Creo que en esta campaña pasada, más aún que en otras, ha quedado muy claro que ha sido un tiempo de mentiras y falsedades, ni siquiera de “fake news” o bulos. Simplemente mentiras. Es tiempo de desenmascarar a los políticos desde la realidad de la calle. Las campañas van dirigidas a manejar nuestras emociones. Nos hacen hinchar el pecho y calientan nuestro lado más emocional para odiar al otro. Las razones no son nada útiles en campaña. Nos han vendido patriotismos baratos, identidades líquidas, miedo al emigrante, miedo a la antiespaña, miedo al Apocalipsis si ganan los del otro lado…Todos querían salvarnos del Armagedón amenazante.
Para empezar, no es cierto que exista una polarización, una división de la gente, como ellos nos quieren hacer creer. Nosotros nos hablamos, paseamos, nos tomamos cañas, hablamos en la espera de una consulta…con gentes de opiniones muy diversas y contrarias a las de cada cual. No nos voceamos, ni nos insultamos y hasta con los cuñados mantenemos la buena conversación y el entendimiento.
No es cierto, para la inmensa mayoría, que el principal problema sea que España se rompe o que los inmigrantes amenacen nuestro modo de vida. No es cierto que haya inseguridad en España, que es uno de los países más seguros del mundo. No es cierto que haya robos y atracos constantes, que continúan disminuyendo. No es cierto que los impuestos nos roben las herencias, que desanimen a invertir, que arruinen a las empresas, porque España tiene la menor carga impositiva de los países europeos de nuestro nivel.
Los problemas reales son muy diferentes y a casi nadie le ha interesado hablar de ellos, porque esos problemas no se manejan con emociones, sino con datos y con propuestas fiables. Aquí abajo nos preocupa mucho el alto nivel de paro, sobre todo el 40% entre los jóvenes. Nadie ha dicho nada. Nos preocupa el deterioro constante de la Educación, el aumento de las listas de espera y la falta de médicos en Sanidad. Nadie ha hecho propuestas. Pienso en los del trifachito que proponen constantes rebajas de impuestos pero no nos dicen en donde recortarán para ajustar las cuentas.
En los pueblos nos preocupa la contínua marcha de la gente más valida, sin que haya expectativas para el retorno o el asentamiento de gente nueva. Hemos escuchado las mismas divagaciones huecas que hace 30 años. Nos preocupa la llegada de inmigrantes sin que haya un plan europeo para la organización de la acogida, respetando los derechos humanos y acorde con las posibilidades de cada país. Silencio sobre el tema. Nos preocupan los problemas medioambientales, que los jóvenes han llevado al primer plano, pero parece que cualquier medida restaría votos. Nos sigue preocupando el cajón vacío de las pensiones. Nadie ha querido tocar el tema, ni ha ofrecido posibles soluciones. Como esos datos son duros…prefieren hablar del amor a la patria y del papel de La Legión en la defensa de nuestros valores.
Después de la campaña sigo pensando que la tarea de los políticos es resolver los problemas de la gente, no crearlos. Nos han impuesto los temas que a ellos les han interesado para manejar nuestro lado emocional y dirigir ahí nuestros intereses. Pero ha pasado el tiempo de la música de campaña y vuelven los problemas con su insistencia cotidiana.
En Andalucía resuelven esos problemas de una manera muy concreta y parece que están tan contentos. Han anulado el Impuesto de Sucesiones para los herederos de más de un millón de euros, los otros ya no pagaban nada anteriormente. “Todos tan contentos”. Han rebajado el IRPF tres puntos para los sueldos de más de 120.000 euros…y un 0,5 por ciento para los de 20.000 euros. A unos les rebajan 3.600 euros, a los otros 100 euros…y todos tan contentos porque hay bajada de impuestos. Los unos tienen su sanidad privada y su enseñanza donde no han sufrido recortes. Los otros verán aumentar las listas de espera y la falta de recursos en la enseñanza pública. “Todos tan contentos”, con sus procesiones y la Feria de Abril.
Tras ver ejemplos así y, una vez aterrizados en nuestra política de cada día, tendremos que exigir a los políticos que atiendan a nuestros problemas reales. Nadie está interesado en mirarse en el espejo de Portugal, donde un gobierno de coalición de izquierdas ha conseguido en dos años reducir el paro, frenar la desigualdad, rebajar la deuda y hacer que crezca la economía y la confianza de amplios sectores de la sociedad. En nuestra casa, la subida de impuestos anunciada por el Gobierno de Sánchez para empresas y nóminas de más de 150.000 euros ha caído como unas banderillas en los lomos de los partidos de la derecha. Aún estamos muy lejos del nivel impositivo medio europeo.
No queremos que la extrema derecha marque la agenda de toda la política, como está sucediendo en otros países del entorno. No queremos que unos y otros muevan las banderas para que tapen la desigualdad, el paro y los trabajos precarios. No hay que olvidar que las patrias se construyen siempre con héroes, historias manipuladas, mitos y sacrificios sangrientos. En cambio un Estado se construye con el trabajo de cada día de la gente corriente, con servicios iguales para todos, con impuestos que reduzcan la desigualdad y con unos ideales sociales que puedan unir a gentes muy diversas, más allá de credos, lenguas, colores de piel o lugares de origen.
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