Mas allá de naciones, patrias y banderas.
Nadie sabe hacia dónde derivará el conflicto de Cataluña en las próximas semanas, pero es bien seguro que nos salpicará a todos. De hecho ya nos está salpicando. Parece que todos tenemos que definirnos en esa guerra que, como todas las guerras, solo admite dos bandos. O estamos con los independentistas “saltaconstituciones” o estamos con la vieja derecha reaccionaria y corrupta del Partido Popular.
No es casualidad que el conflicto comenzara a crecer exponencialmente con la llegada de la crisis económica. Los dos protagonistas de ese conflicto han actuado como verdaderos incendiarios. Tanto el Partido Popular, por un lado, como la corrupta y extinta Convergencia Democrática estuvieron muy interesados en potenciar el enfrentamiento y hacerlo mediático para desviar la atención de sus propios grandes problemas: la corrupción en las filas de ambos partidos y su incapacidad para responder ante la crisis social y económica con medidas eficaces, equitativas y socialmente aceptables. Ambos grupos prefirieron atizar demagógicamente las llamas del conflicto Cataluña-España para desviar la atención sobre sus propias vergüenzas. Mientras el partido de Mas ha terminado abrasado en las propias llamas (otros han recogido los frutos), el Partido Popular ha obtenido, obtiene y obtendrá grandes réditos políticos en el resto de España. Una mayoría lo identifica como el partido de la unidad de España, el defensor de la Constitución y el garante de los valores nacionales. Ya se ha comentado en las redes que si Mariano Rajoy está haciendo muchos independentistas, los propios independentistas están haciendo muchos Marianos Rajoy. Ambos se retroalimentan y salen beneficiados.
Mientras tanto el PSOE continúa desaparecido, víctima de sus propias contradicciones. Pensemos en los catalanes que votaban a la izquierda y que no son nacionalistas…¿Qué referentes tienen ahora? Sólo quedan Mariano Y Albert defendiendo abiertamente la continuidad de Cataluña dentro de España. Todos los partidos de izquierda, antiguos y nuevos, están haciendo encaje de bolillos con los hilos del conflicto. Ninguno se atreve a hablar con claridad de un tema sobre el que todos los ciudadanos de a pie tienen posiciones bastante claras. El mayor ejemplo de ese cinismo es la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
No se atreven a explicar que el nacionalismo catalán, como todos los nacionalismos, es un camino insolidario, reaccionario y de vuelta a un pasado supuestamente idílico. Todos los nacionalismos beben de la fuente de “el pueblo elegido”. Todos parten de que son mejores que sus vecinos y merecen un mejor destino histórico. ¿Por qué los nacionalismos surgen siempre en las zonas más ricas? A través de ellos aflora la corriente más tradicional e inmovilista. Detrás del nacionalismo catalán están las apellidos de esas cien familias catalanas que, según análisis históricos, llevan controlando los resortes sociales y políticos de Cataluña ¡desde el siglo XIII ! No olvidemos que los primeros periódicos en catalán y euskera los publicaron los carlistas, la rama más reaccionaria de la tradición española. En el Parlament apenas hay apellidos García, Martínez, López…que son los más comunes en toda Cataluña.
Ahora estamos en medio de una sesión del gran circo. Primero fue el tiempo de los equilibristas, ahora es el tiempo de los payasos, pero ya se oyen los rugidos, porque llega la hora de los leones. Habrá tensión, mucha tensión, pero la situación está controlada y será difícil que se salga del guión previsto. ¿Quién se acuerda ahora, en medio de esta tensión, de la familia Pujol, de los dineros en Andorra, del tres por ciento, de la Gürtel, de la corrupción sistemática del PP, de los “cuarentamilmillonesdeeuros” que nunca nos devolverán los bancos? Han montado el gran circo para ayudar a distraernos de tan duros problemas cotidianos. Los perros se ladran, pero no se muerden. Solo están reagrupando y fortaleciendo el espíritu de las manadas. Al final, tendrán que cambiar algo para que todo siga igual.
Cualquier solución para el conflicto será mala. Nos alejará más a los unos de los otros. Nosotros hablaremos de “los catalanes” identificándolos a todos con la CUP. Ellos hablarán de nosotros, identificándonos a todos con la peor cara de Mariano Rajoy. Los que encendieron el fuego son incapaces de sofocarlo y ya no se admite a nadie como mediador para ofrecer una salida pactada.
Pedro Sánchez se ha metido él solo dentro del Laberinto hablando de las posibles naciones. Parece que ahora ya tenemos tres naciones en España, vino a decir. Hay que pensar que si la nación pertenece al ámbito del sentimiento, “yo me siento catalán”, “yo no me siento español”… lo mejor sería no legislar en ese terreno tan conflictivo y resbaladizo. Creo que los castellanos tenemos exactamente los mismos componentes que catalanes, vascos y gallegos…para ser una nación, como reclama para ellos. Y los andaluces, y los leoneses y los cántabros… Hay que volver a Aristóteles y utilizar la razón y las razones para hacer política. Las emociones y sentimientos es mejor dejarlos para el salón de casa y la barra del bar. Hay que pedir a los legisladores que organicen un país para entendernos. La modernidad ha conseguido que veamos posible la organización de una sociedad al margen de razas, religiones, sexos, grupos étnicos o naciones. Todo eso debe quedar en la esfera de las realizaciones y sentimientos individuales. Como grupo humano nos organizamos para tener más posibilidades de mejoras en lo social, lo económico y lo personal. Esa organización se llama Estado y lo situamos por encima de sentimientos nacionales, creencias religiosas o preferencias políticas.
Recapitulando…los historiadores de hace un siglo escribían que eran tres los problemas fundamentales de España: las relaciones del Estado con la Iglesia, la distribución de la riqueza y los separatismos vasco y catalán. Cien años después seguimos sin solucionar estos problemas tan claramente identificados. Hace un siglo Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca… eran países tan pobres o más que España. Han pasado guerras y penalidades como nosotros…pero ahora los vemos muy por encima de nuestro nivel. Cada país tiene los gobernantes que elige.
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