La asociación Terractua denuncia a través de una nota de prensa la alarma generada por la situación actual que presenta la ribera del Eresma en los términos de Navas de Oro, Nava de la Asunción y Coca, «debido a las irregulares actuaciones que se han llevado a cabo en la zona por particulares» y lo que califican de dejación de las Administraciones en el cumplimiento de las normas de protección del medio ambiente en la zona.
Desde esta organización ecologista se señala que el malestar se ha desatado por la corta de una chopera en la zona del Puente de Escarpías, que «supone una agresión irreparable a un entorno natural del que disfrutaban cientos de personas por su cercanía a la población y por tratarse de un hermoso paraje de alto valor ecológico».
“La corta se ha llevado por delante toda la ribera del río, todas las especies arbóreas y arbustivas, y se han depositado toneladas de arena hasta el mismo cauce, que han transformado el espacio en un arenal desolador”, señalan desde Terractua. Y «donde antes los paseantes y bañistas podían disfrutar de un maravilloso entorno natural con un bosque de ribera ahora presenta un deterioro de muy difícil recuperación».
Esta actuación que califican de «irresponsable» hay que sumarla al actual estado de derrumbe del puente de Escarpías, paso que se construyó hace décadas cuando se arreglaba la carretera que une Navas de Oro y Nava de la Asunción y es conocido como “el puente provisional”, ya que sus cimientos han cedido y está hundido, provocando un corte en curso del río que impide el paso de peces y que constituye «un claro riesgo para la integridad de las personas que por allí circulan».
Además apuntan que «la tala y posterior remoción del terreno con el arado, ha afectado a los restos constructivos de un molino de época medieval catalogado dentro del IACYL (Inventario Arqueológico de Castilla y León), apreciándose una destrucción de los paramentos de piedra que conforman la edificación».
Por ello se demanda la intervención de las Administraciones ante esta lamentable situación, por un lado dar curso a la denuncia interpuesta contra el particular por la corta, “que no se quede en un cajón”, que «se eviten de una vez las numerosas actuaciones similares que están llevando al deterioro de las riberas del río Eresma, como pudimos asistir hace dos años en el paraje de El Berral, en el término de Migueláñez o en el puente y laderas en Coca, etc».
Asimismo solicitan que los organismos responsables de Cuenca de estas cortas y de la calidad de las aguas, «no se limiten a constatar que cuenta con permisos y autorizaciones», sino que «se encarguen también sobre el terreno de controlar y hacer cumplir la ley que protege el cauce y la ribera, evitando antes de que se produzcan estos delitos puesto que después el daño ya está hecho y es irreparable».
Por otro lado denuncian la situación del puente, solicitando «la declaración de ruina, la retirada de los escombros y su sustitución por un paso que no perjudique el cauce del río, pero que mantenga el uso de los vecinos de la comarca».
Desde Terractua señalan que la actual situación no es un caso aislado, puede enmarcarse dentro de un conjunto de actuaciones que ejercen una enorme presión sobre el ecosistema de la ribera y que pone en peligro su futuro. Ocurre a la altura del proyecto arqueológico de la Peña de El Moro, donde una explotación agraria llega hasta el meandro del río junto con la explotación intensiva de chopo canadiense, así como en el paraje de Fuente La Teja, donde otras cortas de chopera se llevan por delante la vegetación autóctona dejando las dos laderas del río despojadas de toda vegetación y expuestas a la erosión y desprendimiento que vuelven a convertir otro hermoso paraje en “zona catastrófica”.
Por ello apuntan que es hora de que las Administraciones valoren que el cultivo intensivo de chopo canadiense, se ha convertido en la actualidad en una explotación insostenible que destruye el ecosistema natural de la ribera, disminuye la biodiversidad y desnaturaliza los espacios riparios ya que «de seguir así este cultivo provocará la pérdida de toda biodiversidad de los ríos en una década».
Asimismo señalan que «no menos preocupante es la instalación de diversas macroexplotaciones de cerdos, cerca del paraje de “La cuesta del Caballero” a menos de 100 metros del cauce, con balsas de purines de más de 7000 m3 en medio de un paisaje de encajonamiento sinuoso del río de altísimo valor ecológico». Y de igual manera «la instalación en la zona de terrenos de cultivos de planta de fresa, con lo que conlleva el uso masivo que esta industria hace de plaguicidas y pesticidas».
Por todo ello preguntan con preocupación «si éstas agresiones y otras que se producen a un debilitado y frágil ecosistema no acabarán deteriorando irreversiblemente el río Eresma y sus espacios naturales».
Comentarios recientes