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Arroces y otras hierbas

Arroz en el paraiso ya está bien de tantos templos y piedras!. Vamos a dedicar un espacio a las cosas más importantes que nos ayudan avivir, como las comidas y la música, por ejemplo. Ya hemos dado vueltas por bastantes ciudades, aldeas, por diferentes ambientes lugares. Por eso nos vamos haciendo una buena idea de lo que se llama la comida camboyana, o jemer, como ellos dicen.

Lo llamativo para los turistas son los puestos callejeros con bichos comestibles. Hemos visto saltamontes, hermosas cucarachas, tarántulas como la palma de la mano, gusanos de seda, escorpiones y arañas gigantes… pero ni nos atrevemos a probarlo ni hemos visto a nadie en el intento. No tenemos ni una foto testimonial. La comida camboyana, sin embargo, va mucho más allá. Es muy rica, sana y apetitosa. Siempre está un poco alegre, pero no tan picante como otras cocinas asiáticas.

El plato estrella es el «amok», un guiso a base de verduras, con hierbas del país, con lima, leche de coco, cilantro… al que se le añade pescado o carne. Es exótico y muy sabroso. Ese toque de hierbas propias va unido a todos los platos. No sorprende que el arroz aparezca de mil formas distintas. En las cocinas con unos tomates,zanahorias, brócoli, cebollas y poco más hacen auténticas maravillas.

Es un país que come mucho pescado, del mar o de sus ríos y lagos. Tiene muy buena fama, pero hemos tardado en encontrar algún pez con buena presencia. Normalmente lo sirven en trocitos mezclados en platos diversos. Pero ya hemos conseguido probar sabrosos jureles, pez rojo y algún extraño pez de río. Disfrutamos con la comida, nos adaptamos a los nuevos sabores y gozamos con los batidos de frutas exóticas. Las bacterias nos respetan, aunque hemos sufrido algunos ataques de consecuencias llevaderas.

Más allá de las comidas, el espectáculo de este país también está en las calles. Los tuc-tucs son los reyes del asfalto. Todos están personalizados y hay verdaderas obras maestras artesanales. Además de transporte, algunos ofrecen comidas, bebidas e incluso se transforman en discotecas ambulantes, con sus cubatas incluidos. Lo que podríamos llamar «disco movidas».

Para nosotros el tráfico resulta caótico y sin normas. Pero funciona con unas leyes no escritas que permiten una circulación fluida y sin sobresaltos. Cruzar una de estas calles nos parecía un riesgo vital y un milagro. Sin embargo ya vamos aprendiendo sus leyes y cruzamos sin miedo en medio de todos los vehículos…pero respetando sus normas. En esta ciudad de guiris y buscavidas hemos visto calles tan animadas como en la costa española. «Pub Street» será probablemente la calle con más marcha de toda Camboya, con música en directo en diferentes garitos y con locales para todo tipo de público.

Hemos asistido a algún espectáculo de música y danzas Jemeres, que nos resultan un poco monótonas y pesadas. Danzas muy lentas, propias de climas tropicales y calores tórridos! donde cuesta moverse. El rey Jayavarman disfrutaría mucho con ellas, pero nosotros terminamos con algún bostezo. Esa música monótona y extraña la oímos constantemente en las calles con otros intérpretes diferentes.

Son grupos de víctimas de las minas anti personas, con diferentes lesiones, incluso ciegos, que tocan en cualquier lugar donde haya turistas. A veces el cuadro es bastante deprimente, cuando a la salida de un templo, bajo un calor sofocante, empiezan a tocar para cuatro turistas que, con andar cansino, pasan a su lado sin hacerles ningún caso. Es otro recuerdo de los tiempos duros que ha vivido este país.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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