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Desde el mar de Pinares: Cada vez somos menos

Vecino de Dehesa de Cuéllar.

Una gran manifestación en Madrid de la España Vaciada es un paso más para hacer visible el problema de una España que se vacía frente a otra que se urbaniza sin piedad ni respeto, por nada ni por nadie. El mapa muestra un desequilibrio territorial que se inició ya en el siglo XIX y que se ha recrudecido en la época de las grandes tecnologías hasta llegar a un punto de no retorno para la mayoría de los pequeños municipios de muchas zonas de Castilla y León, Castilla la Mancha, La Rioja y Aragón, fundamentalmente.

Hace mucho tiempo que ya están hechos los análisis de la situación actual, sus causas y las posibles soluciones para detener la hemorragia poblacional. Falta el compromiso de los representantes que elegimos. Hasta ahora todo han sido parches, estudios, comisiones y verborrea electoral cuando los políticos tienen que abandonar sus despachos para llegar con sus Audis a inaugurar alguna migaja en las tierras de los “miserables del siglo XXI”.

En los tiempos del 4G lo rural no mola…y cada vez menos. A los tópicos conocidos sobre los pueblos se les han ido añadiendo los problemas derivados del olvido de las distintas Administraciones. Todos los referentes de la cultura actual son exclusivamente urbanos. Los pueblos aparecen simplemente como espacios de ocio para que los urbanitas guapos, inteligentes, creativos, dinámicos…vengan a desestresarse, en la naturaleza que nosotros les conservamos, para volver “con las pilas cargadas” a ese mundo urbano de trabajos tan interesantes, tan motivadores y tan decisivos para la marcha de nuestro mundo. Nosotros, los pobrecitos rurales, nos quedamos en este mundo atrasado, inculto y decimonónico, cultivando las tradiciones del espíritu patrio para llamar la atención de los nuevos señoritos y los nuevos ricos, a los que tenemos que agradecer nuestra existencia y nuestra manutención subvencionada.

Vecino de Torrecilla del Pinar.

Más o menos así es la dicotomía actual entre lo urbanita y lo rural. Es la nueva versión de los Santos inocentes. Nosotros tenemos que mantener la finca en buen estado para cuando los señoritos tengan a bien venir a cazar y soltarnos unas migajas. Tenemos que conservar los bosques en buen estado, los caminos y las veredas limpias, las calles bien oreadas, las carreteras adecuadas, los animales como en una película de Walt Disney, sin olores ni en granjas ni en pueblos, las casas arregladas… Y además tenemos que poner a su disposición las tonterías que precisen: casas rurales redecoradas con los tópicos medievales o granjas de cine con una vaquita, una cabrita, las gallinitas …para sus retoños urbanitas. Tenemos que preparar espacios para sus horteras despedidas de soltero, o para la última moda en la quema de adrenalina, paracaídas, rafting, escalada…Siempre con novedades, que si no los urbanitas se aburren. En fin, lo que quiera el señorito.

Segovia capital, es el claro ejemplo de que el turismo por sí solo no va a hacer sobrevivir al mundo rural. Segovia pierde población a pesar de que tiene el mayor número de turistas que jamás pensó. Hacen falta bastantes más cosas para mantener el tejido rural. Cuéllar y su comarca mantienen engañosamente su población por el gran número de emigrantes empadronados. La zona del Nordeste, es ya un desierto demográfico con apenas 10.000 habitantes en un espacio que ocupa casi la mitad de la provincia.

Ropa tendida.

Sin embargo, este 70% del territorio español que pierde población debe ser reconsiderado como una gran riqueza disponible para reequilibrar el desarrollo, pensando en una economía sostenible, que pronto veremos que es la única economía posible. No entiendo porqué todas las Administraciones se empeñan en el crecimiento de las ciudades, empezando por Valladolid, como un mantra que nos llevará a un mundo mejor. Madrid y Barcelona siguen creciendo sin que nadie ponga un pero. Es una tendencia global y parece que todas las directrices económicas van por ahí. ¿Qué político se atreverá a tomar medidas en sentido contrario?

