No nos imaginábamos cómo sería esta ciudad, ni qué sensación nos producirían unas calles tan pisadas y machacadas. Para hacernos una idea general nos hemos inscrito en un tour guiado “gratuito” (propina aconsejable 12 euros). Ha merecido la pena. Ha sido muy interesante y nos ha dado un baño general sobre la ciudad, siempre, nos decía el guía Allan, utilizando palabras políticamente correctas en temas delicados.
Hemos andado por el Barrio Judío, el Armenio y hemos terminado en el Barrio Cristiano. Junto con el musulmán son los cuatro barrios en que se divide la ciudad vieja. En realidad nos ha transmitido Allan la idea de una ciudad eterna, que ha sobrevivido a todas las guerras posibles, En una de las últimas, hace apenas sesenta años, terminó quemado y destruido todo el barrio cuando lo tuvo que abandonar Jordania. Hoy todo ese barrio está formado por casas nuevas de piedra que quieren mantener el aire histórico de la ciudad.
La sensación que se experimenta en cada calle es la de contemplar casas que han sido derribadas y edificadas mil veces sobre las mismas bases y cimientos. Aparecen bóvedas, muros y contrafuertes por cada rincón, se cortan, se entrecruzan y reaparecen un poco más allá. Quedan casas derribadas, otras deplorables y un sin fin de cables, tuberías de agua, conducciones varias y cámaras de video. Todo le da un aire de ciudad provisional, en construcción. Y así parece que será…hasta la próxima destrucción. No tiene el ambiente de nuestras ciudades históricas medievales, tan cuidadas, tan limpias, tan preparadas para un “turismo culto”. En muchos momentos me ha parecido que andaba por las calles del casco histórico de Cuéllar, dejado y abandonado.
Sin embargo son calles llenas de vida. Tiendas de todo tipo, escuelas, niños, turistas de diferentes pelajes, monjas devotas, monjes de aspecto exótico para un romano occidental. Al lado de unas coronas de espinas, auténticas, se puede ver una tienda de ropa interior femenina o de zapatillas deportivas. Es la impronta que el paso del tiempo, sus batallas y sus gentes ha dejado en esta ciudad.
Hemos terminado el recorrido en la Iglesia del Santo Sepulcro. Toda la historia de Jerusalén parece representada en esta iglesia. Está edificada sobre el lugar donde supuestamente fue enterrado el cuerpo de Jesús. El emperador Adriano levantó allí (que ya era un lugar venerado) un templo a Venus, para fastidiar a los cristianos. Constantino lo derribó y edifico una enorme basílica, que derribaron los persas en el 614 al ocupar Jerusalén. Posteriormente se edificó otra iglesia que los árabes destruyeron un siglo después. Volvió a ser reconstruida y derribada otra vez antes de que los Cruzados levantaran la mayor parte del templo que hoy contemplamos y que fue completado en el siglo XIX, tras sufrir diferentes incendios y hundimientos. En fin…esta es la historia. Así somos los humanos cuando tratamos temas de dioses.
La iglesia está considerada hoy como el lugar más santo para la Cristiandad. Su interior es un conjunto de altares, capillas, retablos, mosaicos, iconos, imágenes, andamios, escaleras…sin ningún orden ni sentido, que ofrece una pobre impresión. El espacio está repartido milimétricamente entre monjes católicos, ortodoxos, armenios, sirios y etíopes…casi nada. Las llaves están en manos de una familia musulmana…Aún así, la fe existe y se ve representada en la cara de los fieles que queda transformada al traspasar la puerta.
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