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Desde el mar de Pinares: Extraña sociedad

Flores para los mayores en el Día de la Paz.

La última vez que estuve fuera de nuestras fronteras, paseando por un parque normal, de una ciudad normal, veía parejas de treintañeros andando o jugando alegremente con sus dos hijos, como si siempre hubiera sido así desde el principio de los tiempos. Algo normal.

En este pueblo donde yo vivo me sobran dedos de una mano para contar las parejas que conozco de treintañeros con dos hijos. Algunos tienen un hijo, la mayoría ninguno o ni siquiera viven en pareja. Los parques de mi pueblo, de mi región y de mi país se han convertido en una muestra de esta sociedad tan extraña que estamos viendo nacer. Los jóvenes pasean con sus perros en lugar de pasear con sus hijos, que hoy se han convertido en un artículo de lujo, en todos los sentidos, no solo en lo económico. Parece que solo los futbolistas millonarios pueden tener hijos a la edad biológica normal.

Por supuesto no juzgo nada, porque si yo tuviera treinta años, probablemente estuviera paseando por el parque con mi par de miniperros. Pero está surgiendo un tipo muy extraño de sociedad donde resulta difícil hacer realidad lo que siempre ha sido lo más natural del mundo : tener algún hijo. Las causas parecen ser variadas pero todas se unen para que no resulte muy seductor embarcarse en el proyecto de vida que supone tener hijos. Por otro lado estamos en un tiempo en que es una opción aceptable socialmente la decisión de no tener hijos y no tener que dar explicaciones.

Sin embargo, todos aquellos que podrían tomar una opción afirmativa se enfrentan a un muro de dificultades. La adolescencia y la fase de formación se alargan cada vez más, casi hasta los 30 años en la vida real. Luego aparece el handicap más determinante: el paro, los sueldos miserables, los trabajos precarios y estacionales no favorecen una mínima estabilidad económica. Sin estabilidad no hay proyectos. Apenas existen ayudas sociales que estimulen a las familias y todo el sacrificio vuelve a recaer sobre la mujer, que tiene que compatibilizar trabajo fuera y en casa. La sociedad no lo considera necesario y hace recaer sobre los empleadores buena parte de los costes económicos, perjudicando a las mujeres que se plantean una posible maternidad. La escasez de guarderías públicas hace que los padres tengan que soportar todo el coste social (en tiempo y en euros) de la educación hasta los seis años. Si la sociedad quiere que nazcan niños debe hacer frente a sus costes económicos como tal sociedad.

Hace ya dos años que el número de defunciones supera al de nacimientos. Decrecemos. La tasa de natalidad en España es de las más bajas del mundo, en torno a 8,5 nacimientos por cada mil habitantes (en Cuéllar es del 7.1%). Igualmente la tasa de fertilidad está en la parte inferior de los gráficos con 1,33 hijos por mujer. Cifra un tanto engañosa porque el 18% de los nacidos en España son de madre extranjera. El índice real de las mujeres españolas es de 1,27 hijos. El equilibrio social y demográfico está cojeando.

Si hablamos de Castilla y León las cifras son sensiblemente peores. Caminamos hacia una sociedad de viejos, con todos los problemas que nos advierten los demógrafos y los economistas. Sin embargo los políticos no parecen preocuparse porque ellos solo están interesados en los problemas del mundo hasta las próximas elecciones. Ahí se acaba su análisis político. No están preocupados por los desafíos a largo plazo. A nuestros políticos meapilas se les llena la boca de “apoyos a la familia” cuando llegan las elecciones. Más allá no hay ni una sola medida social que incida en el aumento de la natalidad.

De momento, con un enorme cinismo, aconsejan a los jóvenes (!) que se abran planes privados de pensiones. Por el lado más oscuro aparecen diversos grupos y asociaciones de ultraderecha que nos asustan y amenazan con una imparable llegada masiva de inmigrantes para compensar la caída de la natalidad. Adivinan un Apocalipsis islamista.

Nos llueven los desafíos para el futuro. El mantenimiento de las pensiones, con el sistema de financiación actual, es el primero de los problemas derivados de este futuro que estamos construyendo. La sanidad es el siguiente…Pero quizás no podamos imaginar muchas otras consecuencias derivadas de un desequilibrio demográfico en una sociedad envejecida. Habrá consecuencias en la política, en las compras, en el mundo del ocio, del turismo…todo cambia en un mundo de viejos. Hasta el Papa Francisco advierte que una sociedad envejecida es una sociedad triste y gris. Hacia allá vamos, si nuestros políticos no lo remedian. No hay que hacer milagros. Solo hay que levantar la mirada y observar a Francia, que está bien cerca. Continúa con crecimiento demográfico, además de económico.

Mientras tanto nosotros vamos llegando a un paisaje futuro lleno de viejos por calles y plazas, con los jóvenes de trabajos precarios paseando lustrosos perros por los parques, donde la mayor parte de los escasos niños que juegan son nacidos de madres venidas de fuera. No solo es triste y gris, es simplemente una sociedad sin futuro.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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