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Recital de avisos

La primera novillada de la feria nos dejó un sabor amargo. Por un lado el juego excelente y la raza de los novillos de Coquilla de Sanchez Arjona y por otro el sinsabor de que, una novillada excelente, como la lidiada en Cuéllar, no haya tenido enfrente a novilleros de mas categoría. O mejor preparados, para ser mas exactos. Así las cosas la tarde fue eso, todo un recital de avisos y fueron tantos que se nos cayó la noche encima.

La novillada tuvo dos partes. En la primera parte, el escaso público que asistió al festejo, tuvo la oportunidad de disfrutar del juego y la raza de dos extraordinarios novillos, segundo y cuarto, que tuvieron un comportamiento excepcional, metieron la cara en el capote, empujaron en el caballo y se desplazaron largo en banderillas. Y en la muleta demostraron una enorme fijeza y codicia en la embestida.

Les tocaron en suerte a Ricardo Maldonado y al mejicano Gerardo Rivera. Los dos demostraron que conocen el oficio y el vallisoletano toreo bien a su primero, con muletazos largos y templados, pero  a la faena le faltó transmisión, la que pedía la raza del de Sánchez Arjona. Esta muy bien eso de gustarse, pero el novillo pedía un toreo mas profundo. En cualquier caso, el torero tiene buenas maneras y tiene la suerte que en Valladolid ya sueñan con el de cara al futuro.

Ricardo Maldonado toreando al natural.

Ricardo Maldonado toreando al natural.

El mejicano es otro torero bien distinto. Salió con muchas ganas, estuvo bien en banderillas y con la muleta hubo profundidad en algunos muletazos, pero la faena tuvo momentos intermitentes  y al igual que Maldonado,  su novillo era tan bueno que la cosa  se quedó a medias. Y además estuvo muy mal con la espada.

El mejicano Gerardo Rivera en un muletazo sobre la mano derecha.

El mejicano Gerardo Rivera en un muletazo sobre la mano derecha.

Al sevillano Ángel Jiménez se le vio enseguida, que la novillada le venía grande y el se tuvo que dar cuenta. En su primero no se acopló con la embestida del novillo, y ahí empezaron sus dudas, y en el segundo trató de sacarse la espina y ponerle un poco mas de corazón y temple, pero solo pudo dejar su sello en algunos muletazos aislados y, además, tuvo la mala suerte de que le echaran el toro a los corrales, después de sonar los tres avisos.

Ángel Jiménez, desolado tras recibir los tres avisos.

Ángel Jiménez, desolado tras recibir los tres avisos.

 

En definitiva, como les decía al principio,la segunda parte de la novillada exigía torear de verdad y dar un paso palante, para  poder a los novillos y ahí se vio, que ninguno de los tres estuvo a la altura y, así las cosas, se nos hizo de noche, después del recital de avisos. Pero así y todo al mejicano le regalaron una oreja para no irse de vacío. El resultado es lo de menos.

Autor: Redacción Cuéllar

Muévelo

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