Pasamos deprisa por Jerez de los Caballeros porque queremos llegar a la Sierra de Aracena. Nos conformamos con unas vistas generales de esta “ciudad de las cinco torres” y de su castillo levantado por los templarios, donde resistieron hasta el final en la llamada “Torre Sangrienta”, cuando la Orden fue disuelta por el Papa Clemente V.
La carretera discurre subiendo y bajando por estos lugares que nos avisan de que estamos llegando a la Sierra de Aracena. Para saludarnos aparece en un cartel un nombre muy conocido, real y sugerente, aunque nada poético ni siquiera romántico: “Jabugo”, dice el cartel. Sin pensarlo ni un momento tomamos el desvío y nos encaminamos hacia allá. Estamos ya un poco cansados de murallas y de castillos, de palacios y de templos. Por eso ahora queremos visitar este santuario del jamón.
Probablemente sea Jabugo el pueblo más feo de toda la sierra, pero hay que reconocer el acierto de quienes se empeñaron en publicitarlo como la Meca del jamón. Compramos un poco de diferentes calidades, perdidos en el mundo de la nomenclatura de lo ibérico. Hoy cenaremos bien. Seguro. También es el mejor regalo para quien queremos de verdad, “ por encima del materialismo que nos domina”. Jabugo, del “Sabugo”, del antiguo astur-leonés. Dicen que Colon llenó las bodegas de sus carabelas con embutidos de Jabugo… y no le fue mal.
Pronto empezamos a ver zonas quemadas. Ya estamos entre las cenizas del gran fuego de Huelva que en este agosto calcinó más de 12.ooo hectáreas. Uno de los mayores y más destructivos de la temporada. La combinación de viento y relieve hizo imposible que pudiera ser apagado. Las actuaciones estaban encaminadas únicamente a la seguridad de las personas. Los expertos han dicho que este incendio no tuvo que ver tanto con el cambio climático como con el éxodo de las zonas rurales. Los montes están abandonados, no se pastorean, no se cuidan, ni se limpian. Son pura pólvora tras caer el primer rayo. Cuando ya no queda gente en los pueblos es cuando se valoran las tareas que hacían cada día, que mantenían vivo y saludable todo el territorio.
Nos asomamos a Cortegana que es un pueblo típico de la sierra. Grande y estirado por las faldas de la montaña que defiende un castillo, un tanto descuidado. Está demasiado alto y…perdonamos la visita. Nos conformamos con que el ojo tecnológico eche una buena mirada. El castillo fue levantado para defender toda esta frontera ante los portugueses que mantuvieron las guerras durante todo el siglo XIV, cuando los árabes ya estaban muy lejos.
Hoy es fiesta en el pueblo. Hay gente trajeada, pero no sopla ningún viento festivo. Es el verano del Covid. Este pueblo se podría publicitar como “el mejor laberinto de Occidente”. Una vez que entramos con la furgoneta por sus calles y nos dejamos llevar por la cartelería de prohibiciones y obligaciones nos damos cuenta que estamos en un laberinto sin salida. Preguntamos una vez. Fallamos. Volvemos a pedir ayuda. Inútil, tras otras dos prohibiciones. Hay Concejales de Tráfico que deberían ser condenados a subir y bajar eternamente un círculo de calles obligatorias, como unos Sísifos modernos.
Tras encontrar el Hilo de Ariadna para salir del Laberinto-Cortegana nos dejamos llevar hasta el pueblo más bonito de la Sierra, uno de los más bonitos de España y…el más castigado por los fuegos de este verano: Almonaster la Real. Es realmente bonito. Calles empedradas, preciosos carteles cerámicos para tiendas o negocio y hasta lonas que proporcionan sombra a lo largo de las calles blancas y empinadas. Todos los caminos conducen a lo alto donde se encuentra “La Mezquita”, una de las mejores que quedan de los tiempos del Califato. Fue respetada, conservada y reconvertida.
Las indicaciones nos hacen rodear todo el recinto para llegar hasta la puerta. Está cerrada. ¿El horario? Cierra de la una a las siete de la tarde. Ahora es la una y cuarto. Esto sí que es un horario de verano. Tras el sofocón para llegar hasta aquí nos encontramos con esta bofetada. Encontramos a bastantes personas más sufriendo el mismo desatino. Habría que condenar al Concejal de Turismo al mismo castigo que al de Cortegana. Creo que falta bastante sentido común en todos estos detalles. No tiene ninguna lógica promocionar un pueblo para que los turistas se estrellen contra un horario así de loco. Para recordar este cabreo, al pasar por una Administración, compro un Décimo de Lotería de Navidad, que seguro que me traerá suerte.
Hemos visto una Plaza de Toros en lo alto de la loma, al lado de la Mezquita, levantada con piedras caídas del castillo, como ya lo hemos encontrado en otros lugares. Los sillares bien escuadrados son eternos, casi como Dios, y se siguen aprovechando para cualquier edificación. En nuestra zona tenemos buenos ejemplos de cómo se vendieron, tras la Desamortización, las piedras de portadas, ventanas, columnas, púlpitos… al mejor postor.
Entramos en el Parque Natural del Guadiana. Kilometros de pistas y… de casi nada. Son terrenos muy montaraces. Algún cartel nos avisa que estamos en territorio del lince ibérico. A las doce de la mañana y con casi 40 grados no tenemos miedo de atropellar a ninguno. Queremos llegar hasta un paraje conocido como Pulo do Lobo, que es el mayor atractivo de este Parque Natural, donde el río Guadiana se sumerge entre rocas hasta desaparecer, después de horadar el fondo pétreo valle milenio tras milenio. Por fin llegamos a este lugar donde el río no se deja ver y solo se le oye al fondo de la profunda sima.
El nombre del lugar procede de una historia que cuenta cómo un lobo, huyendo de los pastores y de sus perros, cruzó por aquí el río de un salto y pudo escapar. No es demasiado exagerado porque habrá algún punto que apenas tenga cuatro metros de un lado al otro. Hay un pequeño embalse y una cascada que en este tiempo no es lo más vistoso del lugar. Lo más llamativo es la profunda hoz del Guadiana, tan diferente a la excavada por el Duero en la zona de Los Arribes. Aquella es amplia y un desafío para el vértigo. Ésta es estrecha y sinuosa en medio de estratos pizarrosos en vertical. Sudorosos, continuamos nuestra ruta, ya siempre al lado del Guadiana, buscando el mar…
27 octubre, 2020
Llegando en tu recorrido a Guadiana, y tras leer en este texto y luego disfrutar en el video la leyenda del Pulo do Lobo, para franquear los 4 metros de anchura del Rio Guadiana…, maravillado recordé aquello de «…Paciencia y barajar..» que dice el encantado caballero Durandarte en el capitulo de la Cueva de Montesinos (capitulo 23, segunda parte del QUIJOTE) «con voz desmayada y baja», etc. Dicha cueva, con todo su propio racimo de mitos y leyendas, hace parte del mismo Guadiana que vemos contigo aqui, pero por sus extensiones en La Mancha. Maravilla.