Las maravillas de los Macdonnell
Volvemos a las grandes rutas de carretera. Hay que desandar el camino hasta Alice Springs, para continuar por la ruta de los Macdonnell Rahges. Se puede hacer un recorrido circular por toda la zona del Centro Rojo, pero solo es apta para vehículos 4X4. Hemos encontrado todos los campings llenos de ellos. Arrastran pesadas y extrañas caravanas, también 4X4, con las que disfrutan perdiéndose por estas tierras que a los europeos nos parecen tan perdidas. No sabemos si tanto frío, tanto polvo y tantas salchichas en barbacoa se compensan con un supuesto viaje de ensueño. Las condiciones son duras en todos los sentidos, horarios, comidas, viajes incómodos, soledad, incomunicación y sobre todo riesgos asumibles o no…
Volvemos a hacer parada y fonda en Erldunda. Probamos hamburguesas de barramundi, un pescado australiano muy sabroso. Nos reconciliamos con el mundo cuando volvemos a encontrar wifi. ¡Qué extraño resulta estar unos días sin internet, sin comunicación con la familia y amigos! Sobre todo supone inseguridad y estrés, algo contra lo que luchamos cada día en estos tiempos. Queremos tenerlo todo atado. Así eran los viajes de antes y a todos nos parecían normales. Ahora un día sin Whatsapp nos parece una locura precolombina. Recuerdo que en mi primer gran viaje les dije a mis padres “mañana salgo para Noruega. Estaré todo el mes”. Sin una llamada, sin ninguna comunicación. Cuando volví dije “Ya estoy aquí. Todo muy bien y muy bonito”. Y poco más. ¡Cuánto habrán sufrido los padres de antes! Ahora todo tan controlado, contratado, supervisado… y, por supuesto, contado en directo.
Volvemos a la Stuart Highway, la carretera que cruza Australia de norte a sur, los 3000 kilómetros desde Darwin hasta Adelaida. Aquí volvemos a encontrarnos los “trenes de carretera”, que asustan cuando hay que enfrentarlos en el camino. ¿Adelantarlos? Ni me lo imagino.
Las barbacoas tan hermosas y tan limpias por todas partes, las hogueras, los grandes 4X4, los pantalones cortos en pleno invierno, las chanclas como calzado nacional. Esto es el corazón de Australia. Las mujeres y los hombres australianos pertenecen a un mundo sin modas ni estilos. Diríamos que van muy desarrapados, despreocupados absolutamente por cualquier tipo de línea estética. Sin hablar de la estética de los aborígenes. Es otro mundo, otra cultura.
Iniciamos una nueva ruta por la carretera de un nombre tan simpático como Larapinta. Vamos hacia los Montes Macdonnell, una rojiza cadena de montañas que se alarga por mas de 400 kilómetros, hacia el oeste de Alice Springs, proporcionando hermosos rincones con gargantas, ríos secos, rocas de colores, paredes increíbles y todo ello perdido en medio de un Outback donde se percibe la sensación de que el mundo acaba de ser creado para nosotros.
Nadie vive aquí. No existen los lugareños, nadie va al pueblo de al lado. Todos somos turistas. Somos los nuevos nómadas de estos tiempos. Son tierras donde los pioneros dejaron sus vidas para ir “descubriendo” el interior de Australia a lomos de camellos afganos, que luego abandonaron cuando llegó el tren y que hoy son una masa de camellos salvajes, de hasta un millón, que compiten por el poco pasto con canguros y sobre todo con el ganado de las inmensas fincas que hay por aquí.
Llegamos hasta el final de la ruta de un tirón, hasta la Garganta de Ormiston y luego iniciamos el camino de vuelta deteniéndonos en los rincones más llamativos de los Macdonnell Ranges.
Dicen que Ormiston Gorge es la garganta más fotografiada de todo el Outback. Los colores de la roca lucen en todo su esplendor en medio de diferentes tipos de eucaliptos, sobre todos los llamados arboles de la goma. Nos preocupamos de reservar a buena hora un lugar en el exiguo camping para no quedarnos sin sitio. Es la época de las vacaciones de invierno en Australia y está todo bastante lleno. Solo nos encontramos con gente en los campings. Luego cada uno desaparece por sus caminos del desierto y no nos volvemos a encontrar a casi nadie.
