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Islandia (5): Desde Cuéllar a Stokksnes, la montaña mágica

  • Fotos: Jesús Eloy García

Hoy hemos llegado al lugar más impactante para los fotógrafos que visitan Islandia. En realidad ha sido un descubrimiento reciente. Hasta entonces era una simple entrada del mar en una suave playa de arenas negras, perdida en un rincón de la costa sureste de Islandia. Fue en 2015 cuando National Geographic eligió una toma de la playa realizada por la fotógrafa Sophia Carr y sirvió para mostrar al mundo esta perla escondida hasta entonces.

La gran borrasca anunciada se ha marchado al noroeste de la isla y nosotros que andamos por el sur solo hemos visto nevar un poco, en medio de un día gélido , entre -7 y -2 grados. Ya nos hemos acostumbrado al frío y el invierno de Castilla nos parecerá un tiempo simplemente desapacible.

Hemos madrugado para llegar a Stokksnes a buena hora. Hemos viajado con la luna llena a un lado del horizonte y el sol naciente al otro. La luna nos ha despedido ocultándose tras un glaciar y nos ha regalado las primeras fotos de la mañana. Poco a poco , una pista de tierra negra nos ha llevado hasta esta playa volcánica que vuelve loco a cualquier fotógrafo, serio o aficionado. Apenas había gente, pero cada uno estaba con su trípode al hombro. Aquí no llegan los turistas de viajes organizados. Hay que currárselo. Eduardo guardaba el recuerdo en lo más profundo de su alma fotográfica y nos ha traido aquí para hacer sesiones de mañana y tarde. Cambian las luces, las mareas, los vientos…y hasta el humor del fotógrafo. Incluso al anochecer tenía un encanto especial. Allí hemos pasado buena parte del día, ¡ a siete grados bajo cero! Sin problemas. Serán las emociones fuertes.

Es una playa con arena surgida de las erupciones volcánicas. Hay una zona de dunas que enriquecen el panorama con sus texturas. Pero lo más impresionante son las luces cambiantes sobre la montaña de fondo, que se alza hasta los 454 metros, al pie del mar. Las aguas se extienden salvajes por unos bordes ilimitados y constantemente variables. El chapuzón de los pies termina siendo inevitable. No hay peligro, como en la playa de Vik. Aquí el agua tiene escasos centímetros de profundidad. La maravilla y el efecto seductor está en su forma de desplegarse, siempre irregular e imprevisible.

Al pie de la emblemática montaña hay un “ poblado vikingo”, construido de manera fiel para una película y que hoy se mantiene como recreación de los antiguos asentamientos que hubo por la zona. No en vano la ciudad de Hofn , donde nos encontramos, fue el primer poblado estable de los vikingos noruegos que llegaron aquí hace mil años, buscando librarse de su monarquía feudal y tiránica. Ya por entonces se habia extendido el poderío vikingo por todas partes. Desde el año 800 fueron apareciendo por las costas de toda Europa.

Eran grandes navegantes con barcos muy adaptados a largas travesías. Sin embargo fue en el siglo XIX cuando se construyó la visión romántica y legendaria de los vikingos. Valientes, heroicos y guerreros de honor. Así dibujaron las leyendas a unas tribus que atemorizaron durante 200 años a toda Europa. Allá donde llegaban, robaban, saqueaban, violaban, mataban…No había puertos ni ciudades seguras. Atacaron la Sevilla de Abderramán II y hasta llegaron a Zaragoza y hasta la misma Pamplona en el 844, remontando el Ebro y el Arga.

Eran temidos como el mismo diablo, desde Normandía hasta las costas italianas. De ahí que un artista romántico los pintara con cuernos en el casco y así ha quedado grabada su imagen para siempre. Bastantes menos fechorías hicimos los españoles en América y ya vemos cómo nos ha tratado la historia. Esta claro que la historia ya no existe. Lo que existe es lo que se cuenta. Unos embellecen y recrean el relato, mientras otros sufren diferentes leyendas negras. En estos tiempos asistimos a un ejemplo muy evidente.

Estábamos en Stokksnes…pero es que allí la imaginación vuela y y vuela en estado salvaje.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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