Transcurría la tarde como si nada. Y llegada la faena de muleta del sexto toro de la tarde Ruben Sanz se echó la muleta a la mano izquierda y la mandó parar.
Erguida la figura, cual estampa de otro tiempo, mostró la muleta al de Santa Coloma para provocar la embestida, aguantó las brusquedades del toro, y obró sencillamente el milagro. El cárdeno tragó, metió la cara y se puso a torear.
Fueron unos pocos muletazos. Unos pocos, para los más exigentes, pero despachando arte y torería se mire como se quieran mirar. Un toreo vertical, que no estamos acostumbrados a ver en estos tiempos modernos donde casi todos torean igual.
Sucedió en Cuéllar y lo hizo un torero de las tierras de altas de Soria, desconocido para muchos, que se llama Ruben Sanz. Si llega a haber nacido en la calle Pureza a nadie le extrañaría, pues con pureza se define su toreo, y a buen seguro la gente se volvería loco por verle torear.
La lastima es que toreó para unos pocos (la entrada fue muy pobre). Escrito esto, también se pudo ver a un torero poderoso como es el madrileño, Fernando Robleño, en el cuarto de la tarde y al Capea apenas le pudimos ver. Este se marchó sin torear.
30 agosto, 2021
Soy Ruben Sanz y quiero dar las gracias por ver el toreo que yo siento y como lo expreso, no muchos son los que me entienden, pero al leerlo han conseguido emocionarne. De nuevo gracias