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Desde el mar de Pinares: El terrorismo no es problema grave

Soldados israelíes en Jerusalen.

Aunque los medios nos bombardeen sin piedad cada vez que hay un atentado o una situación de alarma, el terrorismo no supone una gran amenaza para la sociedad occidental, como dicen. Ni siquiera los graves ataques en Nueva York, Madrid, Londres, París… han llegado a poner en el más mínimo peligro nuestro sistema democrático. Más bien reafirman la idea de un Estado fuerte, envuelto entre policías y militares, que es lo que buscan nuestros políticos. El difícil equilibrio democrático entre seguridad y libertad se va perdiendo poco a poco, a favor de una seguridad que todo lo justifica, lo invade y lo contamina.

Se proclama la inseguridad general para sacar a la calle policías y militares, que únicamente aseguran a los que están en lo alto de la pirámide social. Miles de militares no podrán evitar que un suicida acuchille a los ciudadanos en plena calle. Hace unos meses vi las calles y plazas de Roma “tomadas” por el ejército porque había habido semanas antes una supuesta amenaza terrorista. Era ridículo, molesto, muy costoso y contraproducente para el turismo. Los ciudadanos llegamos a percibir todas esas molestias y perjuicios como un plus de nuestra seguridad. España sigue en alerta cuatro, la más cercana a la máxima, desde hace dos años. ¿Dónde está la inseguridad que justifique esas molestias y, sobre todo, ese gasto? Las probabilidades de morir en un atentado terrorista son bastante inferiores a las de morir golpeado por la rama de un árbol. Nos quieren asustados y atemorizados.

Controles de las fuerzas de Seguridad en Jerusalen.

Está claro que ha habido personas muertas, pero su número es irrelevante cuando lo comparamos con otros números de muertos que la sociedad podría reducir o evitar fácilmente. Si nuestras autoridades quisieran cuidar de nosotros y se preocuparan de verdad por nuestra seguridad, nuestra salud y nuestro bienestar tomarían otras medidas que tendrían reflejo en diferentes listados de víctimas. Unos ejemplos vergonzantes:

Cada año se suicidan en España más de 4000 personas. El número ha aumentado un 20% con la crisis. Un solo año supera las muertes por terrorismo en toda Europa en el presente siglo…Pero no parece un problema grave. No hay ningún plan nacional de prevención, de ayuda o de atención a las víctimas que quedan señaladas socialmente. La mayoría son evitables por proceder de enfermedades psíquicas diagnosticables y tratables. Pero los medios son claramente insuficientes. Son muertos sin réditos políticos. No interesan. Son 4000.

Cada año mueren en España unas 400 personas ahogadas en playas y ríos. La mayor parte de esas muertes serían evitables si hubiera una buena campaña para concienciar del problema y hubiera mejores medios. Pero tampoco es un problema serio, porque no causa inestabilidad política. Son 400. En 2016 ha aumentado por vez primera en trece años el número de muertos en carretera, llegando a 1160 fallecimientos. No hacen falta que nos expliquen el porqué. Todos conocemos el estado de las carreteras, pero cuesta dinero arreglarlas y no parece un tema prioritario, como otro tipo de seguridad. Ha bajado la inversión en campañas preventivas. Son 1160.

Control fronterizo con Marruecos.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud en España hay 6860 muertes prematuras debidas a problemas de contaminación. La Agencia Europea del Medio Ambiente eleva la cifra a 29980 los fallecimientos debidos a la polución en grandes ciudades. El problema no existe a nivel oficial. Todavía resuenan los ecos irónicos de la prensa derechona sobre las primeras medidas de la alcaldesa Carmena contra la contaminación en Madrid. Su postura fue la misma que defienden Donald Trump y el primo de Rajoy. Esas muertes tampoco tienen ningún interés para los políticos. Son 29980.

Un tema de carácter global: cada año mueren más de medio millón de personas en el mundo a causa de la malaria. Sin embargo no hay ningún tipo de interés en que esa cifra disminuya. Son pobres, indios, negros… y viven en países que no saben gobernarse. Ni hay programas oficiales de medidas profilácticas ni hay inversiones de las farmacéuticas en conseguir una vacuna. ¿Para qué?. Los pobres no podrían pagarla, como se demuestra con los retrovirales para el Sida. Son muertos que no crean inseguridad o inestabilidad política. Sus muertes no cuentan.

Así podríamos seguir con varios listados más de diferentes tipos de muertos, ¿recordamos los 3800 refugiados ahogados en el Mediterráneo en 2016? Y tantas otras abultadas cifras que no se recogen en los informativos, que parece que no interesan a nadie, simplemente porque nuestras autoridades no les encuentran réditos políticos.

Imagen de la zona Cero, tras el atentado del 11 S.

Quedaron marcados en nuestra memoria colectiva los 3016 muertos provocados por el atentado de las Torres Gemelas. Pero a nadie le interesa recordar los 200.000 muertos provocados por las guerras de Afganistan y de Irak que USA emprendió como inútil venganza por los atentados. Con la perspectiva del tiempo vemos que el terrorismo se ha extendido, que sus tentáculos son más fuertes y sobre todo que han conseguido su propósito: que todos nos sintamos inseguros, en cualquier tiempo y lugar, incluso cuando tomamos un pequeño vuelo a una playa del sur. Si aparece un señor con un cuchillo en un tren de Dusseldorf toda Europa se siente insegura. Si hay cuatro muertos a la puerta del Parlamento inglés todos los políticos mundiales deben mostrar su apoyo como si fuera una catástrofe nacional. Parece que todo el sistema estuviera en peligro…

No digo que no haya que tomar medidas, pero deben ser equilibradas y en consonancia con la situación real. ¿Cuántos muertos por terrorismo ha habido en España en los últimos diez años? Ninguno. Pero continuamos en alerta cuatro. El terrorismo no es un problema grave. Sin embargo los políticos exageran su repercusión para desviar la atención de los problemas realmente complejos que afectan a los ciudadanos y ante los que ellos se sienten impotentes e incapaces de solucionar. Sobreactúan en seguridad para demostrarnos que se preocupan por nosotros. La seguridad sigue ganando puntos a costa de la libertad. El problema es que está sucediendo con el apoyo y la aquiescencia de todos. Hay que recordar que nosotros aún seguimos bajo la Ley Mordaza, supuestamente para garantizar nuestra seguridad… ¿o la de quien?

Opinión: Jesús Eloy García Polo

Autor: Opinion

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