La vida termina muy pronto por aquí. Otra vez nos sorprendernos cuando vemos que el bar del camping cierra a las cuatro de la tarde. A las seis anochece y ya no hay nadie por ningún lado. En estas soledades irse a dormir a las 9 de la noche nos parece lo más normal. Ahora entendemos por qué estos chicos disfrutan tanto cuando van a España.
La Garganta de Glen Helen es otro maravilloso rincón con mucho menos turismo. Al lado hay establecidas unas cuantas familias aborígenes en las viviendas prefabricadas que les proporciona el gobierno. Siempre tan desmadejados, tan despreocupados, tan serios, tan tristes…
La garganta se abre en un espectáculo maravilloso con todos los rojos del mundo. Como la Garganta de Ormiston, parece un oasis en medio de estos desiertos olvidados del mundo. Continuamos viendo esos inmensos 4X4 para hacer recorridos por pistas medio señaladas y para vivir sus propias aventuras. Todo está lleno de carteles con avisos para los que se adentran en travesías andando, en coche o incluso en bicicleta. Recomendaciones sobre agua, comida, notificaciones, peligros…
El siguiente secreto que nos muestran los Western Macdonnell son los Ochres Pits, Toda una pared de colores variopintos, sagrada para los aborígenes porque desde hace miles de años toman de aquí las pinturas para sus rituales. Es una maravilla geológica. Un variopinto conjunto de estratos de diferentes colores que se formaron en el fondo del océano hace 700 millones de
años y han surgido de manera convulsiva propiciando formas de una belleza increíble. ¡Qué preciosidad! Apenas hay nadie por aquí. A veces nos alegra. A veces nos preocupa.
Australia es un continente muy viejo, separado de la antigua Gondwana hace 200 millones de años. En las playas del noroeste de la isla continente se encuentran las tierras más antiguas del planeta. Todo es un paraíso para los geólogos. Donde nosotros vemos preciosos colores, sugerentes formas montañosas, estéticas gargantas…ellos escuchan al planeta Tierra contándonos su historia desde hace miles de millones de años. Así entendemos la historia de otro lugar único: es el Rio Finke. Los geólogos dicen que es el rio más viejo del mundo porque ha mantenido el mismo cauce desde hace más de 300 millones de años, cuando lo que hoy es Australia era una parte del súpercontinente de Gondwana.
Discurre por un cauce muy arenoso, ahora casi seco pero con un recorrido poblado por inmensos árboles que dibujan un paisaje absolutamente fascinante para los ojos europeos. Probablemente sólo correrán sus aguas unos días al año pero el panorama se adivina monstruoso por el ruido, la violencia del agua y lo extraño del acontecimiento. Son días en que todos estos terrenos quedarán bastante aislados. Las carreteras están llenas de pasos de ríos secos sin puente alguno que en los días de lluvias serán imposibles de cruzar. En esta zona desértica la cantidad de lluvia apenas sobrepasa los 200 litros al año. Así es el desierto, se varía de la sequía más severa a las inundaciones más peligrosas en cuestión de pocas horas. Las cantos rodados que llenan los cauces dan buen testimonio de ello.
Pasamos una noche tranquila, como todas, en el rústico camping de Ormiston Gorge. Sin electricidad, sin wifi. A las seis todo está oscuro. Solo se oye el viento. Disfrutamos de la velada sentados en la furgoneta y arrullados por nuestras latas de ron-cola, un feliz descubrimiento que hicimos hace cuatro años en Nueva Zelanda. Son latas de 385 ml. con el Jack Daniel´s y la cola ya mezclados. Son los cubatas del Outback. Sus 4,5º proporcionan el toque perfecto para volver a descubrir la conversación tranquila sin las interrupciones de los whatsapps, sin la obligación de contestar correos, mandar fotos, contar historias…Recuperamos esos momentos antiguos de estar sentados y conversando sin más preocupaciones. En estos tiempos cada vez es más difícil conseguir unos días sin conexión. Se lo agradecemos a esta tierra áspera, aunque acogedora.
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