Por toda Castilla y León, desde Los Ancares hasta las tierras altas de Soria, los pequeños pueblos se van abandonando y hoy solo acogen algo de vida en vacaciones o en algún fin de semana. Pero donde nosotros vemos esta situación con toda su crudeza es en el nordeste segoviano y sobre todo en la Sierra de Ayllón, en los conocidos como los Pueblos rojos y Pueblos negros.
Me gusta llegar hasta aquí cada vez que quiero enseñar a algún amigo una Castilla realmente diferente e imposible de encontrar en otro lugar. Son pueblos muy variados, no solo por los colores, sino por su arquitectura y el ejemplo de su adaptación al entorno. La geología de cada lugar proporciona el color de la piedra, pero también sus características y posibilidades económicas. Las casas de pizarra no permiten mucha altura y los vanos suelen ser pocos y reducidos, proporcionando ese aspecto de vivienda primitiva. La piedra roja permite mayores alegrías constructivas, dos plantas, con ventanas más amplias y hasta algunas alegres balconadas. Madriguera o Villacorta son los mejores ejemplos. Son casas levantadas con piedra ferruginosa, dura y roja, con posibilidades de adornos con otras piedras calizas. Lo vemos sobre todo en las espadañas de los templos.
Las tierras que pisamos nos ofrecen los más diversos colores, blancos, ocres, rojos, grises y negros, que hablan de su peculiar geología. Ha habido diversas explotaciones mineras, pero abandonadas por su escasa rentabilidad. Se ha recogido caolín, hierro, bauxita, grafito, wolframio…y por supuesto pizarra. Hoy vemos el colorido testimonio de esa época por las diferentes laderas.
Eran pueblos que vivían tanto de la ganadería como de la agricultura de secano. Solo Madriguera da la sensación de haber tenido un pasado con cierto desarrollo económico. Era el pueblo más comercial de la zona y eso producía más riqueza y mejores casas. Llegó a tener 750 habitantes a finales del S. XIX. Era el centro comercial de toda la zona. Así lo reflejan las hermosas y espaciosas casas que se construyeron y que hoy se han rehabilitado con acierto, dando una impresión engañosa de la realidad actual de esta sierra. El censo nos dice que tiene 22 habitantes, pero el último día de diario que pasé por allí no había nadie en el pueblo.
El Muyo o Serracín representan el lado opuesto. Serracín llegó a estar completamente despoblado. En los años 80 se instaló una familia y ahora hay dos casas habitadas todo el tiempo. En El Muyo son hasta cinco. Poco a poco en los últimos años se aprecia la llegada de nuevos habitantes o el retorno de los antiguos que recuperan casas viejas o construyen otras de nueva planta. Todos los pueblos ofrecen ahora un aspecto muy diferente al de hace 20 años. Incluso en Martín Muñoz de Ayllón encontramos interesantes ejemplos de arquitectura moderna adaptada a las condiciones del terreno. Llega el nuevo diseño a los rincones más perdidos.
Villacorta, el pueblo rojo más llamativo junto a Madriguera, llegó a quedarse en cuatro habitantes en los años 70. Hoy, sin embargo, podemos contemplar la mayor parte del pueblo recuperado, con un buen número de casas nuevas, levantadas con los medios y el diseño tradicional. Viven habitualmente más de veinte personas, abren a diario el bar y sobre todo están muy orgullosos de lo que han conseguido de su pueblo, incluida la adecuación del antiguo “teleclub”-bar que han conseguido del ayuntamiento de Riaza, del que dependen.
Todos se quejan del olvido que sufren por parte de las instituciones, sobre todo del Ayuntamiento de Riaza, que es a quien tienen más cerca. Pero está claro que no dispone de los mínimos recursos para mantener en estos pueblos lo que hoy llamaríamos una vida digna. Deben ser otras instancias superiores las se sumen al arreglo de calles, carreteras, electricidad, agua, sanidad, educación…que es lo mínimo. Hoy añadimos, como imprescindible, un buen acceso a Internet. Si no, no hay posibilidades de vida.
José María Pérez “Peridis”, humorista gráfico, arquitecto y presidente de la Fundación Santa María, que promueve el patrimonio como generador de desarrollo, propone un nuevo “Plan de Repoblación”, como el que se llevó a cabo en la época medieval para atraer la población a estas mismas tierras, que entonces eran inseguras y de escaso atractivo. Al igual que se hizo en la Edad Media, propone modificaciones legales para estos territorios, (lo que en su día supusieron los Fueros medievales entregados a las villas), junto con apoyos económicos, incentivos fiscales y por supuesto buenas comunicaciones y medios tecnológicos. El resto son inútiles cantos de políticos en busca de foto y titular en algún periódico.
7 mayo, 2017
que razón tienes al decir que estamos abandonados por el Ayto de Riaza