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Nómadas por Australia (7): Cairns, en la zona tropical

En Cairns, como en casa

En Cairns tengo casi una segunda casa y una segunda patria. Hace un tiempo pasé aquí tres veranos por las amables circunstancias de la vida. Ahora hemos encontrado muy buen recibimiento. Me reencuentro con Joseph, tras 17 años. Aquí está mi hogar de acogida. Aquí cambia nuestro guión en el recorrido por Australia. Estamos en casa. Afloran nuevos sentimientos. Disfrutamos de veladas con música , charla y barbacoa. 

Una tarde-noche vienen a casa de Joseph, Therese y Rick, otros viejos amigos que disfrutan de la música y aquí pasamos unas buenas horas tocando cosas diferentes, conversando y, por supuesto, comiendo salchichas en barbacoa. Ellos se juntan cada semana para tocar. Hacen sus propias canciones y ya piensan en buscar un hueco en el rock australiano. Rick y Therese se dedican a los ópalos, una piedra semipreciosa, propia de Australia y que se ha convertido en un símbolo del pasado de los pioneros de Australia y del moderno boom turístico. Aquí se concentra el 98 % de la producción mundial. En Europa tiene una leyenda de piedra de mala suerte, mientras que en el resto del mundo sucede lo contrario. Todo puede tener su origen en una novela romántica de Walter Scott donde aparece o, más bien, en una estrategia comercial europea para evitar la competencia con una gema cuyo comercio no controlaban.

Un mito aborigen narra que el dios creador llegó a la Tierra subido en un arcoíris y donde tocó tierra las piedras tomaron todos los colores del arcoíris, transformándose en ópalos. 

Nosotros compramos unos ópalos maravillosos que se convertirán en los mejores regalos y recuerdos que se pueden llevar de esta tierra tan diferente.

En Cairns vuelvo a los desayunos con aguacate, que constituyen el verdadero sabor de este lugar. Aquí aprendí a desayunar mis tostadas con Vegemite, el emblema de Australia. Es una pasta, negra como el alquitrán, elaborada a partir de levaduras vegetales que le confieren un sabor fuerte y muy salado. No es para todos. Lo importé a Cuéllar y mi hijo Alex se ha convertido en un adicto del Vegemite. Nunca falta en casa, aunque en España no se encuentra. Fue un invento australiano para complementar con vitaminas  las dietas de los australianos recién llegados que venían a trabajar en las minas, en la madera, en la caña…pero que no se preocupaban de cultivar lechugas o frutas…

La ciudad de Cairns nació entre manglares y campos de caña de azúcar. Todavía hoy sigue circulando el pequeño “tren de la caña”, que lleva la caña desde los campos a la azucarera. Hoy la caña está en retroceso, porque es más barato importarla de otros países tropicales.

Es una ciudad sin playas. El lugar que podría ser  la playa es solo un amplio mirador para observación de aves. La tierra es puro fango, pero muy nutritivo para decenas de especies de aves. Como contrapartida han construido recientemente una gran piscina, “lagoon”, al borde del mar que es la playa urbana de la ciudad. Un poco más retiradas hay una serie de playas, paradisíacas a primera vista, pero con todos los inconvenientes de las costas australianas, cocodrilos, tiburones y, sobre todo, las terribles medusas que aquí llegan a ser mortales. En los meses de playa colocan una gran red en torno a una zona protegida de baño para que al menos haya un espacio seguro. El paraíso se encoge. No es lo que nos cuentan. Sin embargo todas estas playas en las fotos quedan preciosas y muy seductoras.

Cairns se extiende como las ciudades americanas. Casas bajas, amplios barrios con grandes parcelas. Vida individual, coche imprescindible. Cada uno aislado en su casa. Muy distinto de nuestros pueblos y de nuestra forma de habitar el paisaje. 

Este modelo tan diferente de hábitat produce también una diferente mentalidad. La arquitectura y el urbanismo influyen en la vida e incluso en la política mucho más de lo que pensamos. Así lo ha expresado el escritor Jorge Dioni López en su libro  “La España de las piscinas”. Es un agudo estudio sobre el crecimiento de nuestras ciudades siguiendo el modelo americano, que también vemos aquí. Estos barrios de las afueras de las ciudades han sido levantados para la clase media con aspiraciones, los hijos y los nietos de la “España vaciada”. Es un mundo hecho de chalets adosados, urbanizaciones, varios coches por vivienda, centros comerciales, alarmas, seguros médicos privados, colegios concertados…todo un conjunto de hechos que favorecen el individualismo  A través de esos cambios urbanísticos, impulsados desde arriba,  explica cómo la comunidad de Madrid ha pasado de ser una autonomía típica de obreros y de izquierdas a estar dominada por una mentalidad de derechas, individualista, centrada en la seguridad y en la propia comodidad, con sanidad y educación privadas, que no quiere saber nada de los sinsabores de los otros. Creo que hay bastante de verdad en esas afirmaciones. En estos días esas ideas se sienten apoyadas con el cambio de los tiempos donde las ideas populistas y de extrema derecha están en alza. 

También tenemos que hacer de turistas. Visitamos Kuranda, el pueblo más turístico de la zona. Se puede llegar allí por un tren turístico o bien con el Sky Rail, un teleférico que sobrevuela la selva durante siete kilómetros y que ofrece vistas espectaculares, de bosques, ríos y cascadas. 

Kuranda se dio a conocer como una comunidad en medio del bosque, convertida hace años en refugio de hippies y otras hierbas. Luego ha ido reconvirtiéndose con el tiempo y hoy es un lugar de mercadillos, labores artísticas y gentes diversas que atraen a un turismo deseoso de cosas diferentes. 

Aquí visitamos un “Jardín” de koalas, canguros, wombats, reptiles…mantenidos en un ambiente respetuoso. Es uno de los pocos lugares donde se puede sujetar a un koala en los brazos, previo pago de 27 dólares. Es una actividad de gran éxito y que deja una huella imborrable, por sentir el calor de un animal tan emblemático para Australia. Nos dicen que ahora está subiendo en el mercado emotivo el cariño por los wombats, otro marsupial más grande,  simpático y rechoncho que vive en madrigueras excavadas en el suelo.

Por todas partes volvemos a respirar un ambiente de multitud, anterior a la pandemia. Ya no hay miedos, aunque dicen que aquí  en Kuranda sigue habiendo bastante contagio.

Pasamos algún día más en Cairns dando unas vueltas por el centro. Al ser una ciudad turística el Covid golpeó severamente su fuente de recursos. Cerraron tiendas, restaurantes, academias… Tuvo que sobrevivir de las ayudas del Gobierno. Ahora parece que volvemos los turistas y traemos la normalidad a esta ciudad que es el balcón para asomarse a la Gran Barrera de Coral y también un precioso lugar para los miles de japoneses y coreanos que la eligen para aprender inglés. En una de esas academias estuve un buen verano en diversas clases. A veces estaba yo solo en clase con 14 chicas japonesas. Esa era la ratio.

Ahora es una ciudad muy tranquila pero también va recuperando su fama de buenas fiestas y su loca noche de pubs y discotecas. No es Ibiza pero quisiera serlo

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

1 Recado

  1. No den de comer a los animales salvajes, al igual que utilizarlos para fotografiarnos es amputarlos en su instinto natural.

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