El torreo sepulvedano, Victor Barrio, sigue con su racha imparable esta temporada y sumó en la jornada de ayer en Cuéllar una nueva puerta grande, tras conseguir exprimir lo poco que tenían dentro los dos ejemplares de los Bayones que le tocaron en suerte. Barrio, que había entrado en el cartel por la vía de la sustitución, fue el triunfador de la tarde y puso emoción a una tarde gris, en la que se pusieron en contra todos los elementos, la lluvia, la aparición de los paraguas y la poca gente en los tendidos. Javier Herrero y Manuel Escribano no tuvieron la misma suerte, y se estrellaron contra un lote imposible.
Barrio no dudó, tras la lluvia, en quitarse las zapatillas. Clavó los pies en la arena y se puso sencillamente a torear. El de Sepúlveda supo aprovechar la bondad del primer toro de su lote para realizar una faena muy en su estilo, con muletazos de muy buen gusto y ligando las series, que llegaron a los tendidos y le valieron para cortar la primera oreja de la tarde. Y en su segundo, que no tenía muy buenas condiciones, empezó la faena de rodillas y supo exprimir lo poco que tenía el toro dentro, arrancando al de los Bayones, los muletazos de uno en uno, Y como se quedaba muy cortito en la embestida, se metió en la cara del toro, para conseguir arrancar la segunda oreja y salir por la puerta grande.
Javier Herrero, que salió al ruedo tras el parón provocado por la lluvia, realizó una bonita faena en su primero, una faena de series cortas y de muletazos muy profundos, que remató con unos excelentes pases de pecho, pero como había muy poquita gente en los tendidos tan solo recibió los aplausos del público. Y en su segundo nada pudo hacer porque el animal, que debía haber sido devuelto, no se tenía en pie, y hizo lo que tenía que hacer matarlo dignamente entre las protestas del público por el bochornoso espectáculo.
Y de Manuel Escribano poco hay que decir porque pasó desapercibido. Venía con otra vitola y no demostró nada en Cuéllar. Estuvo desconfiado en su primero, ante un toro muy flojo y en su segundo, mas de lo mismo, quiso sacar algo, pero se dejó contagiar por el gris de la tarde y no pudo. Y entre el quiero y no puedo, al menos aquí en Cuéllar, no pudimos ver al Escribano del que tanto se habla, y se fue para Sevilla como había venido. De la corrida de los Bayones, creo que sobran las palabras, es para replantearse lo de ser ganadero.
Opinión: Ignacio Montalvillo
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