Creo que todos estamos bastante hartos de la matraca del “procés” y tememos aún más los días venideros. Continúan apareciendo en nuestras pantallas entrevistas, declaraciones, debates, encuestas… que repiten exactamente lo mismo desde hace seis meses. Ningún político se sale de su guión y todos sabemos de antemano lo que van a decir. Estamos hartos de frases ingeniosas, de twits mordaces, de eslogans de guerra publicitaria barata y de palabras gastadas.
Después de tanto tiempo cada vez queda más claro que los que han movido todo el enfrentamiento, el Partido Popular en nombre de unos, y la antigua Convergencia en nombre de otros, lo iniciaron de forma intencionada para la levantar una inmensa polvareda, luego fuera de control, para ocultar sus propias vergüenzas y corruptelas, que en otro país democrático les hubieran obligado a desaparecer.
Como a casi todos, me interesa bastante lo que pueda pasar en Cataluña y con Cataluña. Pero esa gran nube de polvo está ocultando los problemas reales y graves que todos sufrimos cada día. Apenas aparecen en los informativos, ni por supuesto en los Facebook o Twiter donde ya no molan nada esos problemas antiguos y nadie consigue twits virales con ellos.
Las argucias de Puigdemont, los sermones de Oriol Junqueras y los errores de Rajoy nos han ocultado la vida real de los españoles. Nos han ocultado que la crisis continúa para la gran mayoría de ciudadanos y que las desigualdades han crecido y siguen creciendo aún más. Que cada vez hay más gente sobreviviendo bajo el umbral de la pobreza, mientras que los insultantes sueldos de los altos ejecutivos cada vez se alejan más de los salarios considerados normales. Ya no se habla de las reformas laborales del Partido Popular que han hecho posible que incluso los empleados sigan siendo pobres. Se acabaron las mareas blancas, verdes, rosas…ya nadie tiene ni tiempo, ni ganas, ni hueco para colocar una protesta en su horario. Cuando llegan días con noticias sobre los procesos de corrupción del Partido Popular entonces arrecian aún más las declaraciones enfrentadas sobre el procés y sus fatales consecuencias.
Nos hemos olvidado de los recortes en el sistema sanitario, maltrecho y sin recursos para que lo veamos deficiente y corramos a engordar las entidades privadas, como está sucediendo. Nadie habla de los recortes en la Educación Pública, ni de la Ley Wert, que han dejado a salvo la Enseñanza Privada, mientras crece el descrédito de la Pública por la falta de medios y de profesores. Nos olvidamos de que se han cargado buena parte de los recursos para investigación con la excusa de los recortes. Eso supone algo así como comerse, en tiempos de hambre, el trigo que teníamos guardado para sembrar. ¿De qué viviremos en el futuro? Ningún político se atreve a plantear el grave problema del saqueo de la “hucha de las Pensiones”. La ministra de turno pide tranquilidad, sabiendo que, cuando estalle el problema, ella estará fuera de los focos, viviendo plácidamente en el Consejo de alguna empresa eléctrica. Por no hablar del cambio climático, que nuestros políticos no se atreven a enfrentar .
Es el tiempo de los malos periodistas, de los serviles y paniaguados. La información les llega ya elaborada, en forma de comunicados y declaraciones. Casi han desaparecido las noticias internacionales. Solo nos muestran de vez en cuando los desastres de Venezuela y las locuras de Trump para asustarnos un poco más con “las cosas que pasan por ahí afuera”. Nadie se molesta en hablar de Portugal y explicarnos cómo nuestros vecinos han salido de la crisis con la cabeza alta, con un gobierno de coalición de izquierdas que ha conseguido rebajar el paro, afianzar el crecimiento económico y aumentar el prestigio internacional de sus políticos.
Pero la peor de las consecuencias del procés es que nos ha despertado a los fantasmas del pasado y ha sacado los monstruos de la caverna. Vuelven los salvapatrias, los de soluciones rápidas. Vuelven las banderas que todo lo solucionan. Vuelve el fascismo patrio, que nunca desaparece del todo, para señalar a los buenos y los malos españoles.
Al final, las dos fuerzas incendiarias del procés son las más beneficiadas. Se ha fortalecido la posición política de M. Rajoy, tanto dentro de su partido como en el Parlamento y en el electorado español, donde el PP está aguantando el temporal de los procesos sobre la corrupción. Ha pasado de ser un político débil y sin apoyos a ser el baluarte de la unidad de España. Por el otro lado, la antigua Convergencia se ha camuflado, refundado y renombrado para seguir manteniendo su electorado y el poder de la burguesía corrupta que lo controla. Nadie habla de los Pujoles, del tres por ciento, del Caso Palau…ni han perdido un solo voto por ello. ¿Para qué mirar al pasado? Hay que mirar al futuro de la floreciente república soñada.
Por todas estas cosas estoy muy harto del procés y cada día, ante cada informativo, tengo que hacer muchos esfuerzos para quitarme la venda de los ojos que me ponen cada “última noticia sobre el conflicto catalán”.
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