Los novillos de la Condesa de Sobral dejaron un buen sabor de boca en el encierro, y como los buenos finos dejaron en el ruedo el aroma y la solera del toro bravo. Novillos que en líneas generales derrocharon raza, fijeza y bravura a raudales desde su salida a la arena, y que por su condición de bravos llevaron a la enfermería a dos de los tres novilleros de la terna. Jose Manuel y Manolo Vanegas, tiñendo el ruedo de sangre. De la batalla solo se salvó el de Valladolid, Ricardo Maldonado.
Por esa razón, José Manuel y Vanegas, los dos maltrechos, deben andar pensando en ese dicho tan célebre de «Dios te libre de un toro bravo», que sufrieron en sus propias carnes con múltiples contusiones. Y mas grave fueron las consecuencias para el banderillero Francisco José Sánchez Marín, que sufrió una cornada de 20 cms de profundidad con trayectoria ascendente en la zona perianal de pronóstico grave. Todos ellos cogidos por el cuarto novillo de la tarde, un encastado ejemplar de la Condesa de Sobral, que se hizo dueño y señor del ruedo por su raza y bravura.
En ese jabonero en la mas pura línea de Torrestrella se resume la esencia y condición de una novillada, que fue excelente desde la salida al ruedo del primero de la tarde, que fue aplaudido en el arrastre. A ese primero José Manuel le aplicó un toreo muy fácil y superficial cuando el toro le pedía a gritos torear de verdad. Aún así le cortó una oreja, mas por sus ganas que por sus formas de torear, y en el cuarto no pudo hacer nada porque fue cogido en banderillas. Al venezolano Vanegas le pasó mas de lo mismo. En su primero, no se acopló y el novillo le puso las cosas difíciles, y mas aún se las puso el que tuvo que matar por el murciano, en el que sucumbió estrepitosamente y se llevó una paliza que tardará tiempo en olvidar.
Vanegas tampoco salió indemne en su faena al último de la tarde, que como todos sus hermanos derrochó casta y bravura, y exigía hacerle el toreo de verdad, con mando y temple. Algo que el venezolano solo consiguió a ratos, para terminar perdiendo la pelea frente al tercero que mató de la Condesa de Sobral. Lo que no se le puede negar es su derroche de valor para volver una y otra vez a la cara del toro, y conseguir cortar dos orejas, con mucha exposición y riesgo.
De los restos del naufragio solo se salvó el vallisoletano, Ricardo Maldonado, que dibujó sobre el ruedo las dos mejores faenas de la tarde, aunque bien es verdad que sin excesiva profundidad. Sin embargo, puso la templanza que les faltó a sus compañeros de terna. Y con eso le valió para conseguir arrancar una oreja de cada uno de sus toros y salir por la puerta grande. Y por la puerta de la enfermería salieron José Manuel «con contusiones múltiples y posible fractura de costillas», y Vanegas con policontusiones y un puntazo en el muslo izquierdo con afectación a la femoral, según el parte facultativo.
31 agosto, 2016
Novillada encastada con indudables resabios adquiridos en el encierro.
Los aficionados queremos un toro INTEGRO de la finca a la plaza.