Todas las llamadas ecologistas parecen dirigidas a salvar el planeta. Nos dicen que estamos obligados a salvar sus bosques, sus ríos o sus mares. Nos advierten de la sobreexplotación de los recursos mineros, de los suelos, de la contaminación de nuestros aires y del incremento del calentamiento global debido a las actividades humanas. La conclusión parece ser ¡Pobre planeta! Y la acción buena a desarrollar es ¡Vamos a salvar el planeta!
El planeta Tierra ha conocido episodios de todo tipo. Ha sido una bola de fuego y otras veces ha sido una bola de hielo, conservando la vida bajo la superficie. Ha tenido atmósferas irrespirables para nosotros. Ha sufrido grandes devastaciones por volcanes, terremotos o impactos de meteoritos. Ha sufrido varios inviernos apocalípticos que provocaron cinco grandes extinciones. Esto quiere decir que el planeta y la vida sobre su superficie se adapta a cualquier desastre. Cuando nosotros hayamos desaparecido, el planeta en unos simples millones de años habrá hecho desaparecer los miles de millones de toneladas de plástico, los hierros, aluminios, cristales, hormigones…todo desaparecerá sin ningún problema para la vida del planeta.
Lo que está en peligro no es la vida del planeta, es la continuidad de nuestra especie Homo sapiens. Nosotros estamos en situación de peligro inminente. Y nosotros apenas habremos sido un simple ruido en la eterna música de las esferas, un paso fallido más dentro de la escala de la evolución de las formas vivas.
Nos hablan de “calentamiento climático” como un eufemismo para no hablar de situación de emergencia total. Los políticos procuran no hablar con los científicos para que no les muestren que todas sus tareas son inútiles, simplistas y contradictorias. Parafraseando a Juncker sobre el tema de la crisis económica, los políticos dirían: “Sabemos muy bien cuáles son las medidas para evitar el desastre ecológico hacia el que vamos, lo que no sabemos es cómo ganar las Elecciones después”. Mientras tanto, nos entretienen con declaraciones, congresos, leyes de corto alcance, amenazas, prohibiciones simplistas…Son medidas que les proporcionan una fachada de preocupación ecológica, pero que no atacan el gran problema, que no es otro que el insostenible desarrollo de diez mil millones de habitantes que habrá sobre el planeta en 2050. China se desarrolla y consume más. La India se desarrolla y necesita más. África está iniciando el despegue económico y provocará mayores consumos con sus dos mil millones de habitantes en 2050…Ningún gobernante dice que todo eso será insostenible e inviable. Los científicos avisan y los datos y la ciencia son tozudos.
¿Quién les dice a los gobiernos de Bangladesh, Nigeria, Sudán… que no pueden seguir creciendo con seis hijos por mujer, destinados a la emigración? ¿Qué político prometerá triplicar los impuestos a gasolina y gasoil para reducir su consumo? ¿Quién votará al que aspire a dejar sin tráfico privado los centros urbanos de todas las ciudades? ¿Quién incluirá en su programa que el objetivo es decrecer, utilizar menos recursos, trabajar menos y ganar menos para consumir menos?
El objetivo prioritario de cualquier político es ganar las siguientes elecciones. Ya no hay programas a largo plazo, ni grandes propuestas por encima de objetivos partidistas. Todo se ha vuelto cortoplacista y de resultados inmediatos. Si una actuación no proporciona votos se desecha inmediatamente.
Entonces ¿quién va a tomar todas las decisiones impopulares, antidesarrollistas y de largo alcance que puedan mejorar las condiciones de vida en este planeta? Esos políticos hoy no existen. Perdón, existen, pero no volvemos a votarlos. El ejemplo más claro es el de Manuela Carmena y su actuación con Madrid Central. Quedará para la historia, que estudiarán nuestros nietos, como el ejemplo de un modelo que pudo ser pero que decidimos no apoyar porque cuestionaba nuestra cómodas vidas de urbanícolas tecnoadictos.
La joven activista sueca Greta Thunberg nos pone ante el espejo sin contemplaciones. Nuestros nietos no vivirán en este planeta tal como nosotros lo conocemos. Vivirán en una emergencia contínua. No hay esperanza. Eso es un cuento de predicadores, de filósofos baratos y políticos populistas.
En las pasadas Elecciones ni siquiera aparecieron estos problemas ecológicos de alcance global. A los políticos actuales les pedimos lo mismo que Johnny Guitar en el conocido diálogo: “Miénteme, dime que me quieres”. En las Elecciones les pediremos “Miénteme, dime que todo está controlado, que no hay problema, que la tecnología lo solucionará todo”. Mientras tanto seguiremos interpretando nuestras partituras como los músicos del Titanic.
23 junio, 2019
Sí estuviéramos educados para afrontar con éxito este problema quizá pudiéramos hacer algo, pero no hemos sido educados. Hemos sido educados para consumir, para consumir sin ningún respeto y sin ningún control. Mucho me temo , de que cuando nos demos cuenta de que efectivamente, no tenemos cultura ni ecológica ni política, solidaria, ya BV sea demasiado tarde.