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Egipto (5): En la frontera sur adorando a Ramsés

Hemos llegado hasta Assuán, al sur de Egipto, junto a la gran presa que reguló el Nilo y la vida de todo el país. Cuando vemos salir el sol a las seis y cinco a orillas del lago, delante de los templos de Abu Simbel, ya hemos recorrido en autobús los más de 300 Km. que nos separan de Assúan, viajando por la noche. Continúan maltratándonos a los turistas, pero merece la pena este maltrato animal. Es un espectáculo inolvidable ver a los colosales dioses con las últimas luces nocturnas y luego con los primeros rayos del sol.

Estos templos marcaban la frontera sur de Egipto y fueron levantados sobre todo para advertir a los extranjeros, guerreros o comerciantes, sobre el gran país al que llegaban y el poderío de su faraón. Aquí aparece Ramsés II como dios, por vez primera en la historia del Imperio y aparece un templo dedicado a una reina, Nefertari, también por vez primera. Hasta ahí llegaba el amor que le profesaba Ramsés, solo comparable al del enamorado Shah Yajan.que construyó el Taj Majal para su esposa fallecida.

Estos grandes templos fueron salvados de las aguas por la gran colaboración internacional, española entre otras. El gobierno egipcio nos regaló el templo de Debod, también salvado de las aguas, que luce en Madrid, en agradecimiento por la ayuda.

Las grandes estatuas fueron serradas en trozos y reubicadas más arriba al borde del lago en una montaña artificial que alberga todo el interior de los templos trasladados. Una gran obra de ingeniería que agradecerán los siglos venideros.

Otros templos también fueron reubicados en las zonas no inundables. El más conocido es el de Filae, que fue trasladado de una isla ya medio sumergida a otra isla emergente. Es un templo de la época grecorromana, bien conservado y con las últimas inscripciones jeroglíficas de la historia.

Después de haber hecho el recorrido por tantos templos, construidos a lo largo de más de dos mil años, es admirable la permanencia del mismo estilo en arquitectura, pintura y escultura a lo largo de los siglos. ¿Es arte la repetición constante de un modelo? No lo sé, pero viendo estas maravillas me tiene sin cuidado. Nuestro guía Tareq nos explica las pequeñas diferencias que tienen estos últimos templos en el pliegue de los vestidos, de elegante influencia griega, o en los dibujos de los capiteles. El resto es casi idéntico a los primeros que vimos en Luxor.

Podemos pensar en la gran evolución de las iglesias cristianas europeas, desde las primeras ermitas visigodas a las relumbrantes iglesias barrocas, pasando por los austeros templos románicos, las elevadas catedrales góticas y las lujosas iglesias renacentistas. No hay nada comparable en otras religiones, que apenas evolucionan en su arte. Es difícil diferenciar en cada país una mezquita del siglo XII de otra del S. XIX, por ejemplo. Igual ocurre con los templos budistas o hindúes. Quieren reflejar la eternidad en la pervivencia de un estilo asimilado para ser repetido.

Aquí terminamos el recorrido sobre el terreno para echar el primer vistazo a la civilización egipcia. Después de contemplar toda la inmensidad de sus construcciones a lo largo de 25 siglos es difícil imaginar cómo pudo venirse abajo todo este montaje religioso e imperial. Los estudiosos se aventuran a decir que, al igual que con otros imperios, llegó un momento en que se unieron cambios climáticos, sequías prolongadas, con revueltas sociales que trajeron inestabilidad política y económica. Y todo ocurrió en un momento en que llegaba otro imperio emergente. Algo asi ocurrió con los mayas en Méjico, con los jemeres en Camboya…y algo así parece que está ocurriendo ahora con nuestra moderna civilización.

Mientras voy con estas cavilaciones por las orillas del Nilo, llegamos a un pequeño poblado nubio. Nos lo presentan como un pueblecito interesante, tradicional en su vida y en sus costumbres. Después de dar una vuelta por las calles y de tomar el té con aperitivos de comida Nubia, me quedo con el sentimiento de que es una “turistada” más de las que nos montan a los exploradores baratos del siglo XXI, para tenernos entretenidos y “para sacarnos los cuartos”, que diría mi abuela. Los turistas somos una especie con mucha capacidad de adaptación, casi como el cerdo y, de nosotros se aprovecha todo y todos, al igual que ocurre con los cochinos.

Por encima de estas ocurrencias hay que decir que el pueblo nubio ha mantenido su identidad, como pueblo del Alto Egipto, desde los primeros faraones. Hubo un tiempo en que fueron dueños de todo Egipto, hubo faraones negros y todavía hoy se conservan varias pirámides en su antiguo territorio, que ahora es Sudán. Respeto pues a estos altos, fuertes y orgullosos antiguos guerreros, que se ganan el pan honradamente con las nuevas posibilidades que hoy les traen las aguas del Nilo.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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