Los días de la fiesta de la Virgen y San Roque son días de fiesta grande en muchos pueblos de la provincia, y como es costumbre, de peñas, cenas y orquestas. Pero, de cuando en cuando en los programas de fiestas, se abre un hueco para los conciertos, y muy grande fue el concierto de ayer noche en Aguilafuente, de El Nuevo Mester de Juglaría, en la plaza de la Fuente.
Pasaban unos minutos de la medianoche cuando Fernando Ortiz y los suyos, Llanos Monreal, Luis Martín y Rafael de Frutos se subieron al escenario y empezaron a desgranar sus canciones en una noche templada mas bien fría,(tanto que el propio Luis Martín agradeció que después de tanto calor en muchos pueblos , en Aguilafuente funcionara el aire acondicionado). Pero el público que casi llenaba la plaza entró en calor enseguida con las coplas del Mester, que siguen acompañando la memoria de la gente.
No se prodigan mucho por estos lugares, pero de vez en cuando, estos chicos del Mester (por los que parece que no pasa el tiempo) nos regalan un concierto, en el que como se pudo ver en Aguilafuente, siguen conservando esa conexión con la gente y los públicos, y lo hacen con un repertorio que, aunque sea muchas veces repetido, no deja de gustar al personal, que la canta una y otra vez. Así sucedió una vez mas en la plaza de la Fuente de esta localidad, donde se sucedieron sus tonadas, canciones de ronda, romances, y llegado ese punto, los del Mester no se olvidaron del poema de Luis Lopez Alvarez y su Romance de los Comuneros, e incluso se pudo ver algún pendón morado al aire y se escucharon gritos de «Castilla entera se siente comunera».
Y así estaban las cosas, cuando elogiaron con otro de sus temas al gorrino, cantando su ya célebre «No somos light», que tanto ha dado a esta tierra de Segovia, como ellos mismos se encargan de recordar en su letra. Y, ya caldeado el ambiente, la recta final del concierto estuvo destinada (como no podía ser de otra manera) a las jotas de esta tierra, las jotas de Navalmanzano, Aguilafuente y Fuentepelayo y de zonas próximas como el Carracillo. Hay que ver lo difícil que está la vida y que fácil lo hacen los del Mester llevando alegrías a la gente. Y la cosa acabó con toda la plaza bailando la Jota del Mester.
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