Una obra para disfrutar. Una vida con interrogantes.
Alfonsa conocía bien su tierra, el habla, los pinares, las plantas, las canciones y las historias de su pueblo. Pero mantuvo una extraña relación de amor-odio hacia la gente de aquí. Y la gente es lo que da vida y lo más importante de una tierra. Ese extraño sentimiento fue mutuo y aún hoy continúa. Pudo haber dejado a Cuéllar su extensa y valiosa biblioteca, pero no lo hizo. Sabía que iría a parar a las manos de su hermano Basilio, como así sucedió. Y rápidamente lo transformó todo en dinero para sus dislates. Mantenía ese orgullo de viejos hidalgos rurales, apegados a sus tierras y a sus bienes hasta la muerte.
Hoy su biblioteca estaría en el Palacio Pedro I el Cruel y sería el mayor homenaje a su memoria y la mayor invitación para ser conocida y leída. Su nombre permanece a escasos metros de donde anteriormente estuvo por muchos años con letras grandes “TEATRO ALFONSA”, nombre que le dio su padre al antiguo cine en honor a ella.
Texto y Vídeo: Jesús Eloy García Polo
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