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Nueva Zelanda (5): De la playa a los glaciares

Turistas en el paraiso.

En Nueva Zelanda hay unas decenas de glaciares, pero hay dos que son más accesibles, conocidos y reconocidos. Hacia allá vamos los turistas en peregrinación para visitar lo que hoy son los avisos de la naturaleza sobre las barbaridades humanas. Ambos glaciares están retrocediendo a pasos agigantados. Visité el Frank Josef en 2005 y era un glaciar todavía en crecimiento, con un frente limpio, muy bonito y bastante seguro. Hoy el frente del glaciar está casi dos kilómetros más atrás y ha dejado un rastro inmenso de montañas de piedras y tierras que parecen el cementerio de lo que un día fue algo vivo. El glaciar tiene desprendimientos imprevisibles y solo se puede ver desde unos 500 metros.

En su día hice una ruta guiada que ascendía por el frente del glaciar y duraba cuatro horas. Hoy ya no existe nada de eso. Solo hay viajes en helicóptero para contemplar la panorámica o para caminar un poco por la zona más alta y segura del glaciar. Hemos reservado plaza para hacer ese vuelo pero se han suspendido todos porque no ha parado de llover en dos días. La situación es la misma en el Fox, el otro glaciar. Es algo más bonito para visitar, pero su aspecto es igualmente penoso. Alguna vez tuvieron fama de ser unos de los glaciares más bellos del mundo.

Los glaciares se derriten.

A veces pienso sobre la imagen demasiado seria que pueden ofrecer estas crónicas ligeras. Escribo cada día a ratos sueltos de no más de veinte minutos, en un bar o en la mesa de un camping. Siempre a vuelapluma tratando de hilar la información previa al viaje con lo que ofrecen guías y carteles in situ. Todo ello pasado por el filtro de la experiencia y las vivencias de cada día, muchas veces cansado y otras un poco frustrado porque esperaba más de lo que se ofrece. Aunque supone un esfuerzo lo hago porque disfruto con ello, como un viejo contador de historias que recrean lo vivido y ayudan a fijarlo para siempre, o casi. Y vuelvo al tema…

Sorprende que en Nueva Zelanda existan estos glaciares a poco más de 300 metros de altitud sobre el nivel del mar. Las condiciones climáticas son excepcionales. Ya he hablado sobre la pluviosidad de esta costa. Al mismo lado del mar se levantan las montañas de los Alpes Neozelandeses hasta más de 3000 metros. ¡Y siguen creciendo casi dos centímetros por año! Las nubes ascienden desde el Mar de Tasmania dejando lluvias que a más altura se convierten en gran cantidad de nieve que alimenta los glaciares por las zonas altas. Tan inmensas son las masas de nieve que se han convertido en unos de los glaciares que más se mueven. Se desplazan más de un metro cada día por el empuje de los miles de toneladas de la nieve de arriba.

Paisaje idílico: mar y montañas.

Sin embargo todo eso está cambiando. Ahora los glaciares se funden con mayor rapidez de lo que supone la nieve repuesta en las cabeceras altas. Estos dos glaciares extrañamente continuaron creciendo hasta 2009. Ahora son un ejemplo hiriente de los efectos del calentamiento del planeta. Ya hemos comprendido que en nuestra aldea global todas nuestras acciones tienen efectos globales. En este país son muy conscientes de cada intervención humana y seguramente es uno de los más implicados en reducir los factores del efecto invernadero, rebajando la contaminación a niveles mínimos.

Sin embargo, tienen otros lados más oscuros. Hoy ya sabemos que los millones de herbívoros que pastan en estas tierras contaminan mucho más con el gas metano de sus ventosidades que todos sus motores diésel o gasolina. Por otro lado, hace unos meses saltó la noticia de que un tribunal de Nueva Zelanda había denegado el asilo por motivos climáticos a varios inmigrantes procedentes de las islas Tuvalu y Nauru, cuyas tierras están siendo anegadas por la subida del nivel de las aguas del Pacífico y tienen que emigrar sin otra elección.

Tanto Australia como Nueva Zelanda son países muy poco poblados y aquí cerca hay una emigración creciente de la zona pacífica. Pero el problema vendrá sobre todo del norte, donde tienen países asiáticos vecinos con muchos cientos de millones de población que está necesitando y buscando un futuro mejor. ¿Por cuánto tiempo podrán mantener la férrea barrera que ahora levantan?

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

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