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Jerusalen en diez días

Javier Senovilla y Jesús Eloy García ante un mural de un mosaico romano.

Javier Senovilla y Jesús Eloy García ante un mural de un mosaico romano.

Siempre me ha llamado la atención la ciudad de Jerusalén. Es el centro religioso disputado por las tres religiones del libro. Ha sido y continúa siendo un lugar de guerras, saqueos, invasiones, deportaciones y todo tipo de conflictos. Es una ciudad santa. Religión y guerras siempre han ido unidos, desde la historia de Caín y Abel hasta la Siria de hoy. Este rincón del planeta, en realidad una zona bastante desértica, ha provocado y exportado más odios y guerras que cualquier otro lugar del mundo. No tiene riquezas, ni oro, ni petróleo, casi ni agua…Es un lugar fértil para que crezcan diferentes tipos de fe. Es una ciudad que tiene la cualidad de crear conflictos y enfrentamientos constantes desde hace tres mil años. Por aquí han pasado infinidad de pueblos que primero destruyeron y luego levantaron casas, fortalezas, templos y palacios. Todo queda en el subsuelo de Jerusalén, sin duda el más rico de las viejas ciudades.

Por aquí pasaron asirios, arrasó Nabucodonosor, llegaron los persas y luego griegos, romanos y bizantinos. Nació el Islam en el desierto de al lado y aparecieron nuevos conquistadores, que se alternaron con los cruzados cristianos, los mamelucos, los turcos…siempre en medio de guerras y destrucciones. Esto ha sido y es Jerusalén. Dicen que significa “ciudad de paz”. Así es el negro humor de la historia.

Las religiones y los nacionalismos han sido las teas incendiarias para casi todas las guerras que en el mundo han sido. Y cuando no fueron la causa directa fueron utilizadas como envoltorio de otras ambiciones. En Israel se han aunado religión y nacionalismo formando un cóctel explosivo desde 1948 hasta el día de hoy.

Por todo esto siempre me he preguntado qué tiene Jerusalén para seguir atrayendo las miradas y las pasiones de unos y otros, desde que la fundó el rey David mil años antes de nuestra era. Está llena de piedras y arte, de historia por supuesto; es una sociedad variada, incluso pintoresca, una mezcla de culturas que la hace muy atractiva…pero Jerusalén es bastante más que la suma de todos estos ingredientes.

Vamos a estar diez días recorriendo estas calles tan variopintas, tocando esa riqueza cultural que se muestra en museos y templos, pero también en la música, en las mesas de chiringuitos y restaurantes, en los barrios más diferentes y en el cruce constante de lenguas, rezos y vestimentas.

Escribo estas líneas cuando sobrevolamos el Mediterráneo, camino de la tierra prometida. Hoy este mar, que un día fue “Nostrum”, es fiel reflejo de los conflictos, las contradicciones y las miserias de nuestra sociedad del siglo XXI. Israel está ahí y es un punto más en este clima de tensiones y enfrentamientos.

Hasta aquí llegamos cada uno con nuestros prejuicios políticos, religiosos y sociales. No podemos evitarlos, porque cada uno acarreamos nuestra historia y nuestras ideas previas. Con todo ese peso a cuestas pasearemos por las calles de Jerusalén, veremos piedras, hablaremos, comeremos, beberemos y, si se tercia, también cantaremos con las gentes de esta ciudad tan viva e interesante.

«El video de Ofra Haza es un maravilloso reflejo de una parte de la historia»

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

1 Recado

  1. Gracias al autor y a Cuellar7 por compartir… interesante

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