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Roma (6): Unos ratos con Bernini

  • David

He subido con José hasta la Villa Borghese. Allí el arte reposa más sosegado que en otros museos. Hemos puesto el ojo en unas cuantas obras y luego nos hemos ido a tomar algo. Estas cosas hay que paladearlas poco a poco, sin atracones. Además, con guía personal y especializado, conozco detalles, mitos, historias …y todo se aprecia bastante mejor.

Me he dejado seducir por Bernini.¡Qué maravillas! Miguel Angel es a quien más asociamos con Roma, porque tiene más glamour y siempre es más fácil de digerir por los medios, pero Bernini es el que dio a Roma el aspecto, el carácter y la presencia que hoy tiene. También fue pintor, escultor y arquitecto. También se lo disputaban los Papas, los nobles y hasta el mismo Rey Sol. Roma está llena de obras suyas, no solo la columnata de la Plaza de San Pedro.

En otra plaza más pagana levantó Bernini la fuente de los Cuatro ríos. Cada tarde pasa por esta plaza el mayor espectáculo de Roma. Gentes, músicas, pintorcillos baratos y sobre todo muchas ganas de encontrarse y disfrutar de la primavera. También estaría así de concurrido este rincón cuando era ocupado por el antiguo Estadio que levantó aquí el Emperador Diocleciano. El lugar todavía conserva esa forma ovalada.

Plaza Navona.

Plaza Navona.

Hay otras fuentes, palacios, escaleras, monumentos de Bernini repartidos por calles y plazas, pero volvamos a la Galería Borghese. EL Rapto de Proserpina es tan realista que dan ganas de echar una mano a la pobre muchacha. Plutón, que era un bruto, le hunde los dedos en la pierna marmórea y le hace brotar una lágrima que es un detalle maravilloso de la escultura. El dios de los infiernos se lleva cada otoño a Proserpina a los infiernos y nos deja sin calor, sin cosechas y sin alegría …hasta que nos la devuelve en primavera.

En otra sala está Apolo persiguiendo a Dafne y … ya se ve ni siquiera los dioses lo pueden conseguir todo. Apolo era un ligón incorregible, pero con Dafne no pudo ser y ahí está convirtiéndose su amada en un árbol, poco a poco. Es asombroso cómo Bernini esculpió ese cuerpo que ya es en parte un laurel. Apolo le prometió su amor y que sus hojas coronarían las cabezas de los héroes. Genial Bernini. Hoy podríamos comentar estas dos obras como una expresión de la violencia machista. La primera más salvaje, la segunda más sutil. Los dioses tampoco respetaban el libre destino de las mujeres bellas. Los artistas clásicos siempre son actuales.

Al lado está el famoso David, no el de Miguel Angel, este otro tiene una cara de muy mala leche, con un rictus inconfundible. Hay movimiento, rabia contenida, hay tensión como en todas sus obras. Bernini vivió 81 años trabajando y llenando Roma de unas obras que pretendían impulsar el espíritu barroco de la Contrarreforma pero que sirven más para ayudar a disfrutar de la vida, del arte y de los rincones de la ciudad.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

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