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Asaja: «El agujero negro de Proinserga se cierra sin pagar un euro a agricultores y ganaderos»

El agujero negro de Proinserga se cierra sin pagar un euro. En siete años de proceso judicial su valor patrimonial ha pasado de más de cien millones de euros a apenas 14. Los bancos gestionarán los restos. El fracaso de la gestión política y judicial completa el engaño a los agricultores y ganaderos segovianos. Artículo de Opinión de ASAJA Segovia

El proceso judicial de Proinserga da ya sus últimos coletazos.  La autoridad judicial ha repartido  el patrimonio de la compañía en 15 lotes que esperan comprador para enajenar sus bienes y ha dejado en manos de las entidades financieras la finalización del proceso. Los efectos terriblemente dañinos de estos siete años de inacción de la justicia quedan muy claros en la valoración de los terrenos y construcciones de Proinserga S.A., si en el año 2007 se valoraron en más de 27 millones de euros ahora apenas superan los 14 millones, que aún no se sabe si se alcanzarán en la venta.

Eso es lo que al final se podrá rescatar del patrimonio de la sociedad, que en el año 2006, en el momento en que saltaron a la palestra sus dificultades se valoraba en más de cien millones de euros. Se ha perdido más del 90 por ciento de ese patrimonio. Han conseguido reducir a la nada patrimonial una empresa que era líder nacional y a la vanguardia europea en la producción y comercialización de ganado porcino. Un gran logro del que nadie podrá pedir cuentas a estos señores.

Esto supone que prácticamente ninguno de los deudores saldarán sus débitos. Los bancos cobrarán por sus gestiones y cerrarán la mano para que ni un euro escape a su control. Al sector agrario no llegará nada. Los ganaderos que eran socios de Proinserga, aunque nada tenían que ver en su gestión, hace tiempo ya que perdieron la esperanza de recuperar el valor de sus producciones y los agricultores de CAMPO SEGOVIANO, las más de 300 familias que esperaban recuperar al menos una parte de los pagos por su cosecha del año 2007, que todavía esperaban cobrar algo, se encontrarán con la puerta cerrada, con otro nuevo desengaño.

Proinsega ha pasado de ser la estrella que daba luz, que desde 1968 alumbraba la economía de Segovia, cuando el sector porcino generaba más de la mitad de la producción provincial, a un agujero negro que engullía y hacía desaparecer todo lo que se le acercaba. Ahora esto se ve muy claro. Pero en aquellos meses del año 2007, cuando todo estaba en el aire todavía, esta empresa, su actividad y su proyecto económico parecían viables, porque la falta de tesorería se cubriría con su valor patrimonial, y había una decisión política clara de que el proyecto siguiera adelante. Con un cambio en la gestión, ceñido a su estructura primaria, productiva, pero vivo, porque ya se sabía que sería dramático para la economía segoviana aguantar un golpe de ese calibre.

En esas circunstancias para seguir adelante era absolutamente imprescindible que se suministrara grano a sus fábricas de pienso, radicadas en Fuentepelayo, para que siguieran abiertas y que las granjas pudieran alimentar al ganado. Hubo llamadas directas de los responsables políticos que garantizaban la continuidad de la compañía y que los pagos se realizarían, con promesas que incluían posiciones ventajosas en ese futuro para la cooperativa. Por eso CAMPO SEGOVIANO mantuvo sus ventas de cereal, cuando ya nadie aceptaba tratar con ellos, para colaborar en la salvación de una empresa emblemática del sector agrario, esencial para el campo y para Segovia entera. Pero todas las promesas y los pagarés quedaron en papel mojado. Esas ventas de última hora prácticamente duplicaron la deuda hasta alcanzar los cuatro millones de euros, con lo que se convertía en uno de los principales acreedores de la sociedad.

Los directivos de Proinserga desaparecieron y los políticos que lo avalaban todo se llamaron a andana, los responsables de CAMPO SEGOVIANO quedaron como unos idiotas y los socios agricultores han perdido su trabajo de un año, los ingresos de ese aciago 2007, la herida en la cooperativa todavía supura y tardará mucho tiempo en volver a la normalidad.

