Fue una noche mágica, llena de poesía y de música. Después de escuchar en San Francisco versos de Lorca, Alberti, poetas locales, cantares y reflexiones sobre el futuro de la vida, del agua y del Cega, nos esperaba la música de Los Mayalde en el Patio de Armas del Castillo.
Se anuncian como música tradicional pero ofrecen mucho más que música y mucho más que tradición. Aunque quieran hacer folclore tradicional en realidad ofrecen un espectáculo total, música, teatro, mimo, danza,filosofía…,propio del siglo XXI. Cada presentación es un monólogo de alto nivel. Cada explicación de temas es una pedagogía histórica sobre la música, disfrutada en el pasado y maltratada en nuestros días, en palabras del antiguo juglar. Entre medias, Eusebio nos enriquece con reflexiones sobre los quehaceres del pasado y los vacíos del presente. A veces son peroratas humorísticas o esperpénticas, pero otras veces son demoledoras y hasta apocalípticas, anunciando el fin de un mundo sin música. Así se han presentado siempre los juglares
Fueron dos horas de Concierto que pasaron como el vuelo de la cigüeña cercana. Las noches en el Patio de Armas ya no son lo que eran. Ya no hace frío, ni se levanta el vientecito malsano al anochecer. Ahora son noches para disfrutar sin tener que encogerse y arroparse. Esto debe ser la prueba más evidente del Cambio Climático. Pasaremos a vivir de noche, de ahora en adelante. De noche, pero con la música viva de los Mayalde.
Llevan 40 años sobre los escenarios haciendo música de anteayer con un toque peculiar que se va adaptando a los tiempos. No faltan nunca los brindis con la bota de vino o las tonadas con gaita salmantina. Pero han ido añadiendo instrumentos que enriquecen su repertorio año tras año. Escuchamos bandoneón. saxo, rabel, gaitas varias o contrabajo casero. Pero el punto fuerte de Los Mayalde son siempre las percusiones, siempre populares y caseras. Cucharas, tenedores, sartenes, mesas, regaderas…toda una lección histórica para enseñarnos cómo era la música salida del hambre y de la pobreza. La música, nos repitió Eusebio varias veces, es el alimento del alma y una sociedad que no canta está llamada a extinguirse. Por eso, el culmen de la noche fue una tristísima canción que acompañaba el caminar de una cuerda de presos. Todo el Patio de Armas en pie siguió el ritmo machacante de unas cadenas y una cuerda, haciendo una gran cuerda que nos puso los pelos de punta, recordando ese tiempo en que este Patio estuvo lleno de presos.
Eusebio Mayalde es el último juglar de un tiempo que se fue pero es un nuevo juglar moderno de este tiempo revuelto, que acompaña la música con monólogos, charlas didácticas, adivinanzas, consejas de vieja y puestas en escena que nos llevan a la plaza de cualquier aldea medieval, contando historias de guerras, de amores, de odios y venganzas. El hilo eterno de la vida.
Los Mayalde llevan cuarenta años recorriendo pueblos para que no nos falte la música. Para que recordemos y valoremos las tonadas de anteayer y así podamos juzgar y apreciar mejor las miles de músicas diferentes con que nos martillean cada minuto, cada día, en cada lugar. ¡Larga vida a la música tradicional!
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