Miguel Abellán bordó el toreo en la jornada de ayer en el Festival taurino celebrado en la localidad de Navalmanzano en el que se llevó las dos orejas y rabo simbólicos, tras torear con un gusto exquisito a una gran novillo de José Luis Marca al que prolongó la faena entre «las peticiones de indulto» de la vida del animal. Una petición que no fue atendida por la presidencia del festejo, que sacó el pañuelo verde para devolver al novillo a los corrales, donde después sería apuntillado.
La novillada de Marca fue realmente excelente, con ese novillo de Abellán que tuvo una gran clase en la embestida, y que permitió al torero madrileño torear tan a gusto, que volvió loco al público por el temple y la estética que imprimió a cada uno de sus muletazos. Tanto en el toreo en redondo, como en el toreo al natural. Abellán nos recordó al torero que fue en sus primeros tiempos, y allá donde colocaba la muleta, respondía el jabonero humillando y metiendo la cara, con el torero totalmente entregado, y con unas series largas y de gran profundidad.
Los que los estaban viendo se frotaban los ojos, por la belleza de la faena y por la extraordinaria clase del animal, que de no tratarse de un festival, bien mereció ese indulto «simbólico» con el que fue premiado el animal. El resto de sus hermanos también fueron buenos, excepto el primero al que no pudimos ver porque los duendes no acompañaron a Julio Aparicio en esta nueva visita a la tierra de Pinares. Julito no tuvo su tarde y ni tan siquiera se vistió de corto para torear, de ahí que el público se enfadara y con razón, porque parecía que había venido de invitado a la fiesta.
Pero los enfados no duran siempre y se quedaron en el olvido, cuando salió al ruedo el segundo de la tarde, en el que Oscar Higares demostró que el que tuvo retuvo, y que es un torero con mucho poderío, demostrándolo con una gran faena y cortando las dos orejas. Y Cristina Hernández no quiso ser una invitada a la fiesta, y se sumo a la misma con detalles de buen gusto y con pellizco en el toreo a la verónica y «en el de verdad», en el que echó la pata palante y demostró que tiene «lo que hay que tener» para ponerse delante de un toro. Y que eso como se dice «no entiende de sexos», ni es patrimonio de nadie, y se llevó una oreja merecida aunque matara muy mal. Y que mas da!
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