Un limeño, Andrés Roca Rey, que está destinado a ser figura del toreo, volvió a abrir la puerta grande de la plaza de toros de Cuéllar, en una tarde en la que dejó para el recuerdo la mas pura esencia del toreo, la quietud, acompañada de un temple y una pureza realmente asombrosas. Y lo realizo frente a unos novillos que no eran nada fáciles y que habrían puesto en aprietos a mas de un matador de toros del escalafón. El peruano puede ser el nuevo rey del toreo a poco que la suerte le acompañe y le dejen sitio, porque desprende aroma de torero importante.
Los Coquilla de Sánchez Arjona no fueron un dechado de virtudes, y sin embargo el peruano no echó la pata atrás en ningún momento. Mas bien todo lo contrario, clavo las zapatillas en la arena y plantó cara a su primer novillo toreando en el sitio y la distancia justas, con mucha rectitud y profundidad. Tanta, que terminó por someter al de Coquilla con una maestría extraordinaria, cogiendo al toro con la muleta siempre puesta por delante y rematando atrás, sin enmendarse para nada. Y ahí está la grandeza de este torero, hacer fácil lo verdaderamente difícil. Algo que muy pocos pueden hacerlo, y ni que decir tiene que toreando así cortó dos orejas y salió por la puerta grande.
Sin embargo, sus dos compañeros de terna no lo tuvieron tan fácil y al primero de ellos, Álvaro Lorenzo, los de Coquilla le pusieron en dificultades y se notaron sus carencias. Estuvo mejor en su primero, que fue mas manejable, y al que dió algún que otro muletazo con cierto gusto, pero sin terminar de rematar la faena y el público le premió con palmas. Y en su segundo estuvo a merced del toro en todo momento y su labor fue silenciada.
Y el jerezano, Gines Marín, pasó prácticamente inadvertido en su primero, por la falta de raza y flojedad del animal. Y en el quinto bis de la tarde, un sobrero de Guadajira, estuvo muy valiente y dispuesto, empezando su faena de muleta de rodillas y dejando su impronta toreando con clase al natural, y rematando su faena metido entre los dos pitones del novillo, con tanta exposición que sufrió un revolcón. Valiente el chaval, volvió a la cara del toro sin inmutarse y terminó su faena con unas bernardinas muy ajustadas, demostrando que tiene condiciones para ser torero (1 oreja). La plaza registró tan solo un tercio de entrada.
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