Por eso la Manifestación de la España Vaciada adquiere mayor significado. Es levantar la voz contra la política y la economía que desde hace más de un siglo nos ha llevado a abandonar a su suerte a más de la mitad del territorio. Es rebelarse contra todo un sistema económico que aniquila el planeta con los grandes consumos de las urbes y nos empobrece como humanos. Ya nos avisan que pronto la mitad de la población mundial vivirá en ciudades. Nadie se replantea detener ese desastre social y ecológico. Tengo en la mente la ciudad de El Cairo, con sus 25 millones de habitantes, donde se suman todas las contradicciones de un mundo que quiere desarrollarse y que se encamina a una situación donde no hay soluciones posibles.

Nuestro Gobierno ha anunciado nuevas medidas sobre el tema en plena precampaña electoral. Lo tomaremos con un tanto de escepticismo. Los hombres de Ciudadanos proponen una bajada del IRPF para las zonas rurales. No deja de ser una “ocurrencia electoral”. Quizás estaría bien, pero añadida a un conjunto de otras actuaciones que no alcanzan a ver los señoritos de traje ajustado.

El lunes seguirán vaciándose un poco más los pueblos de la España rural…y vendrán los nuevos políticos a por “el disputado voto del señor Cayo”. Que se acerquen a Serracín, en la Sierra de Ayllón, y hablen con Pablo, el único habitante, junto con su mujer, de ese pueblo negro, como el futuro.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

2 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con este artículo.
    Hace un tiempo escuché en algún lugar que unos urbanitas residentes en Madrid pero con casa familiar en un pueblo donde residen unos días en verano, se quejaban del ruido de los tractores que pasaban de madrugada por su calle. Así cómo de los chavales que estaban en la calle a la hora de la siesta, o por la noche… Porque «ellos venían al pueblo a descansar del ruido de la capital y querían tranquilidad». Me reí por no llorar. Esa gente que se fue del pueblo a la ciudad cuando eran pequeños se olvidan que en los pueblos las cosas también han evolucionado y ya no se va a segar con hoz, y que también hay coches y ruidos que trabajan la tierra y los animales para que los alimentos lleguen a las ciudades y ellos también puedan comer.
    Porque nos gusta lo rural, pero sin que moleste… Sin que haya olores a purines, sin excrementos en los caminos por donde pastorean las ovejas que después nos dan suculentos corderos y sin tractores que pasen por la calle a las 5 o 6 de la mañana, o 10 de la noche porque vienen de cultivar la tierra o recoger la cosecha.
    Quieren que el pueblo se pare para que ellos disfruten y no les molestemos en sus épocas de descanso, y por supuesto estemos a su servicio en tiendas, bares y cualquier cosa que necesiten. Que vienen exigiendo productos y disponibilidad absoluta como los marqueses en siglos anteriores.
    No se dan cuenta que somos iguales a ellos, no inferiores aunque no vivamos en una gran ciudad. Y que por suerte o por desgracia, debido a la globalizacion la diferencia entre los que viven en la cuidad y los que vivimos en los pueblos ya no existe.

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  2. No entiendo nada, somos firmes defensores de la vida en el pueblo, pero cuando gente de el pueblo intenta mejorar su forma de sustento, como puede ser la agricultura de regadío o la caza, nos salimos de nuestros cabales poniéndonos en contra de todo lo que sea mejorar estas actividades, que a día de hoy, creo que son de las pocas posibilidades que hay para poder subsistir, a ver si nos aclaramos y dejamos de mofarnos de los urbanitas, cuando el principal problema le tenemos aquí, con nuestra firme oposición a todas las iniciativas que surgen para mejorar nuestras principales actividades económicas, que creo que es la única posibilidad de asentar las poblaciones en las zonas rurales.

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