La lectura que ahora se puede hacer es que en realidad a nadie le interesaba la salvación de Proinserga. Los políticos de turno se dejaron llevar por el entusiasmo del momento. Por unos planteamientos económicos que parecían claros. Había dos salidas, por un lado la venta y, por otro, si se llegaba al concurso de acreedores sería para negociar una quita pero siempre se mantendría la actividad. El coste no era muy importante, apenas un aval de cinco millones de euros para calmar las tensiones de Tesorería y a seguir trabajando recortando gastos, deshaciéndose de activos tóxicos.

No obstante, el plan era otro y venía ya de mucho tiempo atrás. El plan para la desaparición de Proinserga se trazó desde Campofrío, empresa de embutidos burgalesa, en el año 2003, cuándo regaló su red de mataderos, incluidos en la empresa ALRESA, a Proinserga, con el beneplácito del entonces director general, Gustavo Martín Bustamante, ahora directivo de Campofrío, que de esa manera le paga los servicios prestados.

La empresa burgalesa se deshizo de todos sus activos tóxicos, repartidos por España, y tan sólo se quedó con el matadero de Burgos, que le venía estupendamente para su actividad. Proinserga tuvo que asumir las pérdidas, cerrar los mataderos, campañas tremendas de los trabajadores que se veían sin empleo en lugares como Zaragoza, manifestaciones, acampadas. Todo sin tener culpa alguna.

El topo, el quintacolumnista, el traidor interno siguió con su labor perfectamente planificada, amparándose en unos órganos de administración que tenía tan dominados como engañados, y las cuentas de la compañía se fueron deteriorando en esos años sin que nadie sospechara nada hasta que a finales del 2006 ya fue imposible esconder el gran agujero creado. Aún en esos días los directivos de Proinserga no se lo creían y mantenían posturas incomprensibles, que incluían hasta amenazas a los ganaderos díscolos. Él, como otros directivos de Proinserga, se salvaban de la quema, con su patrimonio a buen recaudo, y los demás que se las compusieran como pudieran.

Los responsables de Agricultura de la Junta de Castilla y León, ligados a Segovia, repetían que no se podía perder Proinserga. No contaban con las órdenes superiores que se fraguaban en Burgos y Valladolid. Los avales prometidos no llegaron nunca, la venta se hizo imposible porque hubo amenazas directas de representantes del sector cárnico a empresas de otras regiones que se mostraron interesadas, y las operaciones se torcían en el último momento. La consigna era acabar con Proinserga, no podía ser que una provincia como Segovia tuviera una empresa líder y asentada en la base del sector productivo.

Apenas un año después, en 2008, nadie parecía acordarse del problema, del fracaso de todos, de las actuaciones lamentables de los políticos y los dirigentes empresariales. Ese fue el resultado final, perfectamente planificado, y los segovianos que quisieron echar una mano, llevados tanto por su buena voluntad como por el engaño de los directivos de Proinserga y por los políticos de turno, en este caso los agricultores de la cooperativa CAMPO SEGOVIANO, fueron los que más perdieron quedando como tontos.

El proceso judicial no ha hecho más que asentar esas intenciones. Primero dilatando en el tiempo su resolución para que el olvido tapara las heridas. No ha habido intención alguna de reflotar la sociedad. Además, el juez desestimó la responsabilidad penal de los directivos de la compañía segoviana, a pesar de la claridad de la situación del director general, que ha llegado a directivo de Campofrío con el único aval de haberse cargado a la empresa líder nacional del sector porcino con casi cuarenta años de historia.

Ahora el patrimonio se ha perdido. De Proinserga tan sólo queda la fábrica de piensos de Fuentepelayo, que ha seguido trabajando porque a los cerdos hay que alimentarles todos los días, y se encontró con una situación de mercado favorable, ya que el alto precio del cereal beneficiaba a los que hacían compras prácticamente diarias, sin acumular reservas. Esta situación de la fábrica demuestra que el proyecto, reordenado, seguía siendo viable, algo que no interesaba a nadie.

Cuando todo acaba los resultados están a la vista. Segovia ha perdido su posición preponderante en el sector porcino nacional e internacional. Muchas granjas han cerrado, y toda la economía de la provincia se ha visto afectada por su desaparición: El sector del transporte, la construcción, el empleo, todo.

Ahora a esta provincia sólo le queda, en el mejor de los casos, quedarse con las granjas, con los cerdos y el purín, el sueño de aprovecharse de la riqueza que genera el valor añadido de la producción ha quedado roto. Como las esperanzas de cobrar las deudas.

El pódium de un proceso concursal de récord

Ganadores

1- Los administradores Concursales

Unos señores que se han llevado una importante cantidad de dinero durante siete años, por un trabajo que apenas les duró unos meses y después se han limitado a ver pasar el tiempo mientras seguía la tramitación judicial. Eso sí cobrando todos los meses al mismo tiempo que seguían con sus negocios habituales. Estos ingresos extra les han permitido mejorar notablemente su posición económica en esta época de crisis. Han logrado estar siempre en el ojo de la noticia y han recopilado una información que puede ser muy valiosa para futuros procesos económicos.

2- Los trabajadores de la choricera

Fueron los que más protestaron y “lloraron” en el principio de la crisis, apoyados por el poder de movilización y de negociación de los sindicatos. Lograron una importante solidaridad social. Gracias a ello consiguieron firmar buenos acuerdos con las Administraciones, autonómica y Seguridad Social. Hoy a ninguna de estas organizaciones se les oye en el lado de las quejas. Sacaron su tajada y ahora la mayor parte de aquellos empleados están encantados con su prejubilación, sin ganas de buscar ni de aceptar oferta de trabajo alguna.

Los «buitres» segovianos.

No nos referimos a esas magníficas aves que anidan en los cañones del Duratón o del Riaza. Señalamos a esas personas, en una provincia tan pequeña como ésta todos nos conocemos, que no dudaron en picotear ante el negocio caído para llevarse lo que pudieron, presentándose como salvadores, siguieron revoloteando a su alrededor y ahora vuelven a afilar el pico para llevarse lo que puedan de los despojos, anteponiendo sus intereses personales a cualquier beneficio general y encima pretenden que se lo agradezcan y les otorguen una posición privilegiada.

Perdedores

Los ganaderos de porcino

El sector porcino en Segovia no levanta cabeza desde la caída de Proinserga. Muchas granjas han cerrado, lastradas por una deuda que sabían que nunca podrían cobrar porque eran socios, propietarios de la sociedad, aunque para nada culpables de esa perversa gestión. Las que siguen buscan asentar unas estructuras que no les dejen en manos del matadero o comercial de turno, porque ya no gozan de esa líneas comunes de producción y comercialización que en su momento les pusieron en primer nivel europeo. Otros han ocupado ese lugar y  Segovia se ha caído con estrépito de la vanguardia de la producción porcina nacional.

Los agricultores segovianos

Son esas más de trescientas familias de la cooperativa CAMPO SEGOVIANO que perdieron su cosecha, que conservaban la esperanza de cobrar algo de esa deuda pendiente y que ahora se ha visto totalmente desvanecida. Nadie ha querido premiar su esfuerzo por colaborar en la salvación de la mayor empresa de Segovia, del mejor proyecto agrario de la historia de la provincia. Al final sus directivos, los que siguieron apoyando hasta el final han quedado como los tontos de la película, y los agricultores, los socios, han corrido con todos los gastos. Han pagado con un año de su vida, de su trabajo, para alcanzar la nada más absoluta.

La política y la justicia

Hay muchas empresas que salen reforzadas de sus procesos concursales, logran acuerdos con los acreedores, quitas, y vuelven a la actividad. En Proinserga parece que nunca se tuvo ese objetivo. Los políticos fracasaron en todos sus intentos de reflotarla, nunca se vio una apuesta clara con dinero contante y sonante. Se dejó pasar el tiempo, para que el olvido cerrara las heridas, y su patrimonio se depreciaba cada día, ni vio responsabilidad penas en directivos que se salvaguardaron su puesto y su patrimonio. La Administración judicial se ha comportado como un mero instrumento, un enterrador, sin ganas ni capacidad para levantar la gestión. Unos políticos, unidos a un juez, una Audiencia, que han sido incapaces de hacer de verdad POLÍTICA y JUSTICIA -tras siete años- para el bienestar de los ciudadanos y de una provincia entera.

Fuente: ASAJA Segovia («Campo Regional«)

Autor: Opinion

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