Dice el amigo Fernando que en la escuela primaria había dos capitales que nunca olvidaba por su rotunda sonoridad: Ulan Bator y Kuala Lumpur. Con ilusiones de niño pensaba que ojalá pudiera ir allí algún día. Pasó mucho tiempo. Y en el verano de 2011 llegamos a Ulan Bator, después de cruzar las estepas rusas en el Transiberiano. Hoy celebramos en Kuala Lumpur otro sueño de niño que se cumple.
Hemos llegado aquí, de pasó hacia Camboya. Teníamos la excusa de saludar a Daniel McGuire, el amigo australiano que vivió en Cuéllar y que ha vuelto repetidamente muchos agostos para disfrutar de las fiestas. Ahora vive en Kuala Lumpur. Hoy estamos aquí con él, en la terraza de su casa, frente a las Torres Petronas, disfrutando de una vista espectacular y de una acogida inolvidable. Estos ratos justifican sin duda un pesado viaje.
Por la tarde, como buenos turistas, hemos subido a las Torres que son el emblema de la ciudad. Ya las habíamos fotografiado abajo, desde casi todas las perspectivas posibles. Impresionan de verdad, tanto desde sus pies, como desde el piso 86, donde llega el ascensor. Cuando hemos llegado arriba en medio de una tormenta de rayos y truenos. Apenas veíamos nada. El espectáculo era sentirnos en medio de las nubes tormentosas. No se puede tener suerte para todo.
En medio de la maraña de rascacielos, las Torres Petronas ponen un toque de originalidad, de elegancia y de personalidad. Porque eso es precisamente lo que añaden a una ciudad caótica, de crecimiento excesivamente rápido y desordenado. Así son los países emergentes, con maravillas envidiables y con los desastres propios del capitalismo más salvaje. Desaparecen los barrios más tradicionales, el centro se llena de torres de acero y cristal y la nueva economía expulsa a sus habitantes a los barrios más alejados.
El perfil de nuestros pueblos está marcado por las torres que son las señas de identidad de nuestro dios. Estas ciudades modernas están dominadas por las torres de acero y cristal que son la identidad de los nuevos dioses.
Aunque Malasia es un país musulmán no impone la presencia religiosa como otras tierras del Islám. Se puede encontrar cerveza por cualquier sitio, hay bares y ambiente nocturno y apenas se ven mujeres escondidas tras los velos. No suenan las llamadas a la oración, ni el canto del muecín. Está bien ir rompiendo los tópicos sobre el Islám. No todos los países son iguales.
5 junio, 2016
Me dais .mucha envidia,m alegro por mi hermano Fernando,y sobre todo por lo q ha pasado no hace mucho,seguir disfrutando
5 junio, 2016
Que bonito cumplir sueños infantiles!! Fernando, te mereces eso y mas
5 junio, 2016
Muchas gracias Juanma y Sandra. Besos Fernando
15 junio, 2016
Qué bonitos aires se mueven por estos apuntes de viaje, Jesús!