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Jerusalen (5): Hebrón «tierra ocupada»

Nos encaminamos hacia Hebrón por carreteras de pintas muy distintas. Pasamos algún control, pasaporte, preguntas…vimos otros controles a las entradas de los asentamientos y nuestro amigo guía-taxista nos desvió a una pequeña aldea palestina, perdida en este desbarajuste de tierras, que está siendo abandonada por sus habitantes debido al constante acoso israelí. Son casas antiguas de piedra pero todas deterioradas y con tejado de chapas. Tienen prohibido reformar o hacer cualquier obra en las casas. Sufren cortes de agua o de luz de forma caprichosa, como los controles militares. Tienen problemas para llevar a los niños a la escuela. En definitiva una situación desesperante que les hace abandonar su aldea… justo el objetivo que pretenden los israelíes.

Hebrón tiene…dicen unos 400.000 habitantes. Aquí nunca hay censos seguros. Ha sido el corazón de las intifadas, la ciudad más problemática y donde se encienden conflictos con bastante frecuencia. ¿La causa? En el centro de la ciudad se halla la Tumba de los Patriarcas, Abraham, Isaac…que comparten judíos y musulmanes. Desde la Guerra de los seis días, en 1967, el centro de la ciudad está ocupado por varios cientos de colonos ultraortodoxos. Es el asentamiento más provocador e hiriente de todos. Hay gran cantidad de militares y constantes controles para “”protegerlos”. Todas las calles colindantes en el centro histórico se han vaciado, el comercio se ha arruinado, el turismo ha desaparecido. Lo que antes fue la vida de una ciudad antigua muy comercial y animada, ahora lo llaman “la ciudad fantasma”. Allá fuimos pasando diferentes “checks points”, en general correctos y educados. Suelen ser soldados muy jóvenes que están haciendo sus tres años de servicio militar. ¿Podríamos imaginarnos ahí la cara de nuestros propios hijos?

  • Asentamientos judíos.

Había niños por la calle tratando de vendernos algo, algún tendero aburrido y nadie más en la ciudad fantasma. Alambradas, casetas y torretas militares, pero ambiente tranquilo. ¿Miedo? Solo en un momento: hay una voz fuerte, los soldados se mueven rápido, se reparten, echan rodilla a tierra apuntando a una esquina. Tensión. El guía nos dice “algo pasa”. Nos quedamos quietos, casi en medio de los soldados. El más adelantado se levanta, mira a otro, sonríe… y dice algo así como “el ejercicio nos ha salido bien”. Nosotros nos miramos, no decimos nada, pero pensamos “¡la madre que os parió…!”

Llegamos por fin a visitar la Tumba de los Patriarcas, uno de los monumentos emblemáticos de ambas religiones. El guía no estaba autorizado a pasar a la parte judía. No hay turistas, solo militares y algunos rabinos. La tumba está compartida, por un lado es mezquita, por el otro una sinagoga. Desde ambos se ve el mausoleo, pero no se comunican. Al salir oímos cánticos y Javier se asoma. Son varios rabinos que están cantando después de comer. Nos invitan a sentarnos y a comer. Son las tres. No hemos probado bocado desde las 9 de la mañana y aceptamos sin ninguna duda. Luego pasamos a la mezquita contigua. Vemos al imán hablando a los fieles. El guía nos explica que en este mismo sitio, en esta misma situación, en 1994 un colono ultraortodoxo abrió fuego y mató a 29 personas, hiriendo a más de 200… Aquí mismo. Se siente un escalofrío. Se suspendieron las Conversaciones de Paz, pero la vida de los palestinos continuó…

Cuando regresamos a Belén encontramos atascos, pasamos un control y vemos otro en sentido contrario que ha formado una cola de coches de más de un kilómetro. “Siempre es igual. Lo hacen para fastidiar”. Llegamos a Belén ya de noche. En la Plaza del Portal vemos a un lado la Iglesia de la Natividad y al otro la Mezquita de Omar. En Belén hay 60.000 árabes cristianos conviviendo con los musulmanes. En la Plaza, adornada con un gran árbol de Navidad, no cabe nadie más. Suena música navideña. Hay gente de todo tipo. Los templos están cerrados. Los dioses de uno y otro lado de la plaza se han ido a dormir y la gente convive y disfruta de la noche.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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