También es Patrimonio de la Humanidad, también es una ciudad preciosa, envidiable, inconfundible, imprescindible… pero creo que es un ejemplo claro de todos los excesos y aspectos negativos que tiene el turismo.
La ciudadela de Carcasona es una ciudad fortaleza, inmensa, bien conservada y muy bien restaurada, repleta de rincones, edificios, iglesias y lugares con encanto… pero vacía de vida. Ya no es una ciudad. Aquí solo hay turistas…,tiendas para turistas, hoteles, restaurantes, artesanías, boutiques…todo para turistas y solo para turistas. Ya todo es un gran parque temático para que los turistas encontremos todo lo que nos quieren vender en un pack cómodo y a tiro de piedra: batallitas históricas, arte enlatado, recuerdos, comida, bebida, relax…
Creo que esto es precisamente lo que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quiere evitar en Barcelona. Ya la Rambla parece un poco ese parque temático para turistas, que quiere evitar que se extienda por otros lugares de la ciudad. Venecia debe de ser el ejemplo máximo. Es difícil mantener el equilibrio entre una ciudad turística y una ciudad viva y auténtica que tenga en el turismo una fuente de riqueza, pero no la única, a la que todo se subyuga.
Las calles están repletas de riadas de turistas, casi siempre en grupos, porque somos animales gregarios y casi todos grupos de gente mayor, que quieren disfrutar de tofo lo que antes no han tenido oportunidad. Da la sensación de que el turismo por lugares de cultura e historia es cosa solo de abuelos. Para los jóvenes se dejan los rafting, puenting, rutas en quads, playas de cerveza y festivales de music-drina. El turismo de antiguallas parece cosa de los viejos.
Todas estas reflexiones no menosprecian en nada la belleza del castillo y las murallas de Carcasona. Fue la capital del Catarismo y fue tomada en 1209, como primer gran triunfo de la cruzada papal. Entonces no tenía estas murallas que hoy vemos. Las construyeron después para hacer de la ciudad la fortaleza inexpugnable que hoy vemos. Marcaba la línea defensiva contra el reino de Aragón que entonces se extendía por todo el Rosellón. Esa misma función pasaron a desempeñar todos los castillos cátaros que vamos visitando. Ocupan la primera frontera montañosa que se encuentra tras las fértiles tierras del Rosellón.
Más allá de Carcasona vuelven los pueblecitos cuidados y cuidadosos de su arte. Nos sorprende que en todos hay bastante gente que habla español, en la calle, en las tiendas, en los bares…Nos recuerdan que fueron muchos los miles de españoles que se extendieron por estas tierras después de la Guerra Civil. Luego continuaron llegando en los años 50 y 60, buscando una vida mejor que en la España de Franco no encontraban. Aquí han hecho su vida y aquí han nacido sus hijos franceses y bilingües. Como ejemplo, ahí está el Primer Ministro, Manuel Valls, y la Alcaldesa de París, Ana Hidalgo. A pesar de ello, hay muchos que piensan que los franceses no nos quieren y nos menosprecian. ¿Alguien se imagina un presidente español nacido en Marruecos y una alcaldesa de Madrid que viniera de Túnez? El libro de las lecciones por aprender sigue abierto.
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