Editado Por Jesús Eloy García Polo en Jun 27, 2016

¡Largo viaje camino de la costa! Después de tantos días disfrutando de las obras de los hombres y de la naturaleza de Camboya y después de sufrir los calores y sudores tropicales en nuestros cuerpos mesetarios nos merecemos unos días en las playas del Océano Índico. El viaje hasta aquí ha sido entretenido y trepidante, como casi todos por estas carreteras. A pesar de los kilómetros recorridos no acabamos de acostumbrarnos a los sobresaltos del tráfico. Ya he comentado el caos organizado de las ciudades. En las carreteras ya hay que hablar de tráfico realmente peligroso.

Hemos viajado con conductores suicidas, con alguno que se pasó las cuatro horas del viaje hablando por el móvil y con alguno casi normal. El vehículo más grande siempre tiene preferencia para adelantar y los demás deben apartarse, incluso hasta las hierbas. La raya contínua es un simple adorno de la carretera y las señales no existen. Los motoristas siempre practican un deporte de riesgo. El tipo de tráfico es un buen termómetro para conocer enseguida el nivel de desarrollo de un país. Supone el acuerdo común para respetar unas normas por las que regirse. Si no hay consenso por respetar las normas de tráfico será difícil que lo haya para respetar otras normativas de convivencia social y política.

En España, nosotros siempre poníamos el ejemplo de los temerarios conductores portugueses y marroquíes. En la cima del respeto, como en otras cosas, siempre están los países nórdicos. Otro termómetro de desarrollo, que siempre comentamos todos son los servicios. Su cuidado y limpieza nos marcan en un momento el nivel económico y social de un país, mejor incluso que el PIB. Camboya no puntúa muy alto. Hay un índice más,muy fiable, de la estabilidad económica y social de un país: el grado de corrupción. Camboya está en la cola de la lista mundial en niveles de corrupción. Como en todos los países muy religiosos, la corrupción, dicen que lo invade todo. Apenas nos dan facturas; casi nunca aceptan pagos con tarjeta; los precios son siempre negociables…Todo favorece a los corruptos. Parece que las religiones ponen mucho interés siempre en la caridad, pero nunca en la justicia, en pagar y colaborar con impuestos. Así somos también los países católicos, por oposición a los protestantes.

Estamos al fin pisando la arena de estas playas que se asoman al Golfo de Tailandia en el Océano Índico. En el suroeste de Camboya quieren hacer una zona turística semejante a las de Tailandia, pero les queda mucho camino por recorrer. Sihanoukville es un núcleo creciente pero muy desorganizado, caótico y sucio. Sin embargo da acceso a tranquilas playas donde apenas se ven turistas aún. Largas y solitarias playas donde cada tarde esperamos un atardecer de ensueño. Los nubarrones se encargan de volvernos a la realidad. Alguna playa cercana es muy visitada por gente local.

Como en todas las playas del mundo los niños juegan al fútbol, las vendedoras recorren la arena, las familias se juntan para comer y los enamorados adolescentes miran el sol poniente. Pero todo de una manera muy exótica para nosotros. Las mujeres se bañan con toda la ropa. Las familias extienden las esterillas y las llenan de cazuelas y fiambreras. Los lisiados y los ciegos no dejan de pasar pidiendo limosna. Las vendedoras nos ofrecen enormes cangrejos, brochetas de chopitos o pulpitos y unos extraños mariscos que parecen trilobites gigantes. Probamos de todo y… que sea lo que dios quiera. Nos han llegado los días de vida tranquila mirando al mar.