Este fin de semana tenía lugar en Nava de la Asunción el acto de la entrega del premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, que en esta edición ha ganado el poeta alicantino Pedro Maestre con el poema titulado «Tiempos digitales». La entrega del premio tenía lugar en los salones del Hotel Fray Sebastian y reunió a casi un centenar de personas. Entre ellas la familia del poeta Jaime Gil de Biedma.
El poeta y articulista alicantino, natural de Elda, (1967) es la primera vez que gana un certamen de Poesía, y tiene en su haber ser ganador del Premio Nadal, en el año 1996, con una novela autobiográfica “Matando dinosaurios con tirachinas”.
El poema de Maestre,» Tiempos digitales», es sumamente explícito y trata sobre “la soledad y las relaciones de amor en esta sociedad a través de los medios digitales”.
Hay metralletas de azufre en Twitter.
Hay vacío metalizado en Facebook.
Los WhatsApps son ceniza de palabras.
Omegle es un inmenso peep-show.
Y la soledad no sabe ser ella misma.
Anda perdida y desértica entre una multitud de espejismos.
Uno de ellos eres tú, You,
y otro soy yo, Stranger.
Eres tan ofensivamente desconocida
y yo soy tan desconocido para mí mismo
que nuestros desconocimientos supuran el flamante oropel
que tiene obstruidas las arterias del amor,
ese viejo cansado que nadie entiende ya.
El egoísmo lo ha convertido en una transacción más.
La velocidad, espídica, ha dejado atrás sus ceremonias.
La virtualidad ha corrompido hasta el delirio su semilla.
Entonces, ¿cómo encontrarte incendiada?
Entonces, ¿cómo encontrarme verdadero?
Ni siquiera podemos alzarnos
en sueño y ala,
reptamos como todos los demás
por una ciénaga laberíntica de píxeles,
sin la magia de la carne hecha vino.
Somos mentiras que se exhiben,
asépticamente impúdicas,
ante un espejo onanista.
Tú quieres mi eyaculación
y yo tu clamoroso orgasmo.
No queremos sumergirnos sabios
en la hospitalidad pringosa de un cuerpo,
en el tedio de un alma ajena y cotidiana,
perdemos el tiempo sólo en fugacidades.
Como, irrefrenables,
cambiamos de canal televisivo,
lo hacemos de vivo maniquí digital,
somos sólo fieles a nuestro narcisismo.
Y en esa cárcel estamos presos.
You, ¿te fugarías amorosamente conmigo,
te vendrías a esa fiebre llamada vida?
Allí por lo menos el dolor tendría raíces
en mi corazón disecado
y tu implacable ausencia
sería una nostalgia con gravedad.
Te añoraría tanto que esculpiría el recuerdo
de haberte alguna vez amado.
Y mi amor habría sido tan frondoso y cierto
que no seguiríamos siendo fantasmas
ahora que ha finalizado la conexión.
Comentarios recientes