Artículo de opinión de Jesús Eloy García Polo
Parece que van a llegar algunos euros para hacer un lavado de cara a la Iglesia de la Cuesta. No habrá para más con los cien mil euros incluidos en los Presupuestos de la Junta. Si empezamos restando el IVA, el estudio previo, los costes del Proyecto, la dirección de obra… quedarán unos euros para un albañil y su ayudante que se encarguen del lavado de cara.
Hace ya más de una década que se rehabilitó la torre. El presupuesto entonces tampoco dio para más. Ahora sería el turno del interior, de la fachada norte y del entorno. Si bien no es una iglesia que destaque por su atractivo artístico, tiene una impresionante silueta exterior, que llama la atención desde cualquier rincón de Cuéllar. Es la Iglesia más emblemática del cielo cuellarano. Su perfil es inconfundible y su situación es envidiada por otras iglesias mejor conservadas y estudiadas. Sus murallas medievales también le confieren algo de especial. Hacen suponer que fuera la primera iglesia en ser levantada fuera del recinto amurallado; de ahí la necesidad de contar con algún tipo de defensa, en tiempos todavía inseguros. Conserva el ábside románico de piedra, algún arco apuntado en las murallas, un atrio cegado con arcos renacentistas y muchos elementos barrocos en su interior, además del órgano y el retablo. En fin, es todo un repaso a la historia del arte. Si le añadimos las leyendas sobre su origen templario y la torre más moruna de las ocho de la villa, resulta una iglesia de lo más interesante.
Con esos pocos euros que parece que van a llegar sólo pediría dos cosas:
1ª. La más barata. Que se quiten todos los árboles que tapan la vista de la Iglesia desde cualquier lugar del pueblo. En los años 80 se adecentó, con toda la buena intención, el entorno del templo. Fue una actuación de la Escuela Taller ajardinando el amplio y vistoso espacio con setos y pequeños árboles. Treinta años después esos árboles han crecido y ocultan precisamente aquello que quieren embellecer. Está bien que haya una zona cuidada y ajardinada, pero hoy no tienen ningún sentido los chopos, pinos y abetos en lo alto de una loma, ocultando la silueta más bonita de las iglesias de Cuéllar. La Iglesia de la Cuesta quiere dejarse ver. Sería una medida que agradecería hasta el mismo San Isidro, aunque él prefiere la portada del poniente.
2ª. Que se limpie la fachada, sin más. Que se descubran los arcos de ladrillo que dejan adivinar el atrio que un día embellecía la entrada a la Iglesia. Que se cieguen las puertas y ventanas abiertas con posterioridad. No haría falta nada más para que la Iglesia recobrara su imagen exterior de iglesia mudéjar, lozana y orgullosa al final de las dos calzadas de piedra. No vamos a hablar de las murallas medievales que fueron semiderribadas ¡en los años 80!, sin plantearse siquiera su rehabilitación. Tampoco de las bóvedas, de la pintura, del órgano, de las valiosas imágenes…
Las fotos muestran la evolución de la imagen exterior a lo largo de las últimas décadas.
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