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Rincones de Portugal (2): Aldeas históricas

  • Óbidos

Portugal siempre ha vivido mirando al mar y por eso las tierras del interior han permanecido bastante olvidadas. Cuando pensamos en los recorridos por Portugal siempre hablamos de playas, ciudades costeras y el sol dorado del sur. Todo lo demás lo consideramos un simple lugar de paso y ¡cuántas cosas nos perdemos!. Los pequeños pueblos esconden la misma rica historia y patrimonio que sus vecinos de este lado de la frontera. Ahora las llamadas “aldeas históricas” están abriéndose un hueco turístico para los que disfrutan del viaje como un paseo por la historia, la geografía y por toda la riqueza cultural de tradiciones, músicas, comidasye secretos varios.

La primera aldea que sorprende es Óbidos, que no es ningún descubrimiento porque se sitúa a solo 75 kms. de Lisboa y está sobrepasada de turismo, como cualquiera de nuestros pueblos demasiado turísticos. A pesar de los inconvenientes la visita es muy agradecida. Como todas las aldeas emplazadas en un alto tiene un origen prehistórico. Pero su nombre se lo debe a los romanos. “Oppidum”, ciudad fortificada. El castillo y las murallas medievales, muy bien conservadas, hablan de su importancia en la Edad Media. En el siglo XII fue entregada como regalo por el Rey Alfonso Henriques a su esposa Isabel de Aragón. Desde entonces siempre ha sido propiedad de las distintas reinas portuguesas que la enriquecieron con un gran número de capillas e iglesias en distintas épocas. Pero lo que más destaca es el conjunto de calles y casas perfectamente conservadas y cuidadas en su encalado con adornos azules y amarillos que le dan un toque particular e identificativo.

Por su cercanía a la capital es un pueblo privilegiado en su oferta turística y cultural. Es un ejemplo más de un turismo bien cuidado. Todo el mes de julio mantiene una feria medieval muy cuidada que hace más encantador aún el paseo por las calles. A ello se suma una Feria Internacional de Chocolate, un Festival de Ópera y diferentes Conciertos que la convierten en un centro cultural casi todo el año.

Aldea de Idanha a Velha.

No ocurre lo mismo con las “aldeas históricas” repartidas más en el interior, en el oeste, cerca de la provincia de Cáceres. Nos adentramos en el Portugal olvidado y comienzan las sorpresas. Idanha-a-Velha apenas llama la atención desde fuera, escondida entre lomas de encinas y alcornoques. La primera vista es la de sus murallas romanas, protegiendo la aldea mínima que hoy es, pero que fue una ciudad destacada en el camino hacia la Mérida romana. Así es el paso del tiempo. Mantiene varias calles y calzadas empedradas dando elegancia a las casas de piedra de todo el lugar. Como todas estas aldeas, fue ocupada por lusitanos, romanos, visigodos, árabes y cristianos sucesivamente. Hoy conserva seductoras ruinas de ese pasado. Destaca lo que fue una iglesia catedralicia y un palacio episcopal visigótico, cuando fue sede del Obispo en los primeros siglos medievales.

Hoy es una tranquila aldea, lejos de todo, con gente muy amable que ofrece quesos, vinos y licores de producción artesana, por supuesto. Siempre me gusta comprar estas cosas porque es la mejor forma de apoyar a los últimos resistentes que mantienen estos pueblos.

Tras un pequeño recorrido aparece en el horizonte la montaña más emblemática de estas tierras que cobija el pueblo de Monsanto. Es una montaña-isla, como otras de por aquí, que levanta sus bloques de granito en medio de los encinares.

Se la considera “la aldea mas portuguesa de Portugal”. Hay que dejar el coche abajo y ascender por las empinadas callejuelas, entre casas que se esconden tras las grandes piedras y que las aprovechan como soporte, como paredes o incluso como techos. Es fácil imaginar cómo este lugar estuvo ocupado en la prehistoria. Parece que no ha pasado el tiempo. Luego tuvo su historia romana y árabe hasta que fue conquistado por los cristianos y entregado a los Templarios que edificaron un imponente castillo en lo más alto. Hoy solo se pueden contemplar sus defensas ruinosas porque fue destruido en el S. XIX por un gran accidente de los explosivos que almacenaba.

Todas estas aldeas están cuidadas con mimo. Rompen los tópicos con los que imaginamos el interior de Portugal. Cuentan la misma historia que nuestros pueblos del interior: el paso de tantas gentes y las huellas que han dejado en piedras, leyendas, canciones y guisos. Hay que saborearlo.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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