Artículo de opinión de Jesús Eloy García Polo
El pasado fin de semana pudimos pasear por un “Mercado Artesano” en los Paseos de S. Francisco. Apenas había publicidad y no aparecía por ningún lado quién lo organizaba. ¿De qué se trataba entonces? Un conjunto de puestos con baratijas, productos de madre china, bisutería para quinceañeras y otros productos de montaje rápido y en serie… Algunos decían “ lo de siempre, lo de los hippies”.
Que no nos tomen el pelo con estos mercadillos de “artesanía”. La proliferación de las ferias medievales, mercados romanos, barrocos… está acabando con la artesanía, en una tierra donde la ARTESANÍA ha tenido y tiene un nivel espectacular en cerámica, madera, vidrio… Hoy cualquier cosa puede apellidarse artesana, si en su proceso ha intervenido mínimamente una mano humana, aunque solo sea para dar forma a una gominola. El daño que se está haciendo a los verdaderos artesanos es inmenso, aún mayor que el que les está causando Montoro, con su persecución tributaria. Simplemente está desapareciendo, delante de nuestros ojos, una parte de nuestra historia.
Las Ferias de Artesanía y de Cerámica de Castilla y León tienen un nivel reconocido en el resto de España, por su calidad, su tradición y su creatividad. Sin embargo los artesanos se están esfumado, al tiempo que nuestras calles se llenan de baratijas de marroquinería, quincallería, productos chinos y bisutería para niñas, con el apellido de artesanas. Ya estamos hartos de relojes, collares, gominolas, colonias, velas… con el apellido de artesanas… ¡Que no nos tomen el pelo! Este comercio, junto con la crisis y la persecución de Hacienda, se está llevando por delante esos otros oficios que nos han traído hasta el siglo XXI, de una forma creativa, el arte surgido hace miles de años. Y es justo estar orgullosos de ellos, haciendo lo posible para que sigan vivos.
La artesanía empieza por ser arte, “utilitario”, pero arte. Artesanía supone valor añadido, por sus horas de dedicación, por su originalidad, su tradición, su trabajo manual, su concepto de pieza única… además crea puestos de trabajo, fija población, mantiene pequeños comercios, culturiza el territorio… algo más? Pues sí, también pagan a Hacienda.
18 junio, 2015
Estoy totalmente de acuerdo con el autor, no era un mercado de artesanía, era un mercadillo de quincalla, sin contar que a cada uno le cobraron un mínimo de 30 Euros, no se les exigió el carnet de artesano y no acabo de aclararme sobre quién y por qué lo organizó. Una burla y un agravio a los artesanos que participan en las ferias de Aresanía y Mudéjar de Cuéllar, si no tienen su carnet no se les admite. ¡Qué pena!