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Por la raya de Portugal (8): Los Arribes del Duero

  • Mirador de Pereña

La furgoneta ya está arreglada. Vuelvo a retomar la ruta por la comarca de Sayago, en Zamora. Es otra tierra olvidada. Pequeñas aldeas, algo de ganadería y mucho monte. Ya comienza vislumbrarse aquí el ecosistema de las dehesas que continuará extendiéndose hacia el sur. Me encuentro con un pueblo llamado Muga de Sayago. Recuerdo que decían que el significado de Mogadouro era “frontera del Duero”, con el mismo vocablo en euskera, muga, frontera. Ahí permanecen los orígenes prerromanos de muchos vocablos.

En esta ocasión voy viajando solo por las soledades de estos pueblos. Llego a Fermoselle y me encuentro con una explosión de gente y de coloridos. Sn olvidar la lucha contra la pandemia han llenado la preciosa plaza mayor de llamativos carteles invitando a celebrar agosto como el mes del vino. Dicen que Fermoselle es el pueblo de las mil bodegas. Está sobre una loma y parece que todo el pueblo está horadado, Por todas calles y rincones aparecen las bocas de las bodegas. Las terrazas de la plaza están llenas, pero con riguroso respeto a las normas y distanciamientos. Pruebo el vino con el ritual que prepara el camarero para uno de los pocos forasteros que llegan hasta este límite. Realmente es bueno y merece traspasar las fronteras de estos montes.

Aquí está el Duero y aquí aparece ya la frontera. Comienza la comarca de Los ( o Las) Arribes del Duero. Me quedo a pasar la noche junto al gran embalse de La Almendra, en el camping que lleva el nombre de la comarca. Apenas hay nadie. El turismo de interior no ha despegado. Me comentan que, como en otras partes, los urbanitas han venido a pasar el verano a los pueblos, pero apenas se mueven. ¿Por miedo? Por responsabilidad.

La presa de La Almendra es enorme. Sus 8650 Ha. La convierten en la tercera de España por extensión. Pero es la de mayor altura en su muro, 202 metros, que asustan. Sin embargo tiene más peculiaridades de ingeniería. La central con las turbinas no está al pié de la presa, sino varios kilómetros más abajo. El agua baja por un túnel excavado en la roca consiguiendo así un desnivel de 410, aumentando su capacidad de producción de energía. Está levantada sobre el río Tormes, justo antes de desembocar en el Duero. Cumple una doble función, embalsa agua del Tormes y sirve también para remontar el agua desde el Duero hasta el Tormes cuando las presas de abajo están llenas y sobra electricidad nocturna. Es impresionante. He visto que han quitado la placa-recordatorio de su inauguración por el dictador Franco. En el archivo tengo la foto.

Esta es la comarca de Castilla y León con menos altitud sobre el nivel del mar. Es tierra de buen clima, con almendros, olivos y hasta limoneros. Conserva una arquitectura tradicional propia con grandes casas de granito, donde la planta baja se dedicaba al ganado y la segunda a la vivienda. Apenas se conserva hoy el rico vocabulario descendiente del antiguo leonés. Solo en el folclore, como el famoso “Burro de Villarino”, aparece la vieja lengua.

En los años 60 toda la zona conoció un incremento de población por la mano de obra necesitada para la construcción de las grandes presas. También estaban en explotación las minas de wolframio de Barruecopardo. Posteriormente ha sufrido la caída poblacional como toda Castilla y León. Hoy trata de buscar otros recursos como el turismo o el vino, con la uva rufete o tempranillo más alguna variedad propia. Es una comarca lejos de todo pero realmente merece la pena un buen recorrido por aquí. Es una tierra remota y única.

Continúo por este lado de la frontera y me acerco a algunos lugares representativos de Los Arribes. Llego al Mirador de la Virgen del Castillo en Pereña, junto a la Ermita de su nombre. Quedan pocos restos de un antiguo castro y, probablemente, la ermita cumpla la función de cristianizar un antiguo lugar de culto pagano. El Duero pasa entre estas moles graníticas, sin ruido y sin prisa. Así ha sido los últimos millones de años.

Aunque es pleno mes de agosto me acerco hasta El Pozo de los Humos, “donde el agua se convierte en humo”, una fotogénica cascada sobre el río Uces en su última caída hacia el Duero. Como era de suponer está totalmente seca. Es un pequeño río estacional que solo tras fuertes lluvias se muestra en todo su esplendor. Lo he visto con sus aguas salvajes pero nunca lo había visto seco. El paisaje mantiene todo su encanto. Me consuelo con las fotos que tengo de la caída de agua en mejores épocas. También se puede acceder desde Masueco, por la ribera izquierda, recorriendo la llamada “Senda de Unamuno”, que decía tras visitarla : “Es una de las más hermosas caídas de agua que puede verse entre aquellos adustos tajos”.

Paso por Barruecopardo y me quedo a comer con el amigo Salva, antiguo compañero en el colegio de La Alberca, cuando éramos entregados maestros rurales. Disfrutamos y aguantamos el calor de este mediodía de agosto en la vieja casa de piedra.

Perdono las vistas sobre los otros miradores de este lado. He venido varias veces a estos parajes tan lejanos y recuerdo el Mirador de Picón de Felipe como el más impresionante de todos. Es una gran roca granítica colgada sobre el vacío con apenas una barra de hierro como barandilla. También el Mirador de El Fraile nos pone a prueba a los que luchamos con el vértigo.

Continúo la ruta al borde de estos precipicios, cruzando a Portugal por el Salto de Saucelle. Me acerco hasta el Mirador de Penedo Douro, en Freixo da Espada a Cinta, al que se puede llegar con el coche. Se domina toda la presa y un amplio recorrido del río que, poco a poco se va abriendo hasta llegar a Barca de Alva, donde dobla hacia el interior de Portugal.

Ahora voy tomando carreteras muy secundarias por una zona rica en viñedos y olivos. ¡Qué diferente es el lado portugués del español! Hacia el interior las terrazas de viñas van dibujado un paisaje que, por momentos, parece la turística toscana. Hay aldeas acogedoras encaramadas a las suaves lomas, con casas blancas y calles empedradas, limpias y cuadriculadas. Nadie diría que estamos en una zona muy perdida y pobre de Portugal. Voy haciendo bastantes kilómetros por carreteras casi vacías hasta llegar a una zona más habitada donde ya es posible encontrar un camping. Es un pueblo grande y blanco llamado Meda. Apenas hay turismo. Algunas autocaravanas y poco más. Mucha protección en baños, piscinas, bar, servicios comunes…Seguro que el camping no es nada rentable, pero está abierto porque todos queremos que la vida vuelva de nuevo.

Autor: Jesús Eloy García Polo

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