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Senderos de Otoño: Valle de Ordesa

Decir Ordesa es decir Pirineo, con toda su belleza y seducción. Estamos en el centro de la cordillera, en el Macizo de Monte Perdido, que llega a los 3355 metros. Todavía esconde un glaciar en la vertiente francesa, que cada año se reduce un poco más. Es Parque Nacional desde 1918, en que inauguró la lista junto con el Parque de Covadonga. Se ha ampliado en sucesivas ocasiones para incluir los valles de Pineta, Añisclo y Escuaín. Cada uno es diferente y todos ofrecen unos recorridos que compensan cualquier esfuerzo.

Para conocer y sentir Ordesa hay que andar…y mucho. Pero desde el primer paso la naturaleza nos premia el esfuerzo y parece que los pies se mueven casi por su cuenta, remontando el río Arazas, una cascada tras otra. Hay bastantes caminos posibles, pero el más conocido y frecuentado es la subida hasta la Cola de Caballo. Se recorre todo el valle, a la vera del río, hasta que lo vemos nacer despeñándose entre las rocas por los altos y pelados prados alpinos. Hay otras sendas más altas que permiten vistas completas y panorámicas de todo el valle, pero requieren mayor esfuerzo y, sobre todo, que sea en un tiempo en que no haya nieve o hielo por allá arriba. Todas las veces que he llegado hasta Ordesa he hecho el mismo recorrido central, pero cada vez, cada estación, cada día se descubren nuevos secretos. He ido con alumnos en el comienzo de la primavera cuando el valle alto está todavía completamente nevado y algunas cascadas permanecen congeladas. Lo he recorrido con amigos en plena primavera y, por supuesto, en otoño con la gente de El Buen Rollo, la época más agradecida para los que acarreamos hasta allí una cámara y un trípode. Luego todos los sudores se olvidan cuando se disfruta de una cerveza en la explanada de la entrada, contemplando la panorámica de Ordesa.

Es un gran valle glaciar, prácticamente perfecto en forma de U, con diferentes escalonamientos que explican por sí solos el trabajo de los hielos hasta hace apenas 20.000 años. Este es el primer punto de su riqueza. Le sigue la vegetación, que abarca especies desde los 700 metros hasta por encima de los 3000. El bosque está formado por quejigos y pinos en las partes más bajas, hayas, fresnos, abetos…según ascendemos y abedules en las alturas, aguantando las temperaturas más frías. De la fauna…,mejor no hablar, porque los que andamos como turistas, apenas nos enteramos de nada, aunque sabemos que hay cientos de rebecos, martas y otros mamíferos apenas vistos en otras partes y grandes rapaces, buitres y alimoches, que a veces se acercan a saludar.

El acceso al Parque está limitado y hay que solicitar permiso previo si se quiere visitar, sobre todo en puentes y tiempos de vacaciones. En una de las ocasiones que no nos permitieron acceder fuimos al vecino valle de Pineta y supuso otro descubrimiento bien recompensado. De todas formas el valle de Ordesa con sus múltiples cascadas es algo único en belleza y en sorpresas de la naturaleza. Andamos bajo una auténtica sinfonía del agua. Hay cascadas de todo tipo, mucho más vivas y sonoras en la primavera. Sin duda las más vistosas son Las Gradas de Soaso donde el agua salta por grandes escalones, como un adolescente siempre alocado y con prisa. Al final, en lo más alto, nos espera la Cola de Caballo, espectacular si es primavera. Pero aunque en otoño tenga poco caudal vemos el agua que se dibuja por las piedras y nos plantea nuevos retos a los fotógrafos para buscar la belleza en esa melena de agua que parece tan peinadita en esta época.

Es verdad que a nosotros nos queda Ordesa un poco lejos. Pero cualquiera que lo haya visitado no vuelve con ninguna duda de que merece la pena. Es un viaje a la naturaleza en estado puro.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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2 Comentarios

  1. He visitado el Parque de Ordesa 3 veces, en una llegué al pico de Monte Perdido, era verano. Qué bien descrito¡¡

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    • En Ordesa , pocos por no decir ninguno roble quejigo ( Quercus faguinea) existe , solamente en solanas y mezclado con encina ocupa suelos algo mas frescos que esta.
      Principalmente lo que si que existe es roble albar ( Quercus pétrea ) y rebollo o melojo ( Quercus pyrenaica), y solamente en las zona mas bajas del valle , a continuación se mezcla el haya ( fagus syvatica) con el abeto ( Abies pectinata) el abedul ( betula péndula) y a partir de 1600 m. Altitud el pinus uncinata, este un autentico superviviente a los rigores de la ata montaña capaz de subir hasta los 2000 m. Y en solanas sobreasarlos.
      Un paraiso, ganas tengo de volver.

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