Estos días los medios nos enseñan que nuestra Navidad procede de las Saturnales romanas. Celebraban el solsticio de invierno con fiestas y regalos que culminaban el 25 de diciembre. Pero anteriormente todos los pueblos celebraban ya los solsticios y otras fiestas relacionadas con el calendario solar. Nada nuevo bajo el sol en asuntos religiosos.
La religión es un tema muy vital, sobre todo para los que no creen. Desde el inicio de los tiempos las religiones han funcionado como un manual de instrucciones para andar por la vida. Ahí se condensaban las respuestas a nuestras preguntas más inquietantes, de dónde ha surgido todo, hacia dónde vamos y para qué estamos aquí. Las religiones monoteístas más evolucionadas pasaron a reglamentar toda la vida de sus adeptos, las comidas, las ropas, el trabajo y el ocio, los grupos sociales, el calendario semanal, anual…y hasta la sexualidad. Ofrecían un cómodo colchón para todas las preocupaciones. Tenían respuesta para todo. Proporcionaban un tierno consuelo en los momentos difíciles. Para los pobres mortales era confortable saber que en los tiempos inciertos y peligrosos siempre hay alguien que cuida de ti y te protege.
Así han funcionado las religiones hasta nuestros días. Se han constituido en un factor importante de la cohesión social, por eso era fundamental que en cada país todos tuvieran la misma religión y hoy la diversidad religiosa todavía nos causa bastantes problemas. El poder político ha utilizado la religión para favorecer esa cohesión uniendo sin problemas cruces y tronos, cristos y militares. “Cuius regio eius religio”. O cambiaba el rey de religión o cambiaban los súbditos, pero debían coincidir ambos para mantener los vínculos supuestamente nacionales.
Los tiempos ya son diferentes y, en estos días de inseguridad, amenazas y miedos, ya no disponemos de un manual de instrucciones y respuestas. Para dejar las religiones tradicionales y sus manuales de instrucciones la mayoría necesita algo que lo sustituya y que ofrezca explicaciones y consuelos. Se necesitan nuevos asideros a que agarrarse. Bien a nivel personal o grupal.
Unos vuelven a buscar credos y extraños catecismos para llenar el hueco. Hay una amplia oferta de ideologías orientales, palabrería de autoayuda, Coelhos y Bucays, pseudoterapias, grupos de “crecimiento personal” o parafernalia parecida. Todos buscando y hablando de “una energía…”. Al final todos ofrecen los consuelos ya conocidos en los escritos de cualquier religión, pero con un envoltorio moderno y colorista.
El camino personal es más difícil. Hay que buscar y elaborarse las propias respuestas, alejarse de la tribu, buscar la soledad y enfrentar un sinfín de dudas y contradicciones, tan propias del ser humano.
Por eso es más fácil buscar nuevas tribus con quien nos unan las motivaciones, intereses, aficiones…y, sobre todo que nos acompañen y nos hagan sentirnos sociales, parte de un grupo y que doten de sentido a lo que hacemos. Desde los moteros a los veganos, pasando por runners y locos del deporte, hasta las diferentes y versátiles tribus urbanas. Todos los grupos ofrecen compañía, apoyo y sentido…por un tiempo.
Pero la mayor tribu que hoy se está formando se llama Nacionalismo. Ya muchos hablan claramente de que los nuevos nacionalismos están sustituyendo a las viejas religiones. Cumplen las mismas funciones: unen a individuos perdidos y aislados en grupos organizados, ofrecen ideales, mitos de fundación y de futuro, dan sentido a toda la acción de un buen nacionalista y explican positivamente cualquier problema, sufrimiento o fracaso. El Nacionalismo consigue hacer una nueva tribu de los abandonados por la globalización, los poderosos, las iglesias trasnochadas y la “vieja política”. Ofrecen sentido para el presente y felicidad para el futuro, como las religiones de toda la vida.
La religión, bajo diferentes formas, continuará mientras sus mitos sean necesarios para unir a la gente en tareas comunes, como factor identitario o para defenderse de los ataques de otros supuestos grupos enemigos. Es difícil reconstruir unos ideales no religiosos, propios de la res-publica, para mantener unida a una sociedad cada vez más variada, más dispersa. Por ahí empezaron en la Revolución Francesa…Libertad, Igualdad, Fraternidad. Quizás en eso consista la Navidad. En esas estamos. Ahora el pueblo debe ser ya toda la humanidad o volveremos a las viejas páginas guerreras de la historia.
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