El ganadero Adolfo Martín y el diestro Fernando Robleño colocaron este fin de semana el cartel de no hay billetes en Cabezuela, en la charla coloquio organizada por la asociación de Amigos del Toro de esta localidad. Y ninguno de los dos defraudaron a los mas de 200 aficionados que llenaron la sala del centro cultural La Panera, en la que el ganadero madrileño hizo una defensa de la casta del toro bravo como esencia fundamental de la fiesta, «que es la que da espectáculo y mantiene la afición».
La charla coloquio fue moderada por un gran aficionado, Juan José Matute, y el ganadero madrileño alabó la figura de Robleño, que tienen mucho mérito porque reconoció que el tipo de toro que cría «es un toro que transmite emoción y peligro, es un toro imprevisible que te hace pensar, y el que es complicado te lo hace pasar mal», señalaba Adolfo Martín sin tapujos. Palabras que fueron rubricadas por Robleño, que además añadió que cuando te toca uno bueno «es un tipo de toro que no se te olvida».
Adolfo Martín habló apasionadamente de los toros de su hierro que han dado prestigio a su ganadería, y el diestro madrileño repasó su trayectoria profesional, una carrera larga en la que se ha ganado un merecido prestigio en tierras francesas ante la falta de oportunidades en las grandes ferias de nuestro país. Por ello, Adolfo fue muy crítico con el momento actual de la fiesta, afirmando que «hay que meter sangre nueva en la fiesta de los toros, hay que renovar y dar oportunidades», y remató la cosa señalando que «el mismo tipo de toro, un toro encastado tenía que salir para todos».
En esa misma línea, no dudo en afirmar que estamos en el peor momento de la fiesta, «hemos convertido esto en lo que hay», cada vez son menos los aficionados y «el gran público tiene mucho desconocimiento«, señalaba alto y claro el ganadero madrileño. A la vez que defendió en Cabezuela los festejos populares, «crío un toro para la muleta, pero hay que fomentar la fiesta y los festejos populares tienen todo mi apoyo». Para afición, la de Cabezuela, que llenó a rebosar la sala del centro cultural La Panera.
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