Con envidia sana, me he acercado hasta Toro para visitar la 21ª edición de Las Edades del Hombre, que esperábamos que hubiera sido en Cuéllar. Como buen anticlerical, soy un fiel seguidor de estas exposiciones donde la Iglesia saca a la luz algunos de los tesoros y riquezas que son el patrimonio de todos, aunque la Iglesia los tenga “inmatriculados” desde hace siglos. He visitado todas las Ediciones salvo las tres que se han realizado más allá del Duero, en Amberes, en Nueva York y en Madrid.
Está muy bien la Exposición en Toro y, sin duda, se merecía la organización de esta edición. Tanto la Colegiata como la Iglesia del Sto. Sepulcro son dos espacios que se engrandecen con las diferentes piezas artísticas. La muestra gira en torno al agua, “Aqua” es el título, un elemento simbólico muy utilizado en todas las religiones para representar el nacimiento, la vida o la regeneración. En torno a este motivo se agrupan todos los elementos de la muestra.
Pensando en Cuéllar, hay que valorar como positivo el hecho de que los dos edificios de la Exposición están muy cercanos y accesibles, algo a tener muy en cuenta, porque más de la mitad de los visitantes son gente de “una edad”. Como complemento, la oferta hostelera es sobresaliente, con precios, servicios y calidades dignos de imitación. El vino y las tapas de Toro también son parte del arte que nos ofrecen.
Al margen del evento religioso hay que reconocer que la ciudad de Toro recibe al visitante con muy buen aspecto. Calles, casas, iglesias y palacios están muy recuperados. El conjunto es rico en arte y en historia, muy semejante a Cuéllar, tanto en población como en patrimonio. Las iglesias mudéjares están repartidas, como en Cuéllar, por los diferentes barrios. Se mantienen bien conservadas y algunas albergan museos, uno de frescos góticos (San Sebastián) y otro de escultura, en la de San Salvador. En algún rincón queda todavía alguna calle, como El Perezal, con unas cuantas casas que necesitan algo más que una mano de pintura, pero, en general, la arquitectura popular se mantiene, mostrando las distintas etapas de la historia toresana.
Siempre que visito estas poblaciones castellanas vuelvo la mirada hacia Cuéllar, pensando… qué nos ha pasado aquí para tener las casas de nuestro casco histórico tan maltrechas. La historia ha golpeado sin piedad nuestro patrimonio. La Desamotización, unida a la desidia, el abandono y la mala suerte se han llevado por delante iglesias, palacios, conventos y murallas. A pesar de todo, hoy podemos decir que el patrimonio religioso, el civil y el urbanístico están prácticamente recuperados. No así la arquitectura popular, que sufre un profundo deterioro.
Desde las instituciones, los distintos ayuntamientos, la Iglesia, la Junta de C y L y el gobierno central, se ha contribuido para rehabilitar el rico patrimonio de la villa. Sin embargo ha faltado la misma disposición por parte de los vecinos particulares. Todos somos grandes amantes de nuestro pueblo y su riqueza patrimonial, en un sentido emocional, folclórico… pero todos nos hemos ido a vivir fuera del casco histórico y lo hemos dejado hundir poco a poco. Ya sabemos que es incómodo, pero es accesible, con posibilidades y facilidades urbanísticas. Ha habido ayudas y subvenciones ¿Qué nos ha pasado entonces? ¿Dónde hemos dejado el amor por nuestro pueblo? En nuestros días muy pocas casas permanecen habitadas dentro del doble recinto amurallado. Tampoco se adivina ninguna solución para las más deterioradas. Cada vez hay más solares vacíos y vallados. No podemos quejarnos de la crisis, porque el deterioro fue anterior, cuando más bloques nuevos de viviendas se construyeron en los otros barrios.
Por supuesto yo no sé cuál es la solución, pero los tiempos de crisis son buenos para cambiar las dinámicas seguidas hasta ahora. Puede estar llegando el tiempo de rehabilitar. Está claro que no se van a levantar más bloques de pisos en mucho tiempo. Es hora de mirar al casco histórico. Otras poblaciones semejantes ya lo hicieron antes. Quien tiene responsabilidades municipales debe tomar la iniciativa. Sin duda, tendrá el apoyo de todos.
Desde el Mar de Pinares: Jesús Eloy García Polo
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