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Transiberiano (8): Dos días junto al lago Baikal

Dia 8: Vida junto al lago, 11 de agosto

Día tranquilo en Litsvyanka. Queríamos hacer un corto recorrido por la Senda del Baikal (el Baikal Great Trail) junto con paseo en barco, pero solo hemos conseguido lo del barco. El lago desde adentro es aún más impresionante. Es un auténtico mar, rodeado de montañas, hasta donde alcanza la vista. Apenas se mueven las aguas. La paz y tranquilidad son absolutas.

Hoy se nos han roto todos los esquemas sobre los rusos. Hemos encontrado por fin gente simpática y amable. En el barco hemos disfrutado con la compañía de dos niños y su madre. Luego en la playa, haciendo vida de veraneantes rusos hemos tocado la guitarra con un guitarrista de clásica. Da clases en Azerbaiyan pero en verano se “acerca” a las playas del Baikal para ganarse algún dinero. Nos ha tocado canciones rusas y nosotros le hemos sorprendido con algo de Silvio Rodriguez y con nuestra versión de Navajita Plateá de “Noches de Siberia y de ilusión”.

En la playa la gente sin bañarse, solo toman el sol sobre los chinarros. Dicen que el baño aquí es bueno para evitar catarros, pero no hemos querido probarlo. También nos dicen que al que se baña le dan 25 años más de vida. Hemos alquilado una casetilla en la playa, por 2,5 euros, hemos comprado los pescados ahumados y hemos vuelto a disfrutar de la comida más apetitosa que jamás pueda contarse. ¡Que pescado tan sabroso!

Delante de nosotros teníamos una escena muy rusa: sobre las piedras de la playa estaban comiendo sus «tapers» dos mujeres jóvenes y una niña. Como bebida tenían una botella de vodka. ¿Nos podemos imaginar en una playa española tres mujeres con la tortilla y una botella de Veterano? Esto es Rusia, no se necesitan comentarios. José Luis y Fernando se han acercado con buenos ánimos de “socializar”. Ya estaban bien animadas y hemos terminado haciéndonos fotos todos juntos, con intercambio de mails. Es una pena, si no hay vodka no se rompe el hielo, ni del Baikal ni de los corazones.

Hoy dormimos en Irkustk, ciudad grande llamada la París de Siberia. Promete ser bonita. Mañana daremos unas vueltas. Cuando hemos llegado al hotel… ¡Todo un poema! ¡Un cuadro! Hay que comentarlo porque el hotel se llama «Art House» y está lleno de pintura moderna por todas partes. Pensábamos que sería parecido al de Moscú, pero nos hemos encontrado con el hotel más cutre de toda Siberia. Al final nos han acomodado de mala manera.

Hoy comento:

Hoy recuerdo la vieja tablet que entonces llevaba. Solo tenía teclado en pantalla y había sido un tormento escribir con el ajetreo del tren. Ahora ya con más tranquilidad escribía algunas notas en cualquier sitio porque quería dejar constancia diaria, con la propia mirada de cada día. Luego la memoria siempre empieza a borrar las cosas que no le interesan. En alguna ocasión, con unas breves líneas anotadas, le dictaba directamente la crónica a Maribel que la tecleaba en un ordenador público para enviarla hasta estas tierras. Todo bien calentito. Cuando ahora lo leo pienso, cómo sería capaz de escribir tan a vuela pluma, de una manera coherente y que, aún hoy, se pueda leer.

Pasamos dos días encantadores al lado del lago. En la playa encontramos personajes de todo tipo. Allí estaban todas las Rusias, pero casi todas empapadas en vodka. Era y seguirá siendo, un serio problema en toda Rusia. Alcanza a todas edades y clases sociales. La esperanza de vida no llega a los 60 años . El gobierno se encarga de que haya vodka barato en todos los sitios. Nunca escriben sobre ello en los papeles pero es lo primero que llama la atención por calles y parques .

Luego volvimos a Irkustk para quedarnos dos noches. Cuando llegamos al hotel “ no sabían nada” de nuestra reserva, ¡y éramos ocho! El problema se repetiría en más ocasiones. Suponemos que no conocían la formalidad de una reserva y daban las habitaciones al primero que llegara. Aprendimos a protestar, vocear, a bloquear el pasillo y a dejar claro que no nos moveríamos de allí ante el mal trato, la mala educación y el desprecio absoluto de la “madamme”. Al final nos apañaron unos “cubículos”.

El hotel tenía buena apariencia, pero su interior era inimaginable. Vimos ratones corriendo por los pasillos, suciedad de la época de los zares, unos enchufes que nos daban pánico y unas habitaciones…donde teníamos que entrar de lado… En fin. Esto también era Siberia, el poso de la dejadez y la burocracia soviéticas que íbamos palpando a cada paso.

Autor: Jesús Eloy García Polo

Muévelo

1 Recado

  1. Bonito el video, especialmente con el trovador guitarrero, pero no refleja los horrores que os encontrasteis en el Art Hotel de IRKUTSK, desde ratones hasta poca gana de hacer na, de parte del hotel staff.

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