Así de valiente se mostró el mejicano.
El mejicano Gerardo Rivera fue el triunfador, en la jornada de ayer, de la segunda de la feria taurina de El Bustar en Carbonero el Mayor, en las que se lidió una novillada muy fuerte de Santos Alcalde, ante la que el mejicano puso toda la calidad y variedad de su toreo a la mejicana, para cortar dos orejas, una en cada toro, y salir por la puerta grande. No tuvo igual suerte Alejandro Conquero, que estuvo muy dispuesto pero no pudo repetir el triunfo conseguido en Cuéllar, y tampoco el salmantino Carlos Navarro, que estuvo muy desdibujado toda la tarde.
Rivera en la faena de muleta a su primero.
Rivera, sin embargo, estuvo muy centrado toda la tarde. Le costó coger al aire a su primero, pero cuando lo hizo pegó unos muletazos muy templados, algunos de ellos muy largos, ante un novillo muy codicioso, que buscaba la muleta sin cesar. Fue una faena basada sobre todo en la mano derecha, de series largas y con mucha hondura, que remató con unos excelentes pases de pecho. Y remató la faena con unas manoletinas muy ajustadas, que le valieron cortar su primera oreja. Y en su segundo estuvo igual de firme, poderoso en banderillas y templado con la muleta, para rematar la faena metido literalmente entre los pitones, y arrancarle la segunda oreja que le abrió la puerta grande.
Alejandro Conquero no pudo repetir el triunfo de Cuéllar.
Por su parte Alejandro Conquero, no pudo repetir el triunfo de Cuéllar, pero fue por la mala fortuna a la hora de matar en su primero, al que toreó con mucho gusto y ese pellizco especial que imprime al rematar las series. Este chaval no dudó en ponerse de rodillas para empezar su faena de muleta, y enseguida se echó la muleta a la mano izquierda para poder al codicioso novillo de Santos Alcalde, al que le bajó mucho la mano y toreó con mucha profundidad.
Carlos Navarro estuvo desdibujado.
Sin embargo, mató mal y dejo escapar un triunfo que tenía en la mano y que buscó en su segundo con muchas ganas, toreando primero a la verónica con un gusto exquisito, y después en la muleta, de forma muy valiente ante un toro con mucho que torear. A este lo mató bien y le arrancó una oreja merecida y hubo petición de la segunda. Del salmantino Carlos Navarro poco hay que decir. Estuvo muy desdibujado y navegó a la deriva toda la tarde. Se mostró muy desconfiado en su primero y en el segundo, que desarrolló mucha nobleza, tan solo dejó la impronta de algún muletazo aislado.
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