Como todos, lanza proclamas al diálogo y al acuerdo, pero sin concretar absolutamente nada. Tampoco tiene mucho que concretar porque su programa es un conjunto de lagunas llenas de principios generales, frases bonitas y twits resultones, pero vacíos de contenido real. Como buen populista, se mueve en un mundo de bellos principios ideológicos que encandilan al personal, pero nadie sabe qué propone en Educación, en Sanidad, que hará con el IRPF, con el IVA o con el impuesto de sucesiones, por ejemplo. Sigue anclado en su lema “el cielo no se toma por consenso, sino por asalto”. Queda muy bien como frase, provocativa y peligrosa, pero no aporta soluciones políticas para el día a día, que es de lo que vivimos.
Y un Funeral, que es el de todos los que en diciembre confiábamos en que nacería un gobierno diferente al que nos ha empujado durante cuatro años al desprecio de la política y de los políticos, por su total falta de ética, que termina convirtiéndonos a todos en culpables. No teníamos claro si sería un gobierno de cambio, de progreso, de izquierda… pero entendíamos que un gobierno diferente a todo lo sufrido. Ahora, día tras día oímos las mismas frases gastadas, las mismas excusas que suenan como las letanías para ese funeral. Es el vacío que nos ofrecen nuestros políticos. ¿No habrá uno solo que sea diferente y nos ofrezca una salida para un futuro con dignidad? Solo debería bajar a cualquier bar y escuchar un poco lo que proponen los sensatos de cada lugar.
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