A las 8 de la tarde, hora de la suelta de «Abandonado», un toro del hierro de Isaías y Tulio Vázquez, la calle Real de Nava de la Asunción era un auténtico hervidero. El toro rebautizado bajo el manto del toro de Fray Sebastián fue recibido de salida por dos naveros, Hector Llorente y Eloy González, y después emprendió una veloz carrera por toda la calle Real sin atender a cites de cortadores y corredores.
Pero cuando el Tulio cruzó la plaza del Caño el toro hizo honor al Obispo Fray Sebastián, y comenzó a embestir y emplearse ante los cites de los cortadores, que comenzaron a jugar con el toro bajo la protección imaginamos del clérigo. O sea que se obró el milagro y «abandonado a su suerte«, sacó a relucir su raza y se dedicó a embestir con fiereza, y también con peligrosidad.
Y como sucede en el toreo pasó lo que tenía que pasar, que «Abandonado» se encontró de frente con buenos y valientes recortadores que jugaron a placer con el toro de la divisa sevillana, hasta que llegó la noche y el toro emprendió el camino de la plaza de toros bajo la luz de los móviles y creciente de la luna. A esa hora tocaba desandar el camino y los naveros volvieron a su calle Real.
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