Ya estamos camino de Angkor, la ciudad jemer de los grandes templos. Vamos sin prisas y nos detenemos en ciudades que no suelen visitar los turistas. La mayor parte de los que vienen por aquí lo hacen para pasar unos días admirando los templos de Angkor y ahí termina su recorrido por Camboya. Todo el turismo acaba siendo masivo, porque todo el mundo tiene que ir a los mismos sitios. Angkor, luego Tailandia o Singapur…deprisa, deprisa, para ver muchas cosas.»Chi va piano, va lontano», dicen los italianos. Sin prisas y sin querer abarcar mucho. Somos viajeros provincianos en la aldea global y nos paramos por las calles, miramos con asombro los mercados populares, buscamos restaurantes locales y respondemos al saludo-sonrisa de la gente.
Con esta filosofía hoy nos hemos encontrado visitando un conjunto de templos en medio de la primera selva que nos ha salido al paso. Es el conjunto de Sambor Prei Khuk. Más de cien templos perdidos por un bosque, solitario de hombres y sonoro de pájaros. Son interesantes porque son las construcciones más antiguas de Camboya. Pertenecen al reino de Chenla, del siglo VII, anterior al periodo de Angkor. Aquí se inició el tipo de templo que luego floreció en la conocida civilización. Viendo estas torres templo entendemos mejor las grandes construcciones posteriores. En nuestras tierras esto equivaldría a las pequeñas iglesias mozárabes, visigóticas o prerrománicas que nos ayudan a entender los grandes templos románicos y luego las catedrales góticas. Nada surge de la nada. Todo tiene un origen. Y el de Angkor está aquí, en Sambor Prei Khuk.
En medio de la selva el calor no es tan agobiante, aunque la humedad es agotadora para unos castellanos del páramo. Hemos estado recorriendo los senderos durante un par de horas, con nuestro guía, como un auténtico privilegio exclusivo. No hemos visto a nadie más en toda la mañana. El turismo está despertando pero, de momento, solo se concentra en un punto. Andar por el resto del país parece un turismo de descubrimiento. Cada aldea o cada templo nos parece todo un hallazgo. Hay que trabajárselo un poco, pero la recompensa siempre es un rincón sorprendente del país. Nuestro guía nos ha explicado un poco la historia de estos templos. Son hinduístas porque entonces era esa la religión del reino. Hemos visitado un templo dedicado a Shiva, otro a Visnú y el conocido como Templo del León. Lo que más nos ha sorprendido ha sido un templo abrazado por un gigantesco ficus, que, sin embargo, ha respetado toda su estructura y ha contribuido a mantenerlo en pie. También nos ha comentado la historia más reciente.
Hemos visto un pequeño templo con efectos de los bombarderos B 52 americanos de los años 70. Todas estas son zonas que bombardearon intensamente para atacar las bases del Vietcong, pues los vietnamitas se refugiaban en los bosques de Camboya. Tardaron muchos años en reconocer estos bombardeos masivos. Castigaron estas selvas con el famoso «agente naranja» que deforestaba y dejaba contaminada la tierra por décadas. Hemos visto mapas con las extensas zonas contaminadas. ¡Otra herida más en este sufrido país! Por eso cada vez valoramos más la sonrisa de la gente. En España, 80 años después de nuestra guerra civil, todavía aparece cada día el odio y el rencor en las páginas y pantallas de los medios informativos. Quizás los budistas sepan perdonar mejor